miércoles, 3 de diciembre de 2014

Hugo del Carril

Creo que la historia del tango, é anche piú, ha sido muy injusta con este cantor. Polilifacético artista, ya que comenzó su carrera como locutor de radio, cuando este elemento era el acompañante ideal de las familias, dado que no existía la televisión. Antes, con un amigo del barrio porteño de Flores, compartían serenatas y cantos en algún boliche. Ese amigo -Floreal Ruiz,  también treparía alto en el cariño de los tangueros.

La vida de Hugo del Carril contine ingredientes de sobra para escribir un libro, o para realizar una película, con sus propias peripecias. Historias de vida muy duras, que elevan aún más todo el trabajo que realizara en su vida. Porque fue el cuarto hijo de un matrimonio inmigrante italiano, que al separarse, lo abandonaron, dejandólo  en manos de sus padrinos franceses, Francisco Faure y su esposa Alina, cuando apenas tenía dos años de edad.

                                     


Piero Bruno Hugo Fontana, su nombre de familia, se trasladaría con ellos a Francia donde atravesaría una etapa de su niñez. Hugo nunca pudo olvidar aquella injusticia cometida contra él y le costó mucho superar ese abandono definitivo. Todo ello contribuye en gran medida a enaltecer los logros de su carrera y la dignidad que mostró a lo largo de toda su vida.

Cuando terminó los estudios primarios, intentó el secundario en el Nacional Mariano Moreno, pero abandonaría porque  le tiraba el canto y era fanático de Carlos Gardel, al que escuchaba repetidamente y con profunda admiración: "Gardel fue quien marcó el rumbo, la ruta a seguir, la forma de cantar el tango", afirmaría. Había vuelto de Francia con 14 años, y el tango se le había impregnado de manera total. Aunque tendría un par de trabajos para ayudar a sus tutores.

                                               


Un día de casualidad y con increíble audacia, se metió en Radio del Pueblo y se ofreció como speaker, antigua denominación inglesa de los locutores. Y debutó ganando, porque allí mismo en aquellas radios donde se hacía de todo un poco y con más voluntad que planificación, empezó a mechar tangos que cantaba con su potente voz de barítono, haciendo de estribillista de todas las orquestas que desfilaban por la emisora. Su nombre de batalla artística era Pierrot, el apodo familiar que le dejaron sus padrinos-padres, pero también se inventaba algunos más, para alternar con unos y otros conjuntos.

Fue en radio del Pueblo -aunque ya se las rebuscaba en otras emisoras-, donde lo encontró Edgardo Donato y le proposuso grabar algunos temas con su orquesta en 1934. Sería su debut en el disco como estribilllista  y dejaría con Donato temas como: Muchacho de cafetín, La caída de la estantería, Rosa, poneme una ventosa, De contramano, El vals de los recuerdos, y otros cinco haciendo únicamente el estribillo. Aunque Hugo prefirió siempre ser solista.

                                 
Con Sabina Olmos en una película


Cantó mucho tiempo acompañado en guitarras por los hermanos Puccio y luego por la orquesta de Tito Ribero. El pianista Héctor Quesada, autor de esa belleza de tango: Indio manso, fue quien lo recomendó en radio El Mundo, y Tito Ribero lo orientaría musicalmente de allí en adelante, aunque nunca dejó de lado a sus guitarristas. Hugo impostaba naturalmente pero cuando entrevió el filón, en 1935, recurrió a la ayuda de Elvira Colonnese, cantante lírica, que le abrió otros horizontes y estaría con ella hasta 1942. Y cuando se iba el año 1936, Manuel Romero lo buscó para cantar un tango suyo y de Francisco Canaro: Tiempos viejos,  en la película: Los muchachos de antes no usaban gomina.

Fue la entrada a la puerta grande del cine y no paró de filmar películas como actor principal, en Argentina y luego en México, junto a la estrella de turno. Curiosamente, a Hugo no le interesó demasiado el trabajo de actor, en cambio soñó siempre con dirigir, una vez que adquirió la experiencia necesaria para poder hacerlo. Y cuando se sintió seguro dió ese nuevo paso, sin abandonar nunca su condición de cantor. Entendía que el tango merecía ser tratado con más firmeza en el cine, donde estaba descuidado por los productores y así arrancó con Historia  del 900. Un golazo.

                                             

En este rubro se proyectó haciendo otros temas como La quintrala (filme madito), Las aguas bajan turbias (su mayor logro en el cine), Las tierras blancas, Una cita con la vida, que marcó el debut de Graciela Borges en el cine. (Vi filmar unas secuencias por invitación de Enzo Viena -el actor principal- en el pintoresco barrio Buteler), y otras de menor calado.

Como le sucediera a otros artistas que manifestaron su apoyo público a la política del General Perón, cuando éste gobernó al país en sus dos primeras magistraturas; al producirse el golpe de Estado de 1955, Hugo fue perseguido con una saña increíble por la dictadura militar. Le confiscaron sus bienes, lo prohibieron en todas partes y hasta le destrozaron su criadero de nutrias en una isla del Tigre, rompiendo las jaulas y dejándolas escapar. Su buen dinero le había costado ese emprendimiento.

                                     


Como Libertad Lamarque y tantos otros, debió exiliarse en México, donde lo recibieron como a un gran artista y filmó varias películas en los tres años que estuvo allí. En Cuba incluso tuvo un éxito rotundo y sus discos ya eran conocidos antes de arribar a la isla caribeña. Grabó con Francisco Canaro, cantó con Horacio Salgán en Estados Unidos y con Armando Pontier y Mariano Mores en Buenos Aires, al regreso.

Yo lo vi en radio Belgrano, acompañado por la orquesta de Tito Ribero. Se había dejado barba en ese momento porque estaba filmando una película. Este hombre, que no sólo tenía un pintón, sino que era lindo muchacho, todo un  galanazo, fue un porteñazo cabal y un cantor que merece estar en el recuerdo de todos, porque por sobre sus desventuras, se ganó el respeto del público y de quienes lo conocieron como ser humano. Lo encontré muchas noches en el restaurante Hamburgo de la calle Carlos Pellegrini, donde concurría después de los espectáculos con su esposa Violeta Courtois, una hermosa empleada de SADAIC, que le dio la felicidad que le había sido negada en su triste infancia y cuatro hijos, todos apadrinados por el General Perón, a la distancia, por medio de emisarios.

                                           


Hoy lo traigo físicamente en tres temas. Primero, en la película Los dos rivales (1944) con Luis Sandrini, donde canta Garúa, el tango de Troilo y Cadícamo.




En la película Buenas noches Buenos Aires (1964) dirigida por él mismo, cantando de Mariano Mores y Rodolfo Taboada el tango: Porque la quise tanto, acompañado por la orquesta de Mores.


                                


Y, bien gardeliano, acá se manda con su voz y con su pinta, la canción de Alfredo Le Pera y Carlos Gardel: El Día que me quieras. Lo canta en la película: La vida de Carlos Gardel, que protagonizó junto a Delia Garcés en 1939. La dirigió Alberto De Zavalía.

¡Grande Hugo!

                                                    


                                          


                                    

2 comentarios:

  1. don hugo cabal ejemplo de dignidad-como canto garua en la pelicula fenomenallsalute

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