lunes, 22 de julio de 2019

Los cantores y el baile

En los últimos tiempos entre cada cosa nueva que se pretende introducir en la danza del tango, también figura la supuesta diferencia entre los tangos instrumentales y los cantados. Incluso algunos "pinchas", agregan sus opiniones sobre dicha pretendida diferencia, que a mí, como milonguero curtido en tantas noches, en clubes, en salones del centro, con orquestas en vivo, con grabaciones y demás, me cuesta muchísimo llegar a entender, ni siquiera medianamente.

Porque la voz insertada en la orquesta es un ingrediente más, que obra en la mente y el cuerpo del bailarín. Un D'Agostino-Vargas, por ejemplo es mucho más convidante para el que sale a la pista, que un D'Agostino instrumental. No diría lo mismo de un Di Sarli-Rufino, pero sí que los temas con Rufino tienen un potencial tremendo. La tesitura y tensión interpretativa del "Pibe del Abasto", están insertadas en el cuore del milonguero y por eso fue ídolo siendo tan jovencito. Sus registros con la orquesta del pianista de Bahía Blanca, son un llamado permanente a la pista.

                           

Todos aquellos grandes intérpretas vocales del 40, cantaban a compás, como si fueran un instrumento más de la orquesta y alguno de ellos hasta tocaba un instrumento. El caso de Fiorentino y su bandoneón. Todas las grabaciones que dejó Fiore con Pichuco (59 registros), son una invitación constante para el milonguero porque la interpretación del cantor suena musical y los versos cobran vida y se instalan en el cuore de las parejas que invaden el piso de madera o el embaldosado.

Lo que está claro, demostrado y además buscaba un resultado distinto, es la presencia de dos grandes como Edmundo Rivero o Roberto Goyeneche en la orquesta del Gordo. Ésta había cambiado, tenía arreglos especiales, y trataba que la interpretación del cantor llegara a los oídos y el corazón de la gente que iba a escucharlos en vivo o en grabaciones. El estilo de la orquesta y la evolución también entró en el corazón de los seguidores porque era otra etapa maravillosa de Troilo, evidentemente.

                                  
La marea de la melodía nos arrastra en nuestro baile y el cantor por su interpretación le da el peso y el sentido a cada frase. Estamos en la maravillosa década del cuarenta (del 35 al 50 aproximamente) y los poetas del tango brillan con sus metáforas, sus historias de amor y sus pinturas barriales. Manzi, García Jiménez, Cadícamo, Expósito, Bahr, el Catunga Contursi, Cátulo, los Rubistein y tantos otros, llenan pentagramas y sus versos los canta el tout Buenos Aires.

Las canciones están hechas  con formas gramaticales del sentimiento y aquellos cantores geniales las traducían de manera íntima, adentrándose en la letra e insertándolas en la música con absoluta precisión. Parecían escritas especialmente para Vargas, Echagüe, Julio Martel, Alberto Castillo, Campos, Chanel, Podestá, Iriarte, Floreal, Berón, Ortiz, Dante, Laborde, Marino, Morán, Maciel, Ray, Ricardo Ruiz y todas aquellas voces que quedaron impresas en el disco y el corazón de tangueros y milongueros.

Yo escucho Al compás del corazón por Caló-Berón, Charlemos por Di Sarli-Rufino, Te aconsejo que me olvides por Troilo-Fiore, Al compás de un tango por Tanturi-Castillo, Tiempo por Pugliese-Chanel, No mientas por D'Arienzo-Echagüe, Marcas. por Biagi-Ortiz, Va llegando gente al baile por De Angelis-Julio Martel, Firuletear de bandoneón por Laurenz-Casas... y vuelo a la pista. Y estoy citando un puñadito de temas al voleo.

                                 

 La época más genial del tango fue la que aunó a los grandes músicos, orquestas, poetas y cantores. Y el legado está ahí a  nuestro alcance. Ya sé que a veces, en el afán de intentar cosas nuevas -como el "Tango Nuevo" al que le auguré un rápido olvido y así fue- lleva a algunos a buscar cambios, la mayoría de las veces desacertados. Lo bueno, lo contagiante, lo llamativo, todo ese fondo hermoso que tiene el tango y por lo cual se ha expandido de manera milagrosa por el mundo entero, cuando tantos géneros musicales han desaparecido, es lo que le ha permitido llegar a lo que es actualmente.

Recuerdo aquella frase de Ángel D'Agostino, con quien charlé en varias oportunidades. Decía el celebrado pianista-director:
-Cuando Ángel Vargas cantaba aquello de: "¡Qué-lindo-es-bailar.... un tango así a-com-pa-sado...". los bailarines estaban bailando con él, bailaban a Vargas... Porque les estaba marcando el compás con su canto...

Tenemos una fortuna maravillosa en forma de grabaciones y los tangos cantados tienen un valor tremendo. ¡Cuántos/as milongueros/as bailan tarareando mentalmente esos versos que llevan las raíces instaladas en sus cuores! Y van pisando en el suelo al compás de la música y del verso que entona el cantor.  Como en el tango de Gatti e Iglesias

Que el tango no dice la estirpe del rango
ni el gesto guarango pinta el arrabal.

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