jueves, 29 de septiembre de 2016

Entre dos fuegos

Este tango, grabado por Juan D'Arienzo con mucho acierto, tiene detrás una historia interesante porque se remonta a los años en que nuestra música rioplatense, saltaba el océano, con los músicos, sus instrumentos, sus partituras, para conquistar París, como epicentro de Europa. En aquella vanguardia de los Gobbi, Villoldo, y después Saborido y Vicente Geroni Flores, había quedado abierta una huella fecunda que era importante ensanchar.

Y así partirían, en 1913, músicos reconocidos como el pianista Celestino Ferrer, Vicente Loduca, bandoneonista, el violinista Eduardo Monelos y el bailarín Casimiro Aín (conocido como el Vasco Aín), con su esposa y compañera, Marta. Este último ya se había embarcado diez años atrás en un vapor de carga al viejo continente, pero no fue precisamente a bailar, sino a jugarse una aventura.

                                 


El grupo, que viajaba con muchas ilusiones para tratar de implantar definitivamente el tango en Europa, embarcó en el vapor Sierra ventana y los gastos del viaje fueron costeados por un músico de alta alcurnia social y gran bohemio, llamado Alberto López Buchardo. Su hermano Carlos, un año mayor, también músico, viajaría a Francia para perfeccionarse, al regreso fundaría y dirigiría  el Conservatorio nacional de música y arte escénico, que hoy lleva su nombre. De paso compuso un par de tangos que estrenaría la orquesta de Julio De Caro: Antifaz y Coquito.

Alberto era músico clásico, e incluso  pintaba,  pero le gustaba el tango. No sólo tocarlo, sino, además,  bailarlo. Y en aquellos años parisinos de milonga en la casa de Madame Rezké, tallaría fuerte junto a otros dos cajetillas elegantes como Vicente Madero y Ricardo Güiraldes. En esas recordadas soirées dansants, que pegaron fuerte en la capital francesa y llegarían con gran eco a Buenos Aires, López Buchardo correría inmediatamente al piano para ejecutar tangos de su cosecha y otros clásicos, que permitían el lucimiento de aquellos play boys porteños que deslumbraban a los franceses y permitía soñar a los compatriotas que ansiaban viajar a Europa..



 En dicha época en que París era como el Sancta santórum de la peregrinación de la clase alta argentina por vivir un tiempo en París y tirar manteca al techo en sus cabarets, el éxito ininterrumpido del tango que promovió llegadas de músicos y cantantes, necesitaba proveerse de material para los atriles de éstos. Incluso los propios franceses crearon tangos que fueron llevados al disco.


Ramón Alberto López Buchardo fue componiendo unos cuantos que trascendieron, especialmente Germaine, que, como Poupée, otra muchacha francesa, tiene dedicatoria femenina. O A mi Pochocha. Lamentablemente, Alberto no llegó a escuchar la feliz interpretación que realizaría Carlos Di Sarli con su orquesta en 1941 de su hermoso tango Germaine y que luego repetiría, veinte años más tarde, porque murió  muy joven en 1918, con apenas 36 años de edad. También D'Arienzo, en su estilo lograría muy buen resultado.

En pocos años, pudo escribir una obra interesante como El tapial (Firpo lo grabó con su cuarteto el 8 de enero de 1941), Ave negra, Baisers perdus (Besos perdidos), París, Clínicas, Mala firma, más las citadas  y el del título: Entre dos fuegos. En la partitura del mismo se ve a una mujer tejiendo en el banco de un parque y dos gendarmes con fusil al hombro, uno a cada lado, la acosan desde atrás con piropos.

Juan D'Arienzo lo registró con su orquesta el 12 de abril de 1940, primera versión,  y podemos recordarlo a continuación. Antes escuchamos Clínicas, de López Buchardo, por la orquesta de Miguel Villasboas, grabado en Japón.


Clínicas - Miguel Villasboas

Entre dos fuegos - Juan D'Arienzo





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