viernes, 13 de febrero de 2015

Recuerdos de Cadícamo

Si no fue el escritor de poemas de tango más prolífico de la historia, pega en el palo. Y además, sus letras tienen un encanto especial, invitan a cantarlas y a ponerles música. Porque también, y esa fue otra gran virtud del inolvidable vate, colaboró con los grandes músicos de sus épocas, dado que murió cuando estaba por cumplir los cien años de edad y dejó mil trescientos temas musicales  que alumbran el cancionero popular argentino. Algunos de sus tangos llevan música propia.

Me encanta repasar una y otra vez esos temas, tan interpretado por cantores de todos los estilos, y tan bailados por los  milongueros de varias generaciones, incluidas las actuales. Además Gardel, que murió en 1935, alcanzó a grabar 23 de sus obras, que ya es decir. ¿Y quien no cantó o silbó un tango de Cadícamo de regreso a casa o mientras manejaba o caminaba rumbo al trabajo? Son temas que los porteños llevamos adheridos a la piel que envuelve al cuore, porque nos devuelven a los paisajes prístinos de nuestra juventud y adolescencia.

                                          

Y lo más admirable es que los construía en un rapto, pulsando las teclas de su pianito y los versos se caían solos sobre las mismas. Su sociedad con Juan Carlos Cobián, en la manera de vivirla a todo tren, escanciando todos los placeres de la existencia, además de los beberajes noctámbulos que les servían de afrodisíacos y de linimento espiritual y filosófico, derivó en la fabricación de temas imposibles de olvidar. La parva de tangazos exitosos que crearon, es increíble. Bastaría citar algunos de ellos como Nostalgias, El motivo, Los mareados, La casita de mis viejos, Niebla del Riachuelo, A pan y agua, Piropos, Rubí o Shusheta para sentirnos obligados a rendirle un homenaje a tanto talento.

En otra oportunidad narré como escribió Garúa de un día para el otro, sobre la música previa de Pichuco. Y también contaba como si tal cosa:

                                           

-Compré un minipiano Carlit, en el que empecé a componer temas. Se me ocurrió a título de ensayo escribir letras y adaptarles yo mismo la música, que por exceso de modestia comencé a firmar con el criollísimo seudónimo de Rosendo Luna. El primero de esta serie se tituló El cuarteador. Aníbal Troilo, que actuaba en Radio El Mundo, solía venir después de la audición a tomar una copa. En una de esas fugaces visitas le hice escuchar precisamente El cuarteador.

-Muy entusiasmado se llevó el manuscrito y días después lo estrenó en la radio y en el cabaret Tibidabo. La voz de su cantor Fiorentino realizó una creación original transformándolo en un éxito., identificándose tanto con esa novedad que sus admiradores comenzaron a llamarlo El Cuarteador de Barracas...

-Aquel piano me había traído suerte. Tratando de aprovechar su fluido, compuse muy poco tiempo después Tres amigos, que como el anterior lo estrenó Troilo, esta vez con la voz de Alberto Marino. Luego continuaron Por las calles de la vida, A quien le puede importar, No vendrá, popularizando en esta forma el seudónimo de Rosendo Luna. Yo escribía éxitos y mi amigo el editor los publicaba. Trabajábamos y nos divertíamos.

-Un día llega Troilo muy entusiasmado a nuestro departamento trayéndome una vieja grabación por la orquesta de Fresedo, del tango de Cobián Los dopados, Como era sólo para orquesta, me pidió que le adaptase versos porque quería estrenarlo urgentemente y con letra. Yo le expliqué que no me parecía correcto hacerlo sin la autorización de Cobián, que se hallaba fuera del país.

-Insistió en que le hiciera ese favor que me pedía, agregando que cuando Cobián regresara a Buenos Aires se encontraría con un éxito. Me convenció y pusimos la placa en el tocadiscos varias veces. No hubo necesidad de sacar el monstruo porque ya lo tenía pegado en los oídos desde los tiempos de Abdulla y además porque lo tocaba en el piano.

-Contando con la amistad que tenía con Cobián, me decidí a hacerle la letra cambiándole el título por el de Los mareados. Troilo realiza sobre el mismo un arreglo magnífico y lanza un impactante hit...

  Y parece tan fácil como lo cuenta... Por estas cosas es que los quiero y admiro tanto a estos vates y músicos que nos dejaron tamañas obras de arte. No sólo para escucharlas, tomando un mate o un scotch, sino incluso para bailarlas y sentirlas muy adentro. Son cosas tan nuestras que emocionan, al leerlas.  Es una linda manera de terminar la noche o iniciar el día escuchándolas una y otra vez.


Por ejemplo, vamos a escuchar a Troilo con Fiore, en aquel milagro de Los mareados, que grabaron el 15 de junio de 1942. Me emociono de verdad, se me estruja el cuore. Y a continuación: No vendrá, por la dupla D'agostino-Vargas, que lo llevaron al disco el 2 de noviembre de 1945.

¿En quien pensabas Enrique cuando los ibas escribiendo?

01- Los mareados - Aníbal Troilo-Fiorentino

11-No vendrá - D'Agostino-Vargas






2 comentarios:

  1. que grande pichuco en los mareados salute jose maria ,metele a tu bien milonga y disfruta del globo en su vuelta a primera y a la libertadores ja... ¿ que tal? saludos juan

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  2. Así es Juan... Cuesta disfrutar en medio de tal quilombo mundial, pero hay que darle alegría al cuore... Y que el Globo vuele un poquito que falta le hacía al barrio... Mientras tanto, a gastar tarros en la galonmi... Abrazo.

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