lunes, 2 de junio de 2014

Martín Alvarado

Es ídolo popular en Finlandia y ha realizado giras por infinidad de países, triunfando en todos con su hermosa voz de tenor y el tango que destila a través de ella. Se consagró como ídolo muy lejos de su Buenos Aires natal y en un país que ama el tango pero de costumbres tan disímiles. Tuvo que dejar la cálida succión del cobijo hogareño y lanzarse a la aventura, en una de esas tantas crisis económicas que azotan a la Argentina y que hunden a muchísimas familias en la desesperanza total.


Martín nació en el barrio de Flores que nunca olvida, en su casa de la calle Aranguren que sigue manteniendo y donde se aloja cada vez que regresa. También vivió con su familia 4 años en Mar del Plata, que recuerda muy felices, sobre todo por los partidos de fulbito con los chicos amigos. En 2002, cuando después de seis meses de pensárselo seriamente, decidió afrontar sus miedos y dudas y partió a España, porque en Barcelona estaban amigos suyos, dió el paso para iniciar una aventura que lo ha llevado a realizar desde entonces más de 400 conciertos en toda Europa y Sudamérica con auditorios colmados. Ha realizado cuatro álbumes y ha ganado recientemente el premio "Latin UK" en el Reino Unido en la categoría "Concierto del año de Artista Internacional"

En su casa porteña no había antecedentes artísticos pero su padre era tanguero. A Martín le gustaba la música y a los 19 años decidió estudiar seriamente guitarra. En ese entonces tocaba rock, jazz, pop, en diferentes bandas, hasta que un día vio en televisión a Rubén Juárez cantando tango y su cabeza y su corazón sintieron un bandazo. El padre de Martín escuchaba siempre música de este género. Y entonces el muchachito comenzó a sentir y cantar tango hasta convertirse en uno de los valores jóvenes de mayor proyección.


Martín Alvarado en Rusia
Esa ilusión se fue desvaneciendo cuando estando en Barcelona y para subsistir, se vio obligado a cantar tangos en la calle. Algo muy duro para un artista, pero que hoy lo recuerda con mucho cariño y alegría. Porque fue mágico. Un día, dos turistas finlandesas se acercaron a escucharlo, lo aplaudieron, le compraron sus discos y le dijeron que debía ir a Finlandia a cantar, que allí sería ídolo y demás. Intercambió con ellas los  respectivos correos electrónicos y mantuvieron la relación epistolar.

De Barcelona, Martín saltó a Nantes y a París, y en la capital francesa recibió un mensaje de Anne una de las dos señoras del encuentro en las Ramblas de Barcelona. Ella le decía: "No nos defraudes a los finlandeses y ven acá". Le habían conseguido dos contratos en la ciudad de Tampere, una ciudad situada a 170 kilómetros al norte de Helsinki. Voló hacia la nueva aventura, se encontró con una pequeña comarca desolada en ese domingo a la noche que nunca olvida. Y allí comenzó la aventura hacia la fama para consagrarse en el que es, para muchos, el mejor cantor de tango del Siglo XXI.  



Ha cantado con Orquestas filarmónicas, incluye tangos nuevos y antiguos en su repertorio, incluso algunos que no han tenido gran repercusión y así ha ido cosechando aplausos en Rusia, Finlandia, Polonia, Eslovenia, Bélgica, Francia, Hungría, Uruguay, Letonia, Suecia, Bulgaria, Noruega, España, Italia, Austria, Estonia, Holanda, Ecuador...y Argentina. En Buenos Aires actúa con gran repercusión cada vez que puede, con las guitarras de Horacio Avilano y su cuarteto, con la orquesta que dirige Raúl Garello, con la de Fabián Bertero y otros conjuntos.  

Martín, que conserva la melena que se fue dejando, imitando a Glenn Hughes, un músico de rock británico muy conocido por haber sido bajista y cantante de Deep Purple, y que lo impactó allá por los setenta, usa ropa informal para actuar. Con su estilo, su carisma y el fraseo de su cálida voz crea el clima temporal y emocional perfecto y sus conciertos son un éxito asegurado de público y aplausos.



Pero su sentido de pertenencia lo lleva una y otra a vez a sus ciudad. Al lugar donde descubrió a su ídolo: Ruben Juárez. Adonde tiene a sus amigos, afectos y gente del tango que lo espera para  redondear actuaciones y grabaciones que siguen dando la vuelta al mundo.

Les invito a  verlo y escucharlo  en dos temas. De Roberto y Miguel Ángel Puccio: Una tarde cualquiera. Lo acompañan José Ogivieki en el piano, Mariano Cigna en bandoneón y Marcos Ruffo en contrabajo.

                                         

A continuación Fruta amarga, el tangazo de Homero Manzi y Hugo Gutiérrez con el cuarteto de Horacio Avilano.


                                                 

 Y va la yapa. Un hermoso e íntimo tango de Joaquín Mora y José María Contursi, donde Martín brilla con todas las luces y la calidez de su voz: Más allá. Joyitas.



                                      
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