viernes, 12 de diciembre de 2014

Alejandra

Sí, estamos en la Semana grande del Tango y tengo que volver a traer a estas páginas a una mujer, en este caso, bailarina y de muchos quilates. Porque ha paseado su arte milonguero por el mundo entero, imparte clases en su Estudio de Roma, viaja todo el año para actuar en grandes Festivales, en Teatros, al aire libre, y siempre nos deja  un postgusto maravilloso por sus interpretaciones. Ésas que llevan la rúbrica de La Mantiñán,  con los distintos compañeros que tiene en cada reunión.

Sus definiciones sobre el tango-danza deberían tenerse en cuenta para el presente y el futuro inmediato por el valor que encierran tales reflexiones. Ha cumplido 30 años como profesional y su entusiasmo, su entrega, no decaen porque en la pista o el escenarios se siente Reina. Y lo es.

                                 

Basada en su experiencia, en diferentes reportajes, dice cosas como éstas:

-Aprender sin pensar es inútil... Pensar sin aprender... peligroso. Por eso, si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo y así la vida no sólo será querer todo lo que ambicionas, sino querer y respetar todo lo que has logrado...

-Para enseñar, no tengo definición, tengo un concepto. El concepto es entender que el cuerpo entiende una lógica motriz y autónoma, y cuando vamos en contra de su propia función, llámese tango, salsa o ballet, nunca nos deja llegar a nuestro propio limite. Eso nos genera frustraciones, y no nos deja viajar en el elixir de la danza. Yo predico por una danza libre de tensiones y posiciones no naturales, de eso se trata mi forma de enseñar.

                                      Homenaje a sus 30 años de bailarina profesional

-Del tango me quedaron grabadas muchas cosas, pero lo que más me impresiona es la intensa necesidad general de vivir una vida opuesta a su realidad, es como un escape, una especie de puerta a la felicidad. La gente está sonriente, se siente importante y especial, y aunque todos lo somos, muchas veces, no lo sentimos. Sin embargo, en el tango es casi un estado natural. Eso es lo que no solo me ha sorprendido siempre, sino que me sigue sorprendiendo cada vez.

- En la milonga se aprende todo. Por ejemplo, los códigos. Lástima que se están perdiendo, si no se perdieron ya. Cuando yo empecé queríamos cumplir con los ritos que conservaban los más grandes. Con el tiempo esos viejos se fueron muriendo y quedaron otros que, muy acertadamente, empezaron a apoyar a la juventud, pero tal vez demasiado, porque se convirtieron en abuelitos con una mentalidad de “Todo lo que hace el nene está bien”. Eso permitió que toda una generación de jóvenes, no tuviera que pasar por todo lo que tuvimos que pasar nosotros, que no tuvimos videos ni maestros con pedagogías modernas. Eran todas cosas medievales, del tipo de: “No, eso es una mierda, pibe, es así (mueve los brazos), ¿ves?
Ahora tenés un maestro obsesivo, que busca la estética, que estudia, que compara, que va a pilates…


                                       
 

Entre los bailarines destaca a Pablo Verón, Pugliese es su orquesta preferida, y Antonio Todaro -como afirman muchos de sus colegas- fue el gran maestro. Y les deja su consejo a los que buscan el placer en la pista de baile:

-Sentí. Pensá si lo que sentís te hará grande, y dejate ser. 

A esta gran artista, reina del tango, le deseo otros 30 años de presencia dentro de la danza y que siga repartiendo genialidades y consejos a los milongueros del futuro.

La vemos en el Festival de Elba, la isla italiana. Es de Julio de este año, y baila con Aoniken Quiroga su tango preferido: Tormenta. El gran tema de Enrique Santos Discépolo por Carlos Di Sarli y la voz de Mario Pomar.

                                             

Y en otro "toquecito Mantiñán", la vemos con el ancho Aoniken (que tiene un enorme mérito, claro), bailando la milonga de Raúl Aguirrezabalaga: La cicatriz, por Juan D'Arienzo y la voz de Alberto Echagüe.

                                                                     

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