miércoles, 7 de enero de 2015

Juan D'Arienzo en TV

Para comprender el fenómeno D'Arienzo habría que haberlo vivido en vivo y en directo. En algunas de las tantísimas milongas que animó a lo largo de toda su vida artística, con esa orquesta y ese ritmo milonguero que te dejaba sin aliento. Pero con un sabor en el cuerpo, que te ibas a casa con la felicidad latiendo en el cuore, como los tantísimos bailarines que lo seguían y llenaban clubes.

D'Arienzo arrastró grandes masas y batió récord tras récord, en la venta de discos que la gente compraba apenas salían al mercado. En todas las provincias había orquestas que lo imitaban e incluso en Buenos Aires, donde Tito Martín o Víctor Di Capua (con cuya orquesta bailábamos en el Centro Lucense de Olivos), hacían todo su repertorio, intentando a la vez copiar esos tuttis motivadores de los músicos del Rey del compás.

                               
 D'arienzo en radio El Mundo con Lalo Harbin, Alberto Cosentino y Jorge Valdez


Algunas veces cuento la anécdota que viví con D'Arienzo en el Casino del parque Rodó, en Montevideo. Yo había ido con unos amigos a pasar la Semana santa. estaba jugando en una mesa de ruleta cuando apareció D'Arienzo a la disparada, en un intervalo de su trabajo en la capital uruguaya. Compró fichas y entró a sembrar el paño antes que el crupier cantara el "¡No va más!". Entonces le dije: ¡Qué ritmo juancito!, Y sin mirarme y sin dejar de llenar casilleros, me respondió: "¡Compás pibe, compás...!"

Fué el Príncipe cubano (Ängel Sánchez Carreño), el negro cubano que hacía de portero en el cabaret Chantecler donde D'Arienzo inició su revolución rítmica con el repertorio de la guardia vieja, quien lo bautizó como "El Rey del compás". Y con ese apodo arrasó en radio, y en todos los bailes donde la orquesta se presentaba dejando unas taquillas impresionantes.

                             
Pintín Castellanos, D'Arienzo y Biagi en Montevideo tomando un guindado


Carlos Lázzari que fue bandoneonista de su orquesta durante 25 años, recordaba que "Hacíamos  más de treinta bailes por mes, entre matinée y vermouth: terminábamos a la una de la mañana y el representante ya tenía calculados los tiempos para que llegáramos al cabaret, con una vuelta menos. El cabaret nos daba franco los sábados porque ese día los bailes de los clubes eran veladas, es decir que terminaban a las tres de la mañana. Todos los clubes tenían espacio, si no llovía hacían baile al aire libre. Pero la gente también ha llegado a bailar bajo la lluvia, descalza y con paraguas, y han puesto un toldo donde tocaba la orquesta....

Aunque suene a inverosímil, la fiebre llegaba a ese extremo.

                                       
Preparando la batalla de los fueyes. En el piano Juan Polito, un fenómeno.


Hoy vamos a entreternos un ratito viéndolo a Juancito al frente de su orquesta y moviendo los cimientos. Es casi imposible poder comprender la tremenda fuerza que tenía la orquesta y cómo conmovía a bailarines y oyentes, más allá de su estilo pudiera ser discutido académicamente. Para comprobarlo vamos a ver esta actuación suya en Canal 11 de Buenos Aires, comentada por el brillante Héctor Larrea. Para mi gusto ya exageraba mucho y se pasaba un tanto de rosca, sobre todo con su gesticulación, Incluso Echagüe ya no era el de su mejor época. Pero vale la pena.

Allá vamos.

                                          

2 comentarios:

  1. Si bien Alberto Echagüe fue el cantor emblemático de la orquesta, y debe ser el que grabó mas temas, para mi gusto no fue el mejor de todos. El tema da para la controversia eterna. Para mí fue superado por Mauré, Laborde, Bustos y Valdez, si bien gozaba de una gran popularidad y una hinchada fenomenal.

    ResponderEliminar
  2. Ya sabés que sobre gustos... Lo que está claro es que Echagüe para D'Arienzo fue el Fiore de Troilo, el Vargas de D'Agostino, el Campos de Tanturi y demás rubros inseparables. La calidad de todos esos cantores que mencionás, especialmente Mauré, está fuera de toda duda.

    ResponderEliminar