lunes, 12 de febrero de 2018

Luis Bayón Herrera

Este vasco, nacido en Bilbao y llegado joven a Buenos Aires, incursionó con mucho éxito en el teatro y cine argentinos, muy adaptado al medio, al clima porteño y a las noches del centro, con cena post-teatro y actuaciones. Intimó y filmó con figuras del tango, con Gardel y también escribió algunas páginas que le dieron renombre como poeta. Éste era el rubro que merodeó en la capital del Plata, y la revista Nosotros fue la recipiendaria de los poemas iniciales que publicaría en aquellas páginas.

Luis Bayón Herrera

Como tantos otros colegas, por la vía del teatro llegaría al tango y a través del éxito de los mismos en el escenario se trasladarían sus temas a la calle y tendrían recorrido al instalarse en el repertorio de cantantes y orquestas.  Nacido en setiembre de 1899, tenía 24 años cuando Pablo Podestá estrena su obra Como se olvida. Fue el empujón para su carrera como guionista y director. Un par de meses más tarde estrenaría su Santos Vega, todo un atrevimiento por tratarse de una leyenda gauchesca recreada por la pluma de Rafael Obligado. Nada menos que Santos Vega el payador, aquel  de la larga fama.

La mayor parte de sus escenas estaban compuestas por payadas, contrapuntos, pericones, cielitos, gatos, que puso en escena la compañía Podestá-Pagano. Un par de años más tarde la repetiría Elías Alippi con su compañía en el Teatro San Martín. Alippi no sólo se conventiría en amigo de Bayón Herrera, sino que, ante la insistencia de éste le enseñó unos pasos de tango para que se estrenara en un salón de baile céntrico, lo que fue su definitiva contraseña porteña.



En 1922, con Manuel Romero y el célebre pianista almeriense José Padilla (Valencia, El relicario, La violetera...), escriben el tango: El taita del arrabal, que es grabado por Carlos Gardel con sus guitarristas, José Ricardo y Guillermo Barbieri. Su obra teatral es profusa, como guionista y director. Decidirá pasar a la revista, aliándose con Manuel Romero y logrando entre ambos grandes éxitos. Largas temporadas en el Teatro Sarmiento le permiten sustanciosos ingresos y son contratados para actuar en España y Francia. Maurice Chevalier, incluso, se luciría en una de esas revistas.

La casualidad quiere que se encuentren en París con Carlos Gardel que va a comenzar su carrera cinematográfica con la Paramount, en 1931. Será con una película que dirigirá el chileno Adelqui Millar y la compañía del Sarmiento interviene en la misma, luciéndose especialmente Gloria Guzmán, Pedro Quartucci y Sofía Bozán.  Bayón Herrera y Manuel Romero son los encargados de escribir el guión de la misma. Intervienen también Julio De Caro, Pedro Laurenz y Francisco De Caro, acompañando a Gardel, dada la casualidad de que estaban en Francia de gira con la orquesta.

En 1938, Bayón Herrera da otro paso adelante y comienza a filmar. Su primera película es Jetattore, sobre el libro de Gregorio de Laferrere, adaptado por él,  y con actores de postín: Tito Lusiardo, Enrique Serrano, Pedro Quartucci, Severo Fernández, Benita Puértolas. Hasta 1951 filmará 38 películas, incluída "Una cubana en España" con Blanquita Amaro y Marujita Díaz, que le permite dirigir en su país de origen.

Bayón Herrera se había aporteñado y continuó escribiendo tangos. Gardel, que lo apreciaba, vuelve a grabar un tango suyo en 1927: Un tropezón, con música de Raúl De Los Hoyos y acompañado por Ricardo-Barbieri. Con De Los Hoyos, Bayón escribió también Dejá que la gente diga y Purrete de mi amor. Con Edgardo Donato el tango Volvé. Con Luis Rubistein, Igual que ayer. con Charlo Labios de Coty. Con Antonio de Bassi: Lunario sentimental. con Romero, Pichot y Devalque: Pero usa gomina.

 Hoy lo traigo al blog como personaje del tango, pero también vale la pena, recordar una de sus películas de gran éxito, Cándida, con Niní Marshall. Y, ella, la gran artista cómica lo reconocía así:

- Luis Bayón Herrera era un hombre muy inteligente. Temperamental, sanguíneo, diría yo. Tenía cultura, en particular literaria, y era buen poeta. (...) En Argentina fue coautor y codirector junto a Romero de memorables temporadas de revistas. Después fue su ayudante de dirección y, como él, tenía sentido intuitivo de lo popular. Una palabra que a muchos snobs no les gustaba y que para mi es la base de toda obra llamada a trascender, si se hace con respeto. Lo importante es no confundir popular con populachero o chabacano.

Aquejado de un mal que lo postró, se alejó de sus amigos, del ambiente y fallecería el 31 de marzo de 1956.


Para completar la pintura de este importante personaje del teatro, cine, revistas y el tango inclusive,  podemos escuchar a la orquesta de Osvaldo Pugliese, cantando Alfredo Belusi, en Un tropezón, grabado en 1961.  Y a la orquesta de Juan Polito, con la voz de Raúl Figueroa, en El taita del arrabal, grabado el 26 de diciembre de 1952.

Un tropezón- Osvaldo Pugliese-Alfredo-Belusi 

El taita del arrabal- Juan Polito-Raúl figueroa 

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