lunes, 5 de marzo de 2018

Tapera

Este hermoso tango es un  acuarela de Homero Manzi, con brochazos paisajísticos y humanos, recordando su nacimiento y primera niñez en un pueblo de Santiago del Estero, llamado Añatuya, Allí había nacido el 1 de noviembre de 1905 en la estancia "13" de dicho pueblo. Su padre, Luis Manzione, tenía ese lugar un pequeño campo y en 1905 decidió trasladarse a Buenos Aires con su mujer, Ángela Prestera y sus ocho hijos.  Homero recordaba en su poema Añatuya, aquellos días y lugares de su infancia:

Añatuya es un lugar
que jamás podré olvidar.
Porque al fin es Aña... mía...
Tras un verde ventanal
junto al mismo algarrobal
conocí la luz del día.

La palabra Tapera, proviene del guaraní: Taperé que significa: Casa abandonada. En el campo argentino siempre fue muy común divisar ranchos o habitaciones abandonadas que los peones rurales que buscaban changas en sembrados o cosechas, utilizaban para descansar mientras iban de un lado a otro con su pequeño bagayo al hombro.

                                       
                                        
Homero volvió algunas veces a Añatuya y le impresionó fuertemente aquella llanura de clima subtropical, árboles centenarios -quebracho, lapacho, algarrobos, espinillos, chañares...-, y escasos pobladores distribuidos en una provincia grande, donde su capital es la más habitada. Se había convertido en un porteño más y de hecho su pluma fecundó grandes páginas del acerbo popular.

En este tango que musicalizaría el violinista y cantor Hugo Gutiérrez, Homero deja volar su imaginación y va dibujando el pueblo donde vio la luz por vez primera, y la tapera, esos ranchos abandonados por doquier, llaman tanto su atención que los traslada al verso con su sabia paleta poética.

Al fin, un rancho más que se deja,
total, porque no ha vuelto la prenda;
allí, donde se muere una senda;
allí, donde los pastos se quejan 
y el viento se aleja
silbando un dolor.
Total, otra cocina sin brasas
y un gaucho que pasa
sin rumbo ni amor...

Con sus padres vivíeron inicialmente en una casa de Boedo y Garay, en la metrópoli porteña, y no tuvo reparos en  confesarse como era entonces: "Un provinciano otario que quedaba con la boca abierta delante de un tranvía". Estaría internado como pupilo  en el Colegio Luppi, de Centenera y Esquiú, ubicado en el barrio de Nueva Pompeya, cerca de las vías del tren que evocaría en tangos magistrales, con aquellas inundaciones, luz de almacenes, casitas bajas, el farol titilando en la barrera...

                                                 
Manzi -con sombrero- en uno de sus regresos a Añatuya, con Charlo -izq. y el paisano Barraza

Volvería a la casa de Boedo, al terminar la primaria y en un viaje de regreso a Añatuya, encuentra los motivos para volcarlos en este delicioso tango. La nostalgia juega su parte y alborota los recuerdos infantiles del niño creciendo en el campo.

Roldanita de mi pozo
que cantaba su alborozo
ya no habrás de cantar nunca más.
Sombra fresca del alero
donde estaban los jilgueros,
los jilgueros que hoy no están. 
Brillazón de mis trigales
que mancharon los cardales 
cuando un día comencé a penar,
cuando entraron los abrojos
a morder en mis rastrojos y me eché a rodar.

El hombre de la ciudad. el político, el profesor de Literatura y Castellano en los Colegios Nacionales Mariano Moreno y Domingo Faustino Sarmiento, el que fue expulsado por sus ideas políticas de la Facultad de Derecho, el que participó con Arturo Jauretche en aquellas luchas estudiantiles, el que integró la lista de fundadores de F.O.R.J.A (Fuerza de Organización Radical de la Joven Argentina), opuesta a la dirección del conservador Marcelo T. de Alvear en la Unión Cívica Radical... El que peleaba por una Argentina libre y pacífica, volvía a su lugar de nacimiento y describía así aquellos pueblos del interior despoblados:

Se fue, dirá la gente del pago;
se fue, tal vez detrás de otro sueño...
Al fin, otro ranchito sin dueño;
al fin, otra tapera tirada
sin tropa ni aguada
sin gente ni Dios.
Total, otro fogón desdichado,
que un alma ha dejado
sin fuego ni amor. 

                                          
El pequeño Homero Nanzione y su casa natal en Añatuya - Santiago. del Estero

Recuerdo que en una oportunidad que yo estaba en Lima, capital del Perú, coincidí en un boliche tanguero (El Rincón de Pipo), con Alberto Fontán Luna, que había cantado en la primera orquesta de Piazzolla. Intentamos sacar con el pianista y un fueye este tango, pero Fontán Luna me recordó que lo había grabado Aldo Campoamor con Piazzolla y no recordaba entonces la letra, que fui memorizando para que pudiera interpretarla.

Es muy buena la versión de Campoamor con Piazzolla pero la de Aníbal Troilo con Edmundo Rivero, registrada  el 24 de octubre de 1947 es toda una joyita. Muy llegadora. La escuchamos.

Tapera - Aníbal Troilo - Edmundo Rivero


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