En el año 1943, el golpe militar de turno en Argentina, no tuvo mejor idea, que intentar "salvar el idioma", y escuchando los consejos de Monseñor Gustavo Franceschi y el Ministro de Cultura e Instrucción Pública, Gustavo Martínez Zuviría (que firmaba sus libros como Hugo Wast) decidieron por decreto eliminar todos los tangos y poemas escritos en Lunfardo (el lenguaje popular). La censura y persecución llegaron incluso a aquellos artistas como la gran Niní Marshall por su forma de hablar.
Ella usaba ese lenguaje en sus programas de radio, y debió exiliarse a México para poder trabajar. Celedonio Flores fue el más perseguido de los poetas populares y otros como Pascual Contursi vieron cercenados sus textos y trocados de manera ridícula. Era una época en que la gente tenía la radio como elemento fundamental dentro de sus casas y se juntaban en torno al receptor para escuchar los programas exitosos de dichos momentos.
Enrique Santos Discépolo
A los autores de teatro, sainete y revistas le llegó dicha censura que los puso en aprietos para excluir de sus libretos y guiones los vocablos populares, la forma de hablar de la gente común. Y el tango, por supuesto, sería quien más sufriría la ridiculez de estos "salvadores de la patria" y también "de la cultura". Porque había que estar atento a cada palabra que se incluía en los mismos, que sería sometida a la inflexible lupa de los vigilantes patrios... Como ejemplo podría citar el caso de Chorra el tango de Discépolo que fue prohibido. Igualmente Cambalache, cesurado por radio.
Estábamos justo en la década más exitosa que tuvo el género por la explosión que tenía en todo el país, por la actuación de orquestas y cantantes en todas las radios y por los temas que iluminaban constantemente el vademécum tanguero, que se traducía luego en las enormes ventas de discos, y en el silbo y el canto de muchachos y muchachas de todos los barrios porteños.
Por eso era difícil gambetear a los censores, dado que las letras de tango hablan de amores y desamores, de frustraciones, desencantos, aventuras, conquistas y experiencias humanas, de un modo cercano, fácilmente entradores y llegadores a la masa. Más de una vez he hablado de las ridiculeces a que se vió sometido el tango, por obra y gracia de dichos personajes y los encargados de la persecución. Los directores de radio y de las grabadoras debían estar atentos a cualquier infracción al decreto perseguidor y los poetas y letristas de tango, hablar de modo catedrático.
Los tangueros de SADAIC y Discépolo con Juan Domingo Perón
Los dirigentes de SADAIC y algunos personajes importantes del tango se reunieron con el Coronel Juan Domingo Perón que era secretario de Trabajo y Previsión Social del gobierno militar que encabezaba el general Farrel , y él sería quien en 1946, decretaría definivamente la derogación del decreto que invalidaba tantas letras de tango exitosas como Mano a mano o Mi noche triste, entre muchas otras. Estaban Canaro, Manzi, Filiberto, Discépolo, Razzano, Scianmarella, Vaccarezza, Lomuto, Avilés y otros.
Y repito todo esto para volver a centrarme en aquella época y el cuidado de los autores para exponer en público sus obras que debían pasar antes por la censura. Y un poco al voleo y porque me gusta este tango, lo traigo hoy al Blog. Se trata de Rendido, del bandoneonista Alfredo Cordisco y Alberto Leiva (Israel Abrahan Akerman). Lo grabaría Francisco Lomuto con su orquesta y el cantor Carlos Galarce, el 26 de junio de 1945. Alfredo De Angelis con Julio Martel logró una muy linda versión, el 11 de setiembre de dicho año. También lo registró Miguel Montero con la orquesta de Ángel Domínguez. Van los dos primeros citados.
Aunque el calor que está haciendo es groso, el salón que nos agrupa en la Casa de Aragón de Madrid, para milonguear, tiene aire acondicionado y es un refugio ideal para combatir los ardores térmicos que vienen asolando España, como consecuencia de los vientos del Sáhara. La música de tango, además, obra milagritos y nos llama perentoriamente a la pista para realizar dibujitos con los pies en el piso.
En Tango y copas, que musicalizó Héctor Artola, escribía Carlos Bahr:
Al influjo de tu tango
se despierta mi nostalgia
y al conjuro de tu voz
se me arruga el corazón,
bandoneón de voz amarga.
A mí se me frunce a veces el cuore cuando bailo un tango con una pareja que me sube los decibeles, pero esa es la gran atracción, la gran tentación que te lleva a la milonga pensando en una noche siempre distinta, que es la magia que se desprende de cada cita milonguera. Por eso, esta noche, para huir del calor y de las malas noticias que nos repiquetean en los oídos, los ojos y la testa, nos autoconvocamos en BIEN MILONGA, para darle el gusto al cuore y a los ansiosos remos.
Y para ir entrando en cuestión, hago el clásico repaso de lo que sucede en otras pistas del mundo, cada día más encendidas de tango. Y arranco con una exhibición en Portland, Oregón, (USA) de Guillermo De Fazio y la exquisita Michelle Lamb, bailando el tango de Osvaldo Pugliese: La Beba, por Pugliese y su orquesta. Guillermo es uno de los Hermanos Macana.
Y de allí, la bella hawaiana, se desplaza al viejo continente en Catania -Italia- y dibuja con su pareja de éxitos, Murat Erdemsel, el vals de Laurenz y Cadícamo: Mascarita, por Pedro Laurenz, su orquesta y el cantor Juan Carlos Casas.
Ahora me mando a Estambul -Turquía- para ver en acción a Ciccio Aiello y Sofía Galanaki, bailando el tango de Rafael Iriarte y Julio Navarrine: Trago amargo, por Juan D'arienzo y la voz de Alberto Echagüe. Mi piacce come si muove este calabrés Ciccio, que fue discípulo de Naveira, Pablo Verón, Chicho Frúmboli y Pablo Tegli.Y Sofía lo acompaña muy bien.
Este tango es de 1926 y lo grabó dos veces Carlos Gardel ese mismo año. El primero, el día 26 de noviembre de dicho año en sistema acústico con las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri y el segundo, cuatro días más tarde en el nuevo sistema eléctrico. Sus autores fueron el pianista y compositor Raúl de los Hoyos, y, los versos son de Emilio Fresedo, violinista y co-autor de tantos temas famosos con su hermano Osvaldo.
Como habitante de Parque Patricios, donde me crié y viví mi primera e inolvidable juventud, me gustar recrear este tango que habla de una zona que existió en el sur del barrio y que debe haber sido la primera Villa Miseria de Buenos Aires. Estaba ubicado entre las calles Cachi y Zavaleta y allí se instalaron muchas personas sin techo, que se arreglaban armando casas de lata, con cartones y otros elementos que rescataban de los desechos de tiendas de comestibles y otros sitios.
Por supuesto no existía ya cuando me instalé con mis padres en el barrio, luego de haber nacido en Villa Urquiza. Pero oía hablar de estos lugares y del Barrio de las ranas, también ubicado en la zona, por la gran cantidad de batracios que pululaban en lagunas y charcos que se formaban con las tormentas. A los muchachos provenientes de estas zona que se injertaban en las milongas de otros sitios o en los formativos de la calle Famatina, donde había que pagar -formar-, para comprar bebidas y algunos alimentos que alternaban con las horas de milonga, se les llamaba raneros. Era como un símbolo de "muchachos listos". El adjetivo quedó sellado en el diccionario lunfa como tal.
Al barrio le quedó el recuerdo de los Corrales viejos, donde estaban instaladas las antiguas instalaciones del denominado: Mataderos del sur de la Convalecencia. Para ello se cercaron las calles Catamarca, Boedo, Chiclana y Famatina y allí se faenaba todo tipo de ganado que era traído de provincia por la calle de Arena, como se conocía a la futura calle Chiclana.
Los corrales viejos en Caseros y Monteagudo; hoy Parque Patricios
A su alrededor se montaron seberías, bares, reñideros, fondas con canchas de bochas al fondo y todo tipo de establecimientos relacionados con los productos de la matanza como los chacinados. Ya casi en 1900, el gobierno decidió trasladar el Matadero al barrio que adquiriría precisamente el nombre que lo justificaba: Mataderos.
Enrique Santos Discépolo recordaba siempre cuando, siendo un niño, huérfano de padre y madre, su hermano Armando lo llevó a vivir con él y su esposa a un despartamento de la calle Rioja, en el barrio, y pudo participar en numerosas terutlias literarias con gente como Facio Habecquer, Abraham Vigo, Agustín Riganelli y otros. Y también bullían en su cabecita aquellos viajes que hacía con el pintor Habecquer al Barrio de las latas para pintar perros vagabundos, mujeres y "crotos" -desarrapados-, que llevaba a sus tremendos aguafuertes. También concurría el futuro gran pintor Benito Quinquela Martín que se disfrazaba de rey mago y respartía caramelos a los chicos pobres del barrio. Y Juan De Dios Filiberto que subía al adolescente Discepolín a un sulky, le daba unos reebencazos al percherón y se iban a visitar el barrio de las latas y el de las ranas, con un mandolín .
Milonga en St. Gallen - Suiza- que lleva el nombre de mi barrio
Dijo José Gobello que éste último "limitaba por el norte con la Avenida Amancio Alcorta ( entonces calle de las Cinas Cinas, donde se levanta el estadio de fútbol del Club A. Huracán), por el sur, con las vías de la que fue Compañía General de Ferrocarriles; por el este con la calle Colonia y por el oeste, con la calle Monteagudo, en el Parque de los Patricios. Tomó su nombre de la laguna existente a la altura de la calle Luna, abundante en ranas que se pescaban con facilidad. Se le llamaba también Barrio de las latas. Era un conjunto de viviendas precarias, construidas generalmente con envases de querosén y nafta, llenos de tierra en ocasiones, y en otras extendidos y claveteados. Subsistió desde los primeros años del siglo hasta después del Centenario, cuando las autoridades lo quitaron".
En la milonga Parque Patricios, de Antonio Radicci y Francisco Laino, que interpretaban las orquestas de Francisco Canaro y Francisco Lomuto, lo pintaban así:
"Mi viejo Parque Patricios / querido rincón porteño, barriada de mis ensueños / refugio de mi niñez. /El progreso te ha cambiado / con su rara arquitectura / llevándose la hermosura / de tu bondad y sencillez. / Cuantas noches de alegría / al son de una serenata, / en tus casitas de lata / se vio encender el farol. / Y al vibrar de la vigüelas / el taita de ronco acento, / hilvanaba su lamento /sintiéndose trovador."
En 1902 el gobierno nacional contrató al paisajista frances Charles Thays para parquizar numerosos lugares de la ciudad que crecía de un modo imparable, y en ese sitio creó el Parque Patricios, delimitado por las calles Avda. Caseros, Almafuerte, Uspallata y que tiene unos 100.000 metros cuadrados de extensión. Frente al mismo se construyó la moderna Sede social del Club Atlético Huracán, sobre la Avenida Caseros, inaugurada el 9 de agosto de 1941, donde años más tarde se implantaría una de las mejores milongas de Buenos Aires, en sus hermosos salones. Allí bailé con las grandes orquestas en vivo en los cincuenta, y todos los domingos con "selectas grabaciones".
La Sede Social del Club Atlético Huracán frente al Parque Patricios
Atrás, en la leyenda, quedaban los Corrales viejos, el barrio de las latas, el de las ranas, y surgían numerosos clubes de barrio como el Sp. Charleston (donde aprendí a bailar tango), Alianza, Uspallata, Bristol y muchos más que sirvieron para refugio de niños, jóvenes y mayores. Estos últimos serían quienes edificarían estos lugares fundamentales para los barrios. Incluso el mismo Thays diseñó el Parque Ameghino, también en Parque Patricios, donde corretée en mi infancia y admiré el canto de los pájaros de todo tipo que lo poblaban y anidaban en sus árboles.
Y para redondear la nota, cabe recordar que Francisco Canaro y Osvaldo Fresedo grabaron en forma instrumental este tango que recuerda la vieja época: Del barrio de las latas. Fresedo lo registró el 16 de noviembre de 1926 y Canaro, el 1 de septiembre de 1927. El tema estaba bastante olvidado hasta que Carlos Di Sarli lo puso de nuevo en órbita, grabándolo con el cantor Mario Pomar en abril de 1953. Al año siguiente lo interpretaría en las 7 noches de Carnaval del Club Atlético Huracán, precisamente. Aníbal Troilo, con su cuarteto lo registró en forma instrumental el 5 de agosto de 1968. Lo acompañaban: Osvaldo Berlinghieri al piano, Ubaldo de Lío en guitarra y Rafael del Bagno en contrabajo. Estas dos últimas versiones son la que ilustran la nota.
Tita Merello lo grabó acompañada por la orquesta de Carlos Figari. Traigo ese video al blog porque está armado con fotos viejas que reproducen aquel escenario de pobreza y laterío.
A veces me pregunto: ¿Cuántos tangos hermosos pudimos habernos perdido si en 1934, no se hubiesen conocido José María Contursi y Susana Gricel Viganó? Él era entonces un apolíneo locutor de Radio Stentor y ella una muchachita que venía de Guaminí con las hermanas Omar para escucharlas a éstas en dicha radio porteña. Catunga, como se lo conocía en el ambiente, hijo del legendario inventor del tango-canción: Pascual Contursi, tenía 23 años y la hermosa muchachita apenas 14.
La historia es muy conocida: Se enamoraron perdidamente, se vieron, se escribieron, pero él terminaría casado con su novia porteña y ella radicada en Córdoba, con sus padres, también se casaría con un vecino de la localidad. La lejanía, el romance interrumpido por el destino, dió lugar a más de treinta composiciones escritas por José María, que llevan música de reconocidos compositores y que abrieron fuego con el tango que lleva el nombre familiar de la amada inolvidable: Gricel. Le pondrá música Mariano Mores en 1942 y sobre esas notas el Catunga dechava su tremendo y frustrado metejón.
La hermosa musa tanguera: Gricel
Entre idas y venidas, viajes y mensajes entrañables, va surgiendo una pátina de tangos que enriquecen las hermosas décadas del cuarenta al sesenta. He hablado varias veces de esa fragua de títulos que permanecen firmes en el gusto popular por tratarse de algo tan común como el amor imposible, y la belleza de los temas poéticos acompañados por una música del mismo calibre. Que sería de Mores, Troilo, Mora, Dames, Ciriaco Ortiz, José Tinelli, Antonio Rodio, Pontier, Laurenz, Francini, Stamponi, Caló, Scorticati, Brameri, Sebastián Lombardo, Fresedo, Soifer, Julio De Caro, Charlo, Mario Canaro, Francisco Lomuto, Pascual Storti, Andrés Falgás, Juan Carlos Howard, Ángel D'Agostino, Alfredo Attadía, Carlos Di Sarli.... y la lista sigue.
Todos estos personajes del tango vivieron, aunque fuese indirectamente, el tormento del Catunga Contursi por su alejamiento de la hermosa Grisel. Aunque finalmente, tras la muerte de la esposa del poeta, la separación de la rubia, afincada en Córdoba, y la mediación de Ciriaco Ortiz, el amor renace de sus cenizas aún calientes y los protagonistas de tantos tangos imperecederos se casarán por la Iglesia en la localidad cordobesa de Capilla del Monte. Ella había ido a buscarlo a Buenos Aires, aconsejada por Ciriaco. José María tenía 56 años y Gricel, la de las letras de tango: 47.
El Catunga y Grisel en Capilla del Monte
Toda esta historia es muy conocida pero no me resisto a revivirla una y otra vez, a través de esos tangos que escucho mientras escribo o los selecciono para bailarlos en la pista. Y hoy me emberretiné con éste que compusiera también con Mariano Mores y que está en el título de la nota. Es de 1944 y se dió a conocer en un concurso de tangos por Radio Belgrano, que ganara precisamente Cristal. La empresa Mejoral, una aspirina muy publicitada entonces, auspiciaba estos concursos que tuvieron mucho éxito por la calidad y cantidad de temas que se presentaban a los mismos..
Los versos desgarrados del Catunga hallaron justo encaje en la música que le sirvió Mores.
Tengo el corazón hecho pedazos,
rota mi emoción en este día...
Noches y más noches sin descanso
y esta desazón del alma mía...
¡Cuántos, cuántos años han pasado,
grises mis cabellos y mi vida!
Loco...casi muerto...destrozado,
con mi espíritu amarrado
a nuestra juventud.
El 7 de junio del citado año lo grabaría Aníbal Troilo, cantando los versos Alberto Marino y fue todo un golazo. Un día antes lo registró Francisco Canaro (en cuya orquesta tocaba Mores) con la voz de Carlos Roldán. El 30 de dicho mes y año, fue Osvaldo Fresedo, cantando Oscar Serpa, quien lo trasladó al disco. Armando Pontier realizó linda interpretación con la voz de Héctor Darío.
Lo podemos escuchar en las versiones de Troilo-Marino, y la que realizó Mariano Mores con su orquesta y su hermano Enrique Lucero cantando los versos, el 1 de febrero de 1957.
Hace unos días hablaba del Tango romanza, y entre los músicos que le pusieron firma a este estilo, distinto al Tango milonga, también incluía a al pianista y bandoneonista Joaquín Mora, un negro maravilloso que fue pianista de conservatorio y bandoneonista autodidacto, que aprovechó el hecho de que un compañero se dejara olvidado en su casa el fuey,e para practicar en él y agarrarle el gusto de tal manera que terminaría siendo un perfecto ejecutante del mismo. Debutaría en el tango, como integrante del conjunto de Graciano De Leone en el Salón La Argentina.
Luego se compraría su propio bandoneón y con el mismo ingresaría en la orquesta de Antonio Bonavena. Estaría en un trío con Eduardo Pereyra, pasó por el conjunto de Vicente Fiorentino cuando su hermano Francisco, luego gran vocalista de Troilo, fungía también con el fueye. Acompañó a Azucena Maizani en su gira europea, en las huestes de Roberto Zerrillo en 1930, y de allí saltó al conjunto de Irusta-Fugazot-Demare. Al regreso, estaría en la orquesta de Miguel Caló, hasta que le pasó lo contrario de su historia anterior con el fueye: lo perdió. Y volvería al piano.
Tendría su propia orquesta, fue asesor de la Academia PAADI, dirigió la Típica del sello Columbia y en 1943 se alejó del país radicándose momentáneamente en Colombia (allí lo conocí muchos años más tarde), pero partiendo reiteradamente a países vecinos como Venezuela, Panamá (donde fallecería en 1979, luego de un regreso a Buenos Aires, donde se encontró con la desaparición de muchos amigos), o incluso a Puerto Rico. El afamado musicólogo Luis Sierra lo definió así: "Las formas de expresión de esta gran figura del tango que se llamó Joaquín Mauricio Mora, encierran la difícil conjunción de la sencillez melódica y la sugestiva riqueza de un original ornamento armónico, que define y caracteriza la labor autoral de uno de los más admirables cultores del género, aunque las nuevas generaciones ignoren la magnitud de su trascendencia en la línea del tango romántico y cantable, inaugurado por otro de los escasamente recordados: Enrique Delfino".
Miguel Mora al frente de su orquesta en radio Mitre. Año 1936
Dejaría su huella en el tango con composiciones bellísimas como Divina, Margarita Gauthier, Distante, Rebeldías, Cuando se ama, Si volviera Jesús, Leyendas,Yo soy aquel muchacho, Volver a vernos, Verano, Cuando se ama, Mi estrella, con distintos poetas. O las que compuso con José María Contursi: En las sombras, Frío, Perdón, Cofrecito, Al verla pasar, Sin esperanza, El Cristo del veneno, Más allá, Como aquella princesa, Tan distante como el hielo, Otra vez Gricel o ésta del título: Esclavo que es la que ilumina hoy el blog.
Esclavo
No sé si es la tragedia de vivir así
con esta pena mía,
que ha dibujado esta mueca sombría
que nubla mis ojos y apaga mi voz.
Tal vez porque en el suelo deshojada está
mi pálida esperanza,
sólo me queda mi vieja añoranza
borracha de hastío lo mismo que yo.
Mil veces he tratado de olvidar
y busco distraer mi propia vida,
quisiera demostrar que no es verdad
que en vez de corazón tengo una herida.
Más ya no tengo fuerzas para ahogar
el lúgubre fantasma de mi pena
y vivo esclavo, así, de mi condena
sin poderme libertar.
Por eso cuando pienso que mi vida es
un mar de desencantos,
donde las aguas revueltas del llanto
no fueron surcadas por barco, jamás.
Me oprime la nostalgia de otro cielo azul,
lejano y placentero,
y un sol brillante de amor tempranero,
de cálidos rayos y besos de luz.
El publicista Becerra, el Negro Mora y Podestá en Colombia, 1959
Lo grabaría la orquesta de Francisco Lomuto con la voz de Jorge Omar en los versos, el 7 de enero de 1937. Por esas fechas lo dejó en el disco Charlo acompañado por guitarras. En 1959, lo grabó Alberto Podestá en Colombia para el sello Sonolux, acompañado precisamente por la orquesta de Joaquín Mora. También tengo el registrado por Ángel Cárdenas con el cuarteto de Troilo-Grela. Y la única cantante negra que tuvo el tango rioplatense, Lágrima Ríos (Lida Melba Benavídez Tabárez) lo grabaría en su país, Uruguay, con acompañamiento de guitarras. Como la madre afro de Mora era de Paysandú, Uruguay (su padre era argentino y criaron al futuro músico en un stud de Palermo donde trabajaba), los invito a escuchar la versión de Lágrima Ríos y la de Lomuto-Omar, de este hermoso tango.
Sábado a la noche y de veranito. Lindo programa que comienzo a despuntar de matina, con unos matecitos y medialunas de las flaquitas. Y por supuesto, escuchando tangos a troche y moche. De paso cañazo me dibujo unos pasos en el parqué casero para desentumecer los remos, después de un viernes agitado y trasnochador.
Hoy tengo BIEN MILONGA de 21 a 0.30 en la Casa de Aragón de Madrid, y mientras disfruto de este solcito animador que penetra por mi ventana, voy armando la música para esta noche. Tengo prácticamente la discografía de todas las orquestas y ésto más que un trabajo, resulta un gran placer porque son tantos los temas que me gustaría poner en la lista, que la encuesta me resulta difícil, pero a la vez, muy placentera. Si tengo tiempo preparo incluso la Milonga del Martes, de 21 a 24 hs., en la misma Casa de Aragón, de la Plaza República argentina nº 6.
Por eso no puedo comprender cómo en algunas milongas ponen temas difíciles de bailar o sin fuerza milonguera. Además hay una adicción común entre algunos disjockeys europeos recién llegados al mundo de la milonga: Cuando encuentran algún tema que no se pasa nunca en estos lugares, pues creen haber descubierto una perla, y así piensan sorprender a los milongueros. Y los sorprenden sí, pero en sentido negativo.
Pero también los hay buenos, y en algunos países como Holanda, Rusia o Francia, siguen progresando y manteniendo un standard medio-alto. Es que los milongueros necesitamos la llama que nos incendie anímicamente para saltar al ruedo. Y la música es fundamental en este aspecto.
Siguiendo la costumbre de los sábados, hago un desfile de parejas de distintos países para mostrar la evolución de los bailarines en todo el mundo. Y comienzo con la dupla de rusos integrada por Sergey Kurtatov y Julia Burenicheva, que bailan en una milonga de Moscú, este tango de Maffia y Curi: Te aconsejo que me olvides por Troilo-Fiorentino.
Y me doy una vuelta por el Tango-escenario con otra pareja de la misma zona, integrada por Dmitry Vassin y Esmer Omerova. Se exhiben con ese tangazo: Recuerdo, de Osvaldo Pugliese, acompañados-guiados por la magnífica orquesta rusa: Solo Tango.
Y cierro las tandas de hoy con este hermoso documento en el que bailan Osvaldo Zotto y Guillermina Quiroga -dos grandes- en el Salón Canning de Buenos Aires. Es importante porque improvisan como dos buenos milongueros, bailando Para dos, ese hermoso tango de Osvaldo Ruggiero, por la orquesta de Osvaldo Pugliese. Y es un pequeño homenaje a ese amigazo y gran bailarín que fue Osvaldo Zotto.
Vale la pena recrear esta nota que escribió Pablo Calvo para la revista VIVA y que nos presenta la traducción por parte de la Academia del Lunfardo del capítulo final de la obra de Cervantes, dándole un tono porteño único y desopilante. "Fané y descangayado", el caballero andante se despide del mundo hablando como un compadrito.
El Quijote es Gardel. Lo tradujeron al lunfardo
Una escena imaginaria del Quijote contra el Obelisco y un molino de viento porteño
Escribir esta
nota es una papa. La fuente es macanuda y el chabón del homenaje,
recontrapiola: Don Quijote, más porteño que nunca, porque el capítulo
que cierra sus aventuras y lo hace eterno acaba de ser traducido al
lunfardo, el lenguaje de los compadritos.
Es un texto con perfume
de arrabal, donde expresiones cervantinas y palabras malevas se
entreveran en el aire como los amagues de un puñal y relatan la muerte
del hidalgo caballero que enfrentó a los gigantes como si hubiera
sucedido en la Buenos Aires de Gardel, empedrada, melancólica y sepia.
Bajo el título “De cómo Don Quijote, en las diez de últimas, hace testamento antes de espichar”, el hombre de La Mancha agoniza “tirado en la catrera”, “fané y descangayado”, debido a “los piantes que le copaban la sabiola a causa del ilusorio camote con Dulcinea”.
La
recreación es el aporte argentino a la edición políglota del Quijote
que se difundirá en breve en España, durante las celebraciones por los
400 años de su publicación definitiva.Es un trabajo de la Academia
Porteña del Lunfardo, institución que Viva conectó en marzo con
el Museo Cervantino de El Toboso, España, que buscaba por el mundo 74
idiomas, jergas ó lenguas olvidadas, para traducir los 74 capítulos que
componen la segunda parte del Quijote. La gestión llegó justo cuando
quedaba vacante el desenlace. Y colados del estribo, los argentinos quedamos bien representados. “Cuando
tocan la polca del espiro, la Parca le saca boleto para el raje más
pintado, porque no hay en ese trance quien se le apiole. Por lo mismo,
no iba Don Quijote a salvarse del guadañazo de la que ya andaba afilando
el naife alrededor de su catre”, arranca la parte final de la obra
cumbre de Miguel de Cervantes Saavedra, quien siempre soñó con cruzar el
Atlántico y conocer América, pero nunca pudo. “Naife” es
el arma filosa que ultima y es la voz que empleaban los matarifes del
sur de la Ciudad en su mixtura con los irlandeses que vivían en dos
manzanas de San Cristóbal, cercanas a la Iglesia de Santa Cruz, y
trabajaban en los frigoríficos como sangradores. “Knife” es “cuchillo” en inglés, significado que se convirtió en “naife”
mientras las vacas eran degolladas. La explicación pertenece a la
poeta, letrista y escritora Otilia Da Veiga, presidenta de la Academia,
nacida, como el Papa argentino y el Obelisco, en 1936. Ella fue la que
tradujo el final del Quijote y la que disfrutó como nadie bautizar a
Sancho Panza, tantas veces alabado por su lealtad incondicional, como un
“gomía”.
Dictaba el Quijote el testamento de su riqueza intangible cuando ordenó consignar al escribano: “Después
de garpar mis deudas, los mangos que queden se los dan a Sancho, que me
aguantó y fue el ladero de todas mis menesundas. Si estando loco, lo
hice gobernador de la ínsula, estando cuerdo le daría si pudiera un
reino, porque es un tipo pulenta, un tipo de fierro. Y mirándolo, le
pidió perdón por haberlo engrupido con el yeite de la caballería andante
y haberlo hecho frate de todos mis piantes”.
En El Toboso, la
Patria de Dulcinea, entre cientos de volúmenes firmados por
personalidades mundiales, como Nelson Mandela, Fidel Castro y Juan
Domingo Perón, se hace un lugar un librillo titulado El Quijote Lunfardo,
del profesor argentino Alfredo Noceti, leyenda literaria del barrio de
Coghlan, que tradujo fragmentos del primer capítulo, al que tituló “De cómo Alfonso Quijano se convirtió en Don Quijote y armó tanto despelote con su corso a contramano”.Sin
saberlo, aquel comienzo abrió la huella de un camino, que ahora, como
en una parábola del principio y el final, completa la Academia. “Y
llegó el fin para Don Quijote, que murió cristianamente en su catrera,
como un bacán, luego de recibir los sacramentos, cosa que llamó la
atención del escriba, que nunca había visto morir en la cama a ningún
taita retobado”, es decir un tipo de peso, valiente, que se reveló a
lo establecido, describe Otilia Da Veiga, en el altillo que ocupa en
Estados Unidos 1379, refugio de palabras que antes vivían apoyadas en un
farol.
La académica aprovechó para colar un guiño de despedida al
poeta Horacio Ferrer, que se fue en diciembre detrás de la Luna que va
rodando por Callao. Fue al calificar al Quijote como un “piantao”.
Quedó también lugar para el epitafio del bachiller Sansón Carrasco, traducido al porteño de las orillas: “Yace
aquí el gran cajetilla/ que tanto quilombo armaba/ montado sobre su
silla. Si hasta la muerte rajaba/ pues fue de vida semilla/ y verdugueó
al mundo entero,/ como el cuco, y no por fiero.”
Cervantes,
oculto en la piel del escritor morisco Cide Hamete Belengeli, voz
narradora de la novela, se despide de su gran creación con palabras de
nostalgia, ahora y para siempre lunfardas: “Don Quijote nació para mí
y yo para él. Él se mandó su gran laburo y yo lo di a conocer en el
pelpa, mal que les pese a los manuses que se la piyan de escritores y no
guardan en la zabeca ni la luz de una cebita”.Y así termina este
cuento del castellano antiguo que por momentos camina por las baldosas
de Mataderos, que da risa y a la vez hace llorar, porque esta hecho de
voces que se apagan con la muerte del héroe imperfecto, que tuvo por
misión mejorar la imaginación de la Humanidad.
Pablo Calvo/ imagen Ana Vargas
Después de este trabajo genial, me permito imitar a Roberto Mancini que le agrega esta Milonga de Don Quijote, de mi querido compañero Daniel Giribaldi, con música de Jorge Luis Marziali. Lo interpreta Edmundo Rivero con las guitarras de Roberto Grela.
Este cantante cordobés triunfó en toda América interpretando boleros y baladas, con un nivel óptimo y un magnífico manejo de las situaciones planteadas por la poesía de dichas canciones. Se llama Roberto César Iannacone y desde niño, por influencias de un tío que había sido músico de nota, estudió piano y canto, trabajando a la vez en compañías infantiles. En ellas hacía un poco de todo, porque ya se vislumbraban en él las condiciones que le permitirían dedicarse al mundo artístico.
Decidió radicarse en Buenos Aires, en un momento en que la música romántica y las baladas estaban de rigurosa moda, y venía de cantar en grupos cordobeses. Lucio Milena vió la pasta que había en el muchacho y luego de presentarse en un cuarteto con la orquesta, pasó a grabar con éste, boleros que le darían el pasaporte a la fama. En un momento determinado de su carrera compartió los fervores del público por este género, con figuras de la talla de Lucho Gatica y Daniel Riolobos.
Fue además un creador, porque a la vez que revivía éxitos de siempre, cantados por sus predecesores argentinos en el género, como Hugo Romani o Leo Marini, entre otros, Yanés estrenó numerosas piezas que se convirtieron en éxitos inmediatos, por la belleza de su interpretación y la coloratura de su educada voz, tan apropiada para entonar canciones románticas.
La CBS Columbia entrevió sus grandes posibilidades y grabó dos temas que le abrirían las puertas del éxito, cuando ya su figura había aparecido en programas de televisión de mucha audiencia. Los dos temas que grabó fueron: ¿Donde estará mi vida? y El espejo. Y de allí a escenarios de toda América fue el gran empujón. Dejó versiones notables de páginas como: Vete de mí, Non dimenticare, Enamorada, Encadenados, Escríbeme, Pequeña Flor, infinidad de sucesos, y algunos propios como Te desafío o Querer como nadie.
Es considerado todo un clásico de las canciones románticas que tienen tantos seguidores, y especialmente por su manera de cantar dichos temas, con su voz clara, llena de matices, que le permitió dotar a cada uno de los temas que interpretó una especial muestra de su sentimiento creador. Sus conocimientos musicales, la amistad con su comprovinciano Chico Novarro que ha hecho de todo dentro del mundo de la canción, le sirvieron de apoyo para un suceso que derivó en infinidad de grabaciones que recorrieron toda América.
De chico había cantado tangos y sabía como interpretarlos. A veces los mechaba en alguna actuación televisiva o los grababa, como por ejemplo: Rondando tu esquina, Volver, Muriéndome de amor, Y volvemos a querernos, o Dicha pasada, entre otros. A Ástor Piazzolla le gustaba su forma de cantarlos y decidió grabar un elepé con su orquesta y Roberto Yanés, en 1963.
Finalmente grabaron sólo cuatro temas que se difundieron en un EP que no tuvo mayor difusión. En el mismo Yanés canta acompañado por la orquesta de Piazzolla, los temas: Fuimos, Cafetín de Buenos Aires, Margarita Guathier y Griseta.
También lo convocó Osvaldo Fresedo para registrar algunos temas con su orquesta y es por ese motivo que lo traigo hoy al Blog a este gran cantante romántico. Para comprobarlo les dejo dos versiones de las comentadas aquí. En este caso se trata del tango de José Dames y Homero Manzi: Fuimos, donde canta con la orquesta de Piazzolla. Y con Fresedo interpreta el tango de Eugenio Majul y Roberto Pérez Prechi: Tengo.
Fue Juan Carlos Cobián, o fue Enrique Delfino o los dos a la vez, quienes se sacaron de la manga ese nuevo registro del tango que denominaron Tango romanza, para diferenciarlo del Tango milonga que era el santo y seña del género desde su invención. Incluso en algunas partituras, aclaran, por si fuera necesario, el estilo del nuevo modo de encarar esta música popular sin desvirtuarla. Por el contrario enriqueciéndola con temas como Salomé de Cobián o Bélgica de Delfino.
A los 23 años Cobián, que tuvo de profesor a un genial Numa Rossotti en Bahía Blanca, ya se había anotado con páginas como Mosca muerta, El orejano, El gaucho, El motivo, Salomé, Sea breve y otros. Contaba Enrique Cadícamo que cuando las partituras de dichos tangos llegaban a los músicos que integraban los clásicos Sextetos típicos de la época, estos juraban en arameo porque no terminaban de comprender las avanzadas partes de piano escritas por Cobián con un estilo refinado, distinto, de mayor jerarquía artística de lo que se conocía por entonces.
A su vez Delfino, no sólo estudió en su Buenos Aires natal sino que fue enviado por sus padres a completar los mismos en Turín, Italia. Fue un músico completo, porque llegó a hacer malabarismos con sus manos y el piano en espectáculos que los consagraron por toda España, en Berlín, Londres, París y varias ciudades italianas. Con su tango Bélgica, creado en 1914 en Montevideo, asomó la vena artistica y romántica de ese tango romanza que tiene cierto aire europeo y por ello se diferencia del tango milonga rioplatense. Sus Sans Souci o Griseta inciden en ese formato.
Otros compositores que crearon páginas del mismo estilo fueron Joaquín Mauricio Mora, Julio y Francisco De Caro, Lucio Demare, insistiendo también en este ropaje musical que vigorizó musicalmente al tango y le dió un refinamiento que incidiría en las futuras orquestas de los años 40 y 50. Francisco De Caro creó páginas imprescindibles como Flores negras (1926), Loca bohemia (1928), o Bibelot (1934), que enriquecieron la música popular y lo consagraron como compositor.
Lucio Demare, además de haber sido un excelente pianista y director, conduciendo orquestas en las cuales se aprecia su talento romántico y elevado, realizó en París su tema Mañanitas de Montmartre, que encaja perfectamente dentro de las composiciones anteriormente citadas. Y después de haber creado páginas inolvidables como Malena, Dandy, Mañana zarpa un barco, Tal vez será su voz, Solamente ella, Sosteniendo recuerdos o Negra María, decía en los días finales de su vida: "Creo que hay entre mis cosas algunas rescatables: "Mousette, mañanitas de Montmartre, Sentimiento tanguero, Sorbos amargos, Malena, Hermana...".
El Negro Joaquín Mora, que aprendió a tocar el fueye en un bandoneón que encontró en un local nocturno; que luego estudió en profundidad y tocó el piano en orquestas varias y dirigió la suya, creó unas páginas hermosas. Lo encontré en Colombia, cuando ya estaba mayor y mostraba su añoranza por la Buenos Aires que lo había consagrado. Fue un melodista de extraordinaria imaginación que creó temas de una belleza incomún, y que se cuelan sin desmedro entre las anteriormente nombradas.
Sus páginas Divina, Esclavo, En las sombras, Frío o Más allá, son demostrativas de su pureza e inventiva en el tratamiento de los temas y cabal expresión de una manera de sentir el tango, que mereció un mayor reconocimiento. Y, especialmente el primero de los nombrados se inscribe con absoluto merecimiento entre los más relevantes del tango romanza. El gran musicólogo Luis Adolfo Sierra lo analizaba así:
-Las formas de expresión de esta gran figura del tango que se llamó Joaquín Mauricio Mora, encierran la difícil conjunción de la sencillez melódica y la sugestiva riqueza de un original ornamento armónico, que define y caracteriza la labor autoral de uno de los más admirables cultuvadores del género, aunque las nuevas generaciones ignoren la magnitud de su trascendencia en la línea del tango romántico y cantable, inagurado por otro de los escasamente recordados: Enrique Delfino.
Para inspirarme en el recuerdo de estas composiciones que hicieron historia en el tango, he estado escuchando algunas versiones de las citadas y otras de dicho estilo. Y voy a sintetizar ofreciéndoles tres versiones. Arranco con el con el elegante estilo señorial de Osvaldo Fresedo, el cantor Carlos Barrios y su versión de Divina (Joaquín Mora). Después nos enchufamos con el chopiniano Osmar Maderna y su orquesta, ejecutando el tango de Francisco De Caro: Loca bohemia.