jueves, 18 de junio de 2015

El Quijote es Gardel

Vale la pena recrear esta nota que escribió Pablo Calvo para la revista VIVA y que nos presenta la traducción por parte de la Academia del Lunfardo del capítulo final de la obra  de Cervantes, dándole un tono porteño único y desopilante. "Fané y descangayado", el caballero andante se despide del mundo hablando como un compadrito.

El Quijote es Gardel. Lo tradujeron al lunfardo

                    
Una escena imaginaria del Quijote contra el Obelisco y un molino de viento porteño

Escribir esta nota es una papa. La fuente es macanuda y el chabón del homenaje, recontrapiola: Don Quijote, más porteño que nunca, porque el capítulo que cierra sus aventuras y lo hace eterno acaba de ser traducido al lunfardo, el lenguaje de los compadritos.
Es un texto con perfume de arrabal, donde expresiones cervantinas y palabras malevas se entreveran en el aire como los amagues de un puñal y relatan la muerte del hidalgo caballero que enfrentó a los gigantes como si hubiera sucedido en la Buenos Aires de Gardel, empedrada, melancólica y sepia.
Bajo el título “De cómo Don Quijote, en las diez de últimas, hace testamento antes de espichar”, el hombre de La Mancha agoniza “tirado en la catrera”, “fané y descangayado”, debido a “los piantes que le copaban la sabiola a causa del ilusorio camote con Dulcinea”.
La recreación es el aporte argentino a la edición políglota del Quijote que se difundirá en breve en España, durante las celebraciones por los 400 años de su publicación definitiva.Es un trabajo de la Academia Porteña del Lunfardo, institución que Viva conectó en marzo con el Museo Cervantino de El Toboso, España, que buscaba por el mundo 74 idiomas, jergas ó lenguas olvidadas, para traducir los 74 capítulos que componen la segunda parte del Quijote. La gestión llegó justo cuando quedaba vacante el desenlace. Y colados del estribo, los argentinos quedamos bien representados.
“Cuando tocan la polca del espiro, la Parca le saca boleto para el raje más pintado, porque no hay en ese trance quien se le apiole. Por lo mismo, no iba Don Quijote a salvarse del guadañazo de la que ya andaba afilando el naife alrededor de su catre”, arranca la parte final de la obra cumbre de Miguel de Cervantes Saavedra, quien siempre soñó con cruzar el Atlántico y conocer América, pero nunca pudo.
“Naife” es el arma filosa que ultima y es la voz que empleaban los matarifes del sur de la Ciudad en su mixtura con los irlandeses que vivían en dos manzanas de San Cristóbal, cercanas a la Iglesia de Santa Cruz, y trabajaban en los frigoríficos como sangradores. “Knife” es “cuchillo” en inglés, significado que se convirtió en “naife” mientras las vacas eran degolladas. La explicación pertenece a la poeta, letrista y escritora Otilia Da Veiga, presidenta de la Academia, nacida, como el Papa argentino y el Obelisco, en 1936. Ella fue la que tradujo el final del Quijote y la que disfrutó como nadie bautizar a Sancho Panza, tantas veces alabado por su lealtad incondicional, como un “gomía”.
Dictaba el Quijote el testamento de su riqueza intangible cuando ordenó consignar al escribano: “Después de garpar mis deudas, los mangos que queden se los dan a Sancho, que me aguantó y fue el ladero de todas mis menesundas. Si estando loco, lo hice gobernador de la ínsula, estando cuerdo le daría si pudiera un reino, porque es un tipo pulenta, un tipo de fierro. Y mirándolo, le pidió perdón por haberlo engrupido con el yeite de la caballería andante y haberlo hecho frate de todos mis piantes”.
En El Toboso, la Patria de Dulcinea, entre cientos de volúmenes firmados por personalidades mundiales, como Nelson Mandela, Fidel Castro y Juan Domingo Perón, se hace un lugar un librillo titulado El Quijote Lunfardo, del profesor argentino Alfredo Noceti, leyenda literaria del barrio de Coghlan, que tradujo fragmentos del primer capítulo, al que tituló “De cómo Alfonso Quijano se convirtió en Don Quijote y armó tanto despelote con su corso a contramano”.Sin saberlo, aquel comienzo abrió la huella de un camino, que ahora, como en una parábola del principio y el final, completa la Academia.
“Y llegó el fin para Don Quijote, que murió cristianamente en su catrera, como un bacán, luego de recibir los sacramentos, cosa que llamó la atención del escriba, que nunca había visto morir en la cama a ningún taita retobado”, es decir un tipo de peso, valiente, que se reveló a lo establecido, describe Otilia Da Veiga, en el altillo que ocupa en Estados Unidos 1379, refugio de palabras que antes vivían apoyadas en un farol.
La académica aprovechó para colar un guiño de despedida al poeta Horacio Ferrer, que se fue en diciembre detrás de la Luna que va rodando por Callao. Fue al calificar al Quijote como un “piantao”.
Quedó también lugar para el epitafio del bachiller Sansón Carrasco, traducido al porteño de las orillas: “Yace aquí el gran cajetilla/ que tanto quilombo armaba/ montado sobre su silla. Si hasta la muerte rajaba/ pues fue de vida semilla/ y verdugueó al mundo entero,/ como el cuco, y no por fiero.”
Cervantes, oculto en la piel del escritor morisco Cide Hamete Belengeli, voz narradora de la novela, se despide de su gran creación con palabras de nostalgia, ahora y para siempre lunfardas: “Don Quijote nació para mí y yo para él. Él se mandó su gran laburo y yo lo di a conocer en el pelpa, mal que les pese a los manuses que se la piyan de escritores y no guardan en la zabeca ni la luz de una cebita”.Y así termina este cuento del castellano antiguo que por momentos camina por las baldosas de Mataderos, que da risa y a la vez hace llorar, porque esta hecho de voces que se apagan con la muerte del héroe imperfecto, que tuvo por misión mejorar la imaginación de la Humanidad.

                                                                                         Pablo Calvo/ imagen Ana Vargas

Después de este trabajo genial, me permito imitar a Roberto Mancini que le agrega esta Milonga de Don Quijote, de mi querido compañero Daniel Giribaldi, con música de Jorge Luis Marziali. Lo interpreta Edmundo Rivero con las guitarras de Roberto Grela.

Edmundo Rivero-Roberto Grela- Milonga de Don Quijote


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