miércoles, 26 de julio de 2017

Otra vez

El tango del título, que me ocupa hoy, es otro mojón en el camino de la historia que vivieron José María Contursi y Susana Gricel Viganó. Ella sería la Gricel del tango del Katunga Contursi y Mariano Mores, que percutió hondamente en los cenáculos tangueros cuando en octubre de 1942, lo graba para la posteridad la orquesta de Aníbal Troilo con la melódica y susurrante voz de Fiorentino.

El poder de las palabras que cautivan y embelesan, que explican e iluminan, nos detallan en aquel hermoso tango, las vicisitudes de un romance que tendría cuerda para rato y sería carne de los temas percutientes que serían paridos por el hijo del inventor del tango-canción, con los avatares de un romance interruptus y sus inusitadas variantes, como el casamiento de cada uno de los protagonistas. Él en Buenos Aires, ella en Córdoba.

                                 

Gricel y José María Contursi

Se conocieron en 1934, en radio Stentor donde el apolíneo Katunga era locutor. Gricel venía acompañando a sus dos ex vecinas y amigas del pueblo boneaerense de Guaminí: las hermanas Nelly y Gori Omar, que la invitaron a bajar desde Córdoba -donde se había mudado con sus padres-  para asistir a su presentación en una emisora porteña. Gricel tenía entonces 14 años y el Katunga Contursi, 23. El romance fue fulminante. Las miradas lo dijeron todo y comenzaría una historia que poblaría al tango de páginas plenas de carga significativa y romántica.

Los temas del hijo de Pascual Contursi están escritos mayormente en primera persona y rastrearlos y reescucharlos nos llevará inevitablemente a los pormenores del romance y sus rocambolescos avatares. Porque mientras ella ganaba concursos de belleza en Capilla del Monte -Córdoba-,  el Katunga se había casado con su novia, Alina y tenían una hija. Acosado por una fiebre intestinal y por recomendación médica, él decide viajar sólo a Córdoba, en 1938,  y en el pueblo de Capilla del Monte se reencuentra con su añorada y bella Gricel.

                                      

Los documentos son los guardianes de los hechos, de las fechas precisas y los actos que van labrando el tejido de las biografías. La incertidumbre que no dejó nunca de minarlos por dentro a estos dos protagonistas, retorna en la antigua urgencia y la escritura del reencuentro dará paso a este tango, al cual le pondrá música el bandoneonista y antiguo compañero y compinche de Pichuco: Jorge Argentino Fernández.

Vuelvo a tu lado otra vez
porque me falta valor para seguir,
sangran cansados mis pies
de andar sin rumbo y vagar por senderos extraños.
Yo no sé si tuve miedo del silencio de mi pieza
que escuchaba entre las sombras los reproches de tu voz,
no he podido desde entonces ahuyentar esta tristeza
que acompaña siempre, siempre mi herido corazón.

Ambos eran jóvenes y estos temas dejan una constancia lúcida y desencantada de la realidad cotidiana, donde el amor, el paso del tiempo y las dificultades del protagonista, constituyen una materia propia para reverberaciones melancólicas. Y a través del tango conocemos los pormenores del romance, sus lagunas y la historia fugitiva que permanece y conmueve.

¡Ya me ves... estoy cambiado! Traigo fiebre en la mirada,
me he pasado tantas noches, conversándole al dolor,
sin pensar que mientras tanto, consecuente, me esperabas
con un rezo entre los labios y un suspiro en tu perdón.
He venido de tan lejos arrastrando mi esperanza
para hablarte de mi penas... de ese abismo en que me hundí
¡Pero qué!...si tus ojeras tan profundas por el llanto
me hacen ver que no fue tanto, mi tormento y mi  sufrir.

A través de los pliegues y repliegues de la imperfecta e incesante historia, con sus nuevos capítulos, las zonas del alma en penumbras y lo extraño de un amor, por entonces no consumado, las cuitas íntimas, se desgranan en Otra vez.

                                       
Final: Casados en Córdoba



Al verte, vida, no sé
cómo he podido vivir sin el calor de tus besos.
Al alejarme pensé
que lejos iba a olvidar... y más pensé al estar lejos.
Sepultura de mis penas, cofre azul de mis caricias
la tibieza de este nido que mi espíritu abrigó,
sensación de paz y alivio que me brinda tu sonrisa
mientras bañan tus pupilas dos lágrimas de amor.

Este tango lo estrenó Libertad Lamarque en radio Belgrano acompañada por el trío de Alfredo Malerba (con Antonio Rodio y Héctor María Artola), en ese año 1938. Lamentablemente no lo llevaría al disco, pero podemos escuchar la versión radiofónica. También acompaño el registro de Francisco Lomuto cantando Jorge Omar una parte de los versos, del 9 de junio de 1938.

Otra vez- Libertad Lamarque

Otra vez- Francisco Lomuto -Jorge Omar


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