sábado, 1 de febrero de 2020

Sobre el pucho

-Cuando empieza Sebastián, su colaboración de versos y música con don José González Castillo?
-Fue allá por 1922. Los tabacaleros fabricantes de los cigarrillos Tango, crean y organizan el primer concurso de tangos con letra. Instituyen diez obras consagradas. Como le digo, yo tenía ese tango: Sabor popular. Y un un buen un tío mío me sugiere:
-Ché, Sebastián ¿por qué no te presentás al concurso con ese tango que tenés...? Decile a González Castillo que te ponga la letra...

Me insistió tanto  que una mañana me largué hasta Boedo. Le expliqué todo a don José. Me contestó:
-Si lo organizan los cigarrillos Tango, ya tenemos el título: Sobre el pucho. Pero hagamos el tango tal como se hace ahora el cantable: en dos partes.

                                             
Me fui a casa y me puse a componer. No como a mí me gustaba componer, sino con las indicaciones de Castillo. Un poco por encargo. La verdad es que una vez terminada la música, yo no estaba muy conforme. Ahora, una vez que él escribió la letra y la leí y la canté, ya mi música me empezó a conformar un poco más. Porque esa letra enriquecía lo que yo había hecho. Le decía a don José:
-Si este tango llega a tener algún premio va a ser más por la letra suya que por la música mía.

-Cuántas obras se presentaron al certamen?
-Ciento treinta y seis y en su mayoría buenas obras. Así pasó como una semana. Y una tarde en que yo estaba tocando en el cine Park, se viene el adminstrador Averán:
-Lo felicito, Piana, ha sacado el segundo premio en el concurso...
José González Castillo

Poco después me abrazaba con González Castillo que era tan cariñoso, igual a Cátulo. Don José estaba contentísimo. Y me regaló el dinero del premio, quinientos pesos. Con eso y la venta del pianito que yo tenía, compré el Rashall que me acompañó el resto de mi vida. El primer premio fue para El ramito, un tango de Juan de Dios Filiberto y Luis Teisseire en la música y Gabino Coria Peñaloza  en la letra.

Debo aclararle que aparte de la satisfacción por el premio y por el regalo de González Castillo, tuve otra. Los organizadores del concurso habían querido hacer una cosa de jerarquía. Entonces invitaron para integrar el jurado a unos grandes músicos. el presidente era Emérico Fracassi y los otros dos integrantes; Vicente Forte y César Stiatessi.

Inmediatamente después de elegidas las obras, los tabacaleros formaron una orquesta con Alfonso Lacueva de pianista y "El Caruso Negro" como chansonnier, para divulgar las obras por los cines tal como lo habían prometido en las bases del concurso. Y en eso estábamos, cuando un día me hace llamar el maestro Fracassi. Era un hombre impotente, alto, rubio:

-Lo he mandado llamar, Piana,  y quiero explicarle por qué no le dimos el primer premio. Su tango es muy interesante. Y, sobre todo, está muy bien hecho. los tres jurados vimos en su música la mano de un artista con formación. Pero al tener solamente dos partes, nos pareció corto. En cambio El ramito tenía tres.

 Le agradecí la deferencia, pero me fui pensando que la ventaja de haber sido juzgado por maestros de aquella calidad se había compensado en contra por la falta de conocimientos formales del Tango que ellos tenían.  Hubo también otro factor: amigo y discípulo de Siatessi, Filiberto había presionado a través de éste para que le dieran el primer premio, y se lo dieron por una composición que fue intrascendente dentro de su obra.

(Diálogo de Sebastián Piana con Horacio Ferrer. La palabra pucho viene del quechua: Puchu: residuo. O sea, la colilla del cigarrillo)

Carlos Gardel, con la guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri, lo grabó en 1923, año del Concurso. Y podemos escucharlo a Roberto Goyenechre, acompañado por la orquesta de Baffa-Berlingieri, cantándolo en la grabación del 15 de octubre de 1967.

                                               

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