miércoles, 30 de julio de 2014

Tanguera en la guerra civil española

María Luisa Carnelli fue una revolucionaria en el buen sentido de la palabra. Se dedicó al tango cuando en su casa de La Plata sólo podían escucharlos los varones, y a escondidas. Se casó apenas terminados los estudios secundarios. Tuvo un hijo y se fue con el niño a vivir sola a Buenos Aires. Escribió versos desde adolescente, y aunque provenía de una familia burguesa que tuvo diez hijos, ella se identificaría con ideas de izquierda. Escribiría tangos de mucho éxito,  muchos en lunfardo, que firmaría con el nombre de su hijo: Luis Mario o Mario Castro, para no incomodar a su familia, en sociedad con destacados músicos. Toda una audacia inconcebible para la época. Y terminaría viviendo con Enrique González Tuñón, en concubinato, palabra despreciable si las hay. Cuando se produce la Guerra civil española, siente que su deber es estar allí para apoyar al Gobierno de la República, y como corresponsal de la Revista Ahora y colaborando en el Diario El Sol de Madrid, se instala en la capital deEspaña.Con Raúl González Tuñón recorrerían trincheras, asisten a la resistencia heroica de Madrid y toman partido por republicanos junto a  grandes figuras de la intelectualidad española. La Editorial Renacimiento, de Sevilla,  rescata en un libro esta crónica enviada por la escritora argentina.

                                                                                 

Tanquistas
La historia recogerá un día los hechos y detalles de la más grande epopeya que han conocido los pueblos. Desde otra perspectiva, , haciendo distancia para abarcar en toda su magnitud el hecho grandioso, las generaciones que nos sigan -y para las cuales se ha luchado con singular heroísmo-, clasificarán y valorizarán en su justa medida todos y cada uno de los episodios que han jalonado de gloria, de admiración y de sacrificio estas largas  y cruentas jornadas de lucha. De esta lucha en la que se juega no sólo el destino del pueblo español: también el destino de todos los pueblos del mundo.
  ¡Todo para perderlo o todo para ganarlo! Con la victoria, la felicidad, la libertad y la paz. Sin ella, la esclavitud, las cárceles, la miseria, la expatriación. ¡No hay otra disyuntiva! Y esta realidad, esta verdad, está clavada en el pecho de cada luchador antifascista. Cada soldado nuestro, por propia determinación y por absoluta comprensión de lo que esta guerra significa, se ha impuesto a sí mismo la consigna de "vencer o morir". Consigna que no encierra el vacío de una frase más o menos marcial, sino que es la síntesis de una aspiración que va más allá de la muerte.  ¡Victoria! Victoria de la juventud sobre la decrepitud; victoria de la justicia sobre la desigualdad y la iniquidad.  Victoria lograda a costa de dolor, de sangre y de sacrificio, pero fecunda y magnífica por sus proyecciones grandiosas en el espacio y en el tiempo.

La máquina y el tiempo
 El tanque. El tanquista. ¡Qué páginas de legendario heroísmo se escribirán un día para rendirles el homenaje que se merecen! Esta es la más vigorosa expresión de la guerra. Esta es la guerra en su más fuerte y aparatosa dramaticidad. La máquina, y el hombre que maneja y domina la máquina.  Coloso de acero que avanza siempre, triturando piedras, surcando baches, segando árboles con el ímpetu de un huracán, arrollando obstáculos para ir a clavar allí en donde el enemigo se agazapa, el arpón de su cañón y su ametralladora.
  El tanque hizo su aparición por primera vez, como arma formidablemente mortífera, en la guerra europea.  Fue cuando en los campos de Francia los bandidos imperialistas disputaban sus intereses entre ríos de sangre.
  Hoy el tanque lo tenemos aquí, pero para defendernos y aniquilar precisamente a los bandidos imperialistas, que pretendieron aplastarnos con ellos....


El vuelo de un moro
En esta mañana nublosa y desapacible, la silueta de los tanques se recorta potente bajo el cielo y ante el horizonte de Castilla. Junto a los carros, una treintena de tanquistas, y con ellos, eje y nervio de las máquinas  y los hombres, el camarada Domingo Díaz, panadero en sus primeros años de juventud, luego cabo licenciado del ejército y ahora capitán; el teniente técnico camarada Damián Rueda y el comisario Cayetano Guerra.
  Uno tras otro voy mirando todos los rostros, muchachos en la fuerza pujante de su juventud, hombres en la edad viril, curtidos hoy en la guerra y ayer en las cárceles y el trabajo ilegal. Al azar elijo a dos: José Marco y Tomás López.
  -A ver, ¿qué tenéis de interesante para contarme?
  La pregunta, así de sorpresa, los desconcierta un poco. ¡Hay tanto para contar! Retroceden a lo más inmediato, a las acciones en el Cerro del Águila.
  -Subimos nueve veces, nos tiraban con antitanques, con bombas, con ametralladoras. Pero la nuestra, en fuego de abanico, les causaba una mortandad enorme. Un moro, con veleidades de antitanquista (eso sólo lo pueden hacer los nuestros), se acercó con bombas para contenernos. Le apunté con el cañón, y una mitad del cuerpo fue en busca de Mahoma y la otra en busca de Alá.
  Y José Marco acaricia el cilindro de su cañón para premiar un mérito que sólo es suyo: el de su decisión y su coraje.

Y cuando se lance al asalto...
  -Anoche hemos reconquistado un tanque que se nos quedó allí, paralizado, pero no inútil, cerca de Las Rozas. A media noche, bajo el incesante fuego del enemigo, a quien le arrebatamos su presa. hicimos la operación. Momento bravo. Los antitanques, lanzando lengüetazos de llama,  agujereaban de estelas rojizas la oscuridad. Fuego, fuego por todas partes, de fusil, de ametralladora, de bombas; pero enganchamos y nos trajimos a nuestra máquina, con doce agujeros en su torrecilla, hasta nuestro campo. Pronto quedará en condiciones de entrar nuevamente en combate y lo lanzaremos de nuevo contra las fortificaciones del Cerro, contra Garabitas,  contra esas líneas, que tendrán que romperse, fatalmente, cuando nuestros tanques y nuestros hombres se lancen al al asalto, en el empuje final y decisivo...
  Mientras esto me dice el capitán, yo sigo la sinuosa marcha de un tanque que baja y sube entre las piedras.  En lo alto de su torrecilla, los muchachos tanquistas, con los ojos y el pensamiento fijos en el horizonte. El viento de la libertad orea sus frentes. El tanque  se transforma ante mis ojos y cobra la apariencia de un tractor. ¡Por esto-me digo- por esto es por lo que lucha la juventud!

                                                                                              María Luisa Carnelli
                                                                                    Madrid, 25  de abril de 1937


                                                   


 Al recordar a esta intelectual que se adelantó en años a la liberación de la mujer y mostró talento y valentía a raudales, la recuerdo con dos de sus tangos. Azucena Maizani canta Se va la vida, de María Luisa (lo firma con el nombre de su hijo, Luis Mario, y la dupla Edgardo Donato-Roberto Zerrillo. Estrenado por la Ñata gaucha en 1929, lo grabaría al año siguiente. Y su gran éxito: Cuando llora la milonga compuesto con Juan De Dios Filiberto. Lo grabó entre muchos otros Ricardo Tanturi cantando Osvaldo Ribó el 16 de agosto  de 1950.

Se va la vida - Azucena Maizani

146- Cuando llora la milonga- Tanturi-Ribó

3 comentarios:

  1. llegue a verla en reportajes de tv hace muchos años pero desconocia su historia como reportera o cronista de la guerra civil española y menos que habia sido la concubina de tuñon. flor de ovarios esta mujer salute juan

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  2. Así es. Fijate en qué año empezó a escribir tangos, además de libros de todo tipo. Gardel le grabó P'al cambalache y Cuando llora la milonga. Adelantada en 50 años a su época. Abrazo.

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  3. Cuando recibas noticias de alguien que esta en el frente y te diga malamente lo que aqui suele pasar,no hagas caso madre mia de lo que se alla dicho pues seguro sera un bicho que no sirve pa luchar.
    Mi tio ya fallecido siempre cantaba este tango el cual comenzaba asi en la guerra civil,me haria mucha ilusión poder conseguirlo o saber el titulo de la canción.Muchas gracias a todos.Mi correo el belfast76@hotmail.es

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