sábado, 10 de enero de 2015

BIEN MILONGA

Además de la música, del canto, de la historia, de los grandes monstruos que fecundaron el tango, están las milongas diarias donde le damos rienda suelta a nuestra afición milonguera. La mía lleva muchos años. He bailado en los grandes templos del cincuenta: clubes, salones y confiterías céntricas. Me he llenado de tango y he aprendido a bailar con aquellas hermosas barras que no eran bravas nada más que como cofradía, para compartir sentimientos.

Y aunque hoy esté en otro continente, en otras ciudades, la pasión sigue intacta, porque al fin de cuentas el tango nació mestizo y cosmopolita. Y desde este blog, mis libros, mis conferencias y mis milongas, sigo impregnado de aquel espíritu, y lo bailo en cuanta pista me reciba, en Europa o en mi Buenos Aires querido, cuando visito esa hermosa ciudad y tantos amigos eternos. 

Y acá estoy firmetex -como decíamos por ayá-, dándole cuerda a mi afición eterna. Seleccionando la música ideal para BIEN MILONGA, lo que me lleva bastante tiempo porque hay que escuchar tema por tema para detectar posibles fallos, además de escogerlos. De paso cañazo, los invito a venir a bailarse unos gotanes de siempre, unas milongas restallantes y unos valsecitos de aquellos patios, bien de barrio. Con las grandes orquestas inmortales. El ambiente los sacudirá.

     


Y de paso, para que vean cómo las gastan por estos pagos, la orquesta rusa Solo Tango, se larga
en una milonga con La tupungatina, esa tonada cuyana de Cristino Tapia, que el bandoneonista Roberto Pepe adaptó a tiempo de tango, para la orquesta de Osvaldo Pugliese.


                                                                        

No hay comentarios:

Publicar un comentario