Y goza de inmejorable salud. Y sigue sonando en las milongas de todo el mundo, en películas, en competencias olímpicas, en rellenos de televisión. Es el tango por excelencia, el que nos une, el que nos identifica, el que bailamos para cerrar la noche milonguera, como inventaron los discjockeys de fines de los cuarenta en Buenos Aires y se sigue haciendo hoy.
Como toda página de éxito, encierra además numerosas anécdotas, enigmas no definitivamente aclarados, controversias y frases para todos los gustos. Sabemos que Matos Rodríguez, su autor, lo diseñó malamente en la Federación de Estudiantes del Uruguay, para los carnavales de 1917, y pensado como una marchita carnavalera. Con dos dedos lo tecleaba en el devastado piano de la Federación y la musiquita acompañaba a la banderola que los presentaba como "La cumparsita" Por el camarero italiano de las Vaquería del parque urbano, que, al paso del grupo repitió en su cocoliche:
"Ahí va La cumparsita". Sería éste el nombre final de la comparsita que desfilaba por la calle montevideana.
Gerardo Matos Rodríguez tenía entonces 20 años, estudiaba arquitectura, aunque nunca progresó en los estudios y la bohemia se apoderó pronto de su espíritu
calavera. Su hermana Becha, le ayudó a escribir en el pentagrama, lo que Becho -como le llamaban familiarmente a Gerardo- tocaba con sus dos dedos en el piano familiar. Y ésta al final, le dijo que "
parecía un tango".
-
Sí, me salió un tango - afirmaría luego el autor de La cumparsita-
-El tango ya pentagramado, se lo llevaron los muchachos y mi tío Armando Matos a Roberto Firpo -contaba Gerardo-, quien precisamente ese año actuaba en el famoso café La Giralda, que se encontraba donde hoy se levanta, majestuoso, el Palacio Salvo.
Y agregaba:
-
Firpo casi se muere cuando vio la obra de mi querida Becha, porque me enteré que la música se divide en compases y que los sostenidos y bemoles que tan prolijamente anotó mi hermana delante de cada nota, debería, por una ley conocida por todos menos por mí, ponerse al principio de cada pentagrama...
-De cualquier manera, buen clásico y conocedor de lo que había llegado a sus manos, Firpo me propuso retocar el tango, que él se comprometía a hacerlo y que después de ser impreso como de Firpo y Matos Rodríguez, ya que a mí, como era comprensible, nadie me conocía como compositor...
-¡Oh videncia del Tato Pekín, como cariñosamente me apodaban mis amigos en aquel tiempo!... No entré por el aro y rehusé la colaboración y, por lo tanto, el injerto del nombre de Firpo en mi primera obra musical.
-De modo que le pedí a Carlitos Warren, el pianista del "Moulin Rouge", que me adecentara la partitura.
Toda esta historia está contada en el libro que realizara sobre la vida del autor de
La cumparsita, su sobrina nieta Rosario Infantozzi Durán.
El estreno del tango por la orquesta de Firpo, ocurrió el 19 de abril de 1917 en La Giralda. Y así prosigue el relato que realiza en nombre de Gerardo Matos Rodríguez, su sobrina nieta.
-Venía en un tranvía 35 una noche anterior en varios días a la fecha anunciada para el estreno y no imaginaba que Firpo, entusiasmado con aquel tango, adelantara el momento de su primera ejecución. Me bajé en 18 y Andes y me dirigí a La Giralda como lo hacía todas las noches. A medida que me acercaba, me asaltó una duda. ¿sería el tango que estaba escuchando el mío? No podía ser, todavía. sin embargo, ya próximo a la entrada del local por 18, me detuve emocionado....
-Era La cumparsita. No sabía qué hacer. Me asusté. Me asusté de verdad. Fue tan grande la emoción o el miedo, que no me animé a entrar. Vacilé, di vueltas y cuando noté que la orquesta había finalizado la ejecución, entré al café, pero lo hice por la puerta de la pasiva. Me pareció que si lo hacía por la entrada principal, a la vista de todos, me iban a aplaudir o a gritar aquellos que sabían que yo era el autor. (...) Esa noche hubo varios bises y -en total- los acordes de La Cumparsita se escucharon durante más de media hora.
En 1924, estando Matos Rodríguez en París para cubrir como periodista las Olimpíadas de 1924 ("
cuyas crónicas me las escribían mis amigos... yo las leía"), se encuentra en un cabaret con Francisco Canaro, -"que estaba obteniendo un fenomenal éxito en el recientemente inaugurado "Florida Dancing". Muy contento se me acerca y me dice:
-
¿Sabés Matos? Incluí en mi repertorio tu Cumparsita, con el agregado de un contracanto con serrucho, ¡y está haciendo roncha!
-Quedé gratamente sorprendido. pero la segunda sorpresa no fue tan agradable, ya que me sigue contando Canaro que dos letristas porteños, Pascual Contursi y Enrique P. Maroni, le habían puesto letra a mi partitura y la habían incluído en un sainete titulado "
Un programa de cabaret". ¡Qué atrevimiento! ¡Aprovechar MI música y sin siquiera pedirme permiso!
-Contursi, un argentino que llegó al
Moulin Rouge (que regenteaba mi padre) medio muerto de hambre, descubrió el filón de ponerle letra a todos los tangos, que hasta entonces no las tenían. Recién empezaba la moda del tango-canción (Con Contursi, agrego yo). Los tangos se bailaban (...)
-Ya para entonces, la moda del tango-canción exigía que La cumparsita tuviera una letra para reemplazar a la otra. Por lo tanto, y con el mismo espíritu del amo que prefiere él mismo a un animal mancado, así me decidí, me encerré una noche y le escribí una. Un espanto. Fue una letra mal parida, escrita sin ganas, a regañadientes. La cumparsita nació sin letra y así debió haber seguido, pero no tuve otro remedio. El 9 de noviembre de 1926 depositaba en la Biblioteca nacional mi nueva letra.
Hasta acá, he refritado textualmente los párrafos que Rosario Infantozzi Durán le adjudica a su tío abuelo Gerardo Matos Rodríguez. En otra nota he referido que una tarde-noche, saliendo del diario La Razón, donde trabajábamos, con Coco D'Agostino -sobrino de Ángel-, nos topamos con Roberto Firpo que venía de explicar a otros periodistas su participación en
La cumparsita.
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Roberto Firpo dirigiendo su orquesta típica |
Y hoy día es muy fácil comprobar que se hacen arreglos de cualquier pieza musical y se le introducen variantes como asegura haber hecho Firpo con
La cumparsita. Lo mismo con los versos que Pascual Contursi le introdujo sin autorización. Incluso, el tango seguía teniendo un compás de menos en la primera parte. Por ello, en 1930, la revista
El alma que canta realizó un concurso para rellenar ese vacío. Lo ganó el bandoneonista Luis Moresco, y desde entonces muchas orquestas usan ese relleno, así como otras introducen sus propias variaciones enriqueciendo al tango de los tangos. El más conocido. El que ha sido grabado por todas las orquestas típicas importantes. Y por las de casi todo el mundo, de otros géneros.Y la Justicia estableció un acuerdo lógico entre Matos Rodríguez, Contursi y Maroni. Y el autor pudo recuperar los derechos de su obra que le había vendido a la Editorial Breyer por 50 pesos, cuando tenía 20 años..
Todo este anecdotario, las diatribas que despachó Piazzolla contra
La cumparsita, diciendo que era el peor tango que se había escrito, para terminar grabándolo cuatro veces y tocándolo en muchas actuaciones, no hacen más que enriquecerlo y mantenerlo en el podio de privilegio. Bailar
La cumparsita es un hermoso masaje al cuore. Y apenas han pasado cien años de su estreno y seguirá otro siglo en el primer plano por ese no sé qué, ¿viste?, que tienen algunas obras fundamentales.
Los invito a escucharlo una vez más. Por ejemplo a Sabina Olmos y Charlo cantando
La cumparsita a dúo, con Charlo, además, tocando el acordeón. Y a continuación la orquesta de Carlos Di Sarli, en la tercera versión que registrara de
La cumparsita. el 20 de junio de 1955. Ayer se cumplieron 62 años de esta grabación.
La cumparsita- Sabina Olmos-Charlo
La cumparsita- Carlos Di Sarli