jueves, 16 de enero de 2020

La voz de Gardel

Contaba Enrique Cadícamo que muchas veces se preguntaba sobre las explicaciones concretas que podían darse al misterioso "porqué de esa voz" de Gardel. Una consulta que formuló a su amigo, el doctor Juan Carlos Arauz, titular de la cátedra de otorrinolaringología del Hospital General San Martín, obtuvo la siguiente respuesta del especialista:

-La sabiduría popular transmite, de generación en generación, dichos que, teniendo algo de fantasía son el fruto de la observación de un hecho real.  Aquello de que Gardel "cada día canta mejor", explica que este gran rapsoda tenía una voz extraordinaria, para muchos no superada. En otros aspectos quizá Caruso, María Callas y Frank Sinatra  sean fenómenos similares. Me pides que te explique el porqué, para lectores profanos. No es fácil, no obstante lo intentaré:


El hombre, como mamífero, el más desarrollado de todos, no solo emite ruidos, tiene además lenguaje. Para ello se vale del soplo respiratorio que provee la energía de la vibración de las cuerdas vocales que emiten el sonido, y de las cavidades faríngeas, nasales y bucales que amplifican y hacen de resonadores. Es bien sabido que, si a un instrumento de cuerda le sacamos la caja, el sonido que emitirá será débil y sin armónicas.

Lo mismo sucede con la voz y, en consecuencia, con el canto; la laringe aislada no produce ruido audible, necesita de las cavidades nasales y faringobucales  que, a manera de las cajas de la guitarra, amplifican y por resonancia dan la personalidad o el estilo del cantor.  Volviendo a la guitarra, es sabido que el sonido no sólo depende del ejecutante y sus cuerdas, lo importante es la artesanía que el luthier puso  en la fabricación del instumento en general o de la caja en particular.

El guitarrista elige un buen instrumento y lo afina, con sus dedos puede modificar el largo y la tensión de las cuerdas, la caja es estática. Por el contrario, el cantante puede modificar el largo y la tensión de las cuerdas vocales, puede hacer subir o descender la laringe en el cuello y modificar la caja de resonancia moviendo el velo del paladar o la lengua.


Todo esto hace posible el canto, habilidad que puede perfeccionarse con estudio, pero que es en realidad  algo con lo cual se nace y que no puede aprenderse partiendo de cero. Sin duda, todo esto tenía Gardel: una buena reserva de aire y buen manejo del mismo: cuerdas vocales de excepción que le permitían, siendo barítono, extenderse a registros propios de un tenor o un bajo.

(Al margen de la explicación que le dió el doctor Arauz, Cadícamo podía jactarse -no lo hizo nunca-  de que Gardel le grabase nada menos que 23· temas suyos: Anclao en París,  Aquellas farras (Argañaraz), Al mundo le falta un tornillo, Callejera, Compadrón, Che Bartolo, Che papusa oí, De todo te olvidas, Dos en uno, El que atrasó el reloj, En un pueblito de España, La divina dama, La novia ausente, La reina del tango, Madame Ivonne, Muñeca brava. Pituca, Pompas, Ramona, Yo nací para tí tú serás para mí, Yo te perdono y Cruz de palo.)

Podemos escuchar ese milagro gardeliano, cantando el tango de Cadícamo y Matos Rodríguez: Ché papusa oí, grabado en 1928, acompañado por las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri)

                                          

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