lunes, 30 de abril de 2018

María Luisa Carnelli

Estamos en un período de la humanidad en que las mujeres buscan equiparar su lugar en la sociedad, con el hombre. Los últimos acontecimientos vividos en España, las reivindicaciones femeninas, las manifestaciones populares, demuestran que la lucha va a ser ardua, larga y las perspectivas ayudan para que puedan lograr gran parte de los derechos que reclaman, con toda justicia y sentido común. 

Abundando en el tema viene a mi mente la figura de María Luisa Carnelli. Esa mujer escritora, poeta y luchadora, que incluso estuvo en Madrid cubriendo la guerra civil española y apoyando al bando republicano, junto con grandes figuras de la intelectualidad iberoamericana y europea, que, adelantada muchos años a su época demostró una personalidad fuera de lo común y ejemplarizante.

                                 
         

Porque proviniendo de una familia burguesa radicada en La Plata -capital bonaerense- con diez hijos, que tenían totalmente prohibido escuchar tangos, con sus hermanos mayores lo hacían a escondidas. Entre 1923 y 1930 publicó 4 libros de  poemas. Cursando el secundario se enamoró de un compañero, se casaría con él una vez finalizados esos estudios y tuvieron un hijo. Pero ella no veía el mundo desde esa situación y se separó marchándose con su bebé a Buenos Aires.

Allí entraría en la revista El Hogar y en poco tiempo recorrería las más importantes redacciones de la época, destacándose por su pluma ágil y certera en el tratamiento de las noticias diarias. En la redacción del vespertino Crítica, conoce a quien será su compañero sentimental: Enrique González Tuñón. Y soportará la condena social con el rótulo que la sociedad imprime a esa unión, sin la licencia matrimonial o eclesial: concubina.

                                              

El tango, prohibido en su casa platense, que le valió un duro castigo a su hermana por bailarlo en una fiesta de casamiento, la tendrá como protagonista, de un modo casual al principio y por consanguineidad, posteriormente. Julio De Caro, en 1927 le pidió a Carlos De la Púa unos versos para su tango El malevo. Éste último, conocido poeta lunfardo, no escribía tango y le pasó la posta a su compañero Enrique González Tuñón, que tampoco era ducho en este tema. Se lo  encargó a María Luisa. Y así escribe su primer letra de tango, que dedica al Malevo Muñoz, como llamaban a Carlos De la Púa. Julio de Caro lo graba en forma instrumental, pero Rosita Quiroga, a quien le venían a medida ese tipo de versos, lo grabó enseguida.


-Entre guapos de acción, copaste la cabán / te sobra corazón: sos un orre pur-sang. / Perdoná el berretín hermano... ¡Que querés! / me ha dado el ventolín de batir que valés.../ Lo tengo que decir: muñeca pa´ tallar / y labia pa engrupir nunca te va a faltar / porque sos el mejor reo de la ciudad / canchero, arrastrador... ¡Te sobra autoridad!

                                          

Ese mismo año, con Francisco De Caro, compone Primer agua, que grabará Julio De Caro con su orquesta y el cantor Félix Gutiérrez, mostrando sus credenciales poéticas y tangueras, tan disonantes con el marchamo de la época y del género, donde prevalecían los versos machos y sus autores all'uso. Tal vez por ello usaría como nom de plume el nombre de su hijo: Luis Mario o Mario Castro.

-Del arrabal un día salió / y al asfalto del centro enderezó / pa' cabuliar / el marroquín / abandonó el
mistongo cafetín. / Cuando rajó, la cusifai / quedó cantando triste el ay, ay, ay / y en el cuarto sin luz / aún llora el repeluz / del mozo pierna y forfait.

Con el mismo pianista, pilar de vanguardia, firmarán Dos lunares y ya lanzada, engancha con Juan de Dios Filiberto el éxito que la consagra definitivamente: Cuando llora la milonga. Un día  le preguntarían a María Luisa, por qué escribía tango y ella contestó que "porque sobreviven más, por su popularidad. Y porque con un solo tango que escribí: Cuando llora la milonga, gané más que con los 8 libros publicados". Se quejaría de que Filiberto le cambió algunas cosas, pero Gardel le grabaría este tango y P'al cambalache que compuso con Rafael Rossi, a la vez  que le confesaba que admiraba la letra de sus tangos, máxime por provenir de una mujer.... Que había nacido en 1898...

                                  

Viviría una gran vida intelecutal junto a su pareja y a personalidades de la cultura como  Nicolás Olivari, Conrado Nalé Roxlo, Alberto Gerchunoff,  Norah Lange, Pablo Suero, músicos, periodistas. Y en España frecuentaría reuniones y amistad con Antonio Machado, Pablo Neruda, Rafael Alberti, Nicolás Guillén, Ernest Hemingway, Ilya Erhenburg, Siqueiros, Bergamín y muchos otros.

                        

Dejó la estela de sus milongas con Roberto Selles, o con Donato y Zerrillo el exitoso y metafórico Se va la vida. En 1930 ganó el primer premio en un concurso con el tango que compusieran con Filiberto: Linyera.  Incluso otros temas con músicos como Rafael Rossi,  Julio De Caro, Ricardo Luis Brignolo, Ernesto Ponzio,  Luis Teisseire, Sebastián Piana,  Ernesto De La Cruz, José Servidio. Edgardo Donato. Y folklore: gatos, zambas, rancheras, estilos. Una adelantada a su tiempo, que quizás tendría sucesora, años más tarde en la persona de Eladia Blázquez.

                                              

La recordamos precisamente en su famoso tango: Se va la vida, que compusiera con Edgardo Donato, y que éste grabara con su orquesta en tres oportunidades. En este caso se trata del que canta Carlos Almada y que grabara en discos Pampa el 16 de octubre de 1950.