martes, 6 de mayo de 2014

Alberto Gómez

Fue un cantor de larga permanencia en las carteleras no sólo de Argentina, sino de toda América incluyendo México y Cuba. Ídolo en muchos de dichos países grabó en varios de ellos dejando el recuerdo de su voz melodiosa que le venía de nascita pero que supo formar con el maestro Antonio Codegoni, un tenor que había destacado en la Scala de Milán. Más tarde estudiaría con Eduardo Bonessi.

Se llamaba Egidio Alberto Aducci, era el mayor de cuatro hijos del matrimonio de inmigrantes que vivían en Lomas de Zamora y en el Colegio de dicha localidad sobresalió tempranamente en todos los coros. De advertía su futuro cuando cantó un trozo de Cavallería Rusticana en una fiesta del Colegio realizada en el Teatro Español de dicha localidad bonaerense, donde lo conoció Gardel

                               
Su amigo Tito (Augusto Vicenti), que cantaría con el apodo artístico de Augusto Vila, formaría con él un dúo que animaba fiestas o actuaba en algún café, recreando la moda que impusieron Gardel-Razzano, Magaldi-Noda y tantas otras duplas de la época. Con el guitarrista español Manuel Parada se completaría un trío que ganaría fama en el centro de la ciudad, donde un músico le sugirió que adoptase un seudónimo y así pasó a ser conocido como Alberto Gómez.

La película Tango, estrenada en 1933, lo contará como actor y cantor junto a las celebridades del momento. Ya había mostrado sus condiciones en su debut con la compañía de César Ratti en el Teatro Apolo y Carlos Gardel, nada menos, lo bautizaría como El pingo de Lomas (por su ciudad natal). Lo del "pingo" está relacionado con el idioma turfístico, hobby en el cual tanto Carlos como Alberto eran conocidos como  asiduos concurrentes al Hipódromo de Palermo. Incluso uno de los más grandes éxitos de Gómez como autor, fue su Milonga que peina canas que recrea la historia de pingos famosos que dejaron huella en la arena palermitana y su leyenda.

Enrique Santos Discépolo se haría gran amigo de Alberto y como vivían cerca lo llamaba para ensayar y hacerle estrenar varios de sus tangos famosos. El primero de ellos fue Soy un Arlequín en 1928. Para ello el cantor debía soportar sus constantes correcciones y la filosofía que emanaba de las letras de esas canciones. Y así se lo contaba luego Alberto a mi amigo y compañero José Barcia:

-Empezaba por preguntarme: "¿Vos sabés lo que es un arlequín? Claro que lo sabés, un títere, un autómata. Bueno, entonces metete dentro del personaje, viví lo que él sufre, fijate el dolor que le atraviesa el alma. con tu voz tenés que imitar los brincos del desventurado, dar la sensación de que está sacudiéndose. Es su tremenda angustia...¿entendés?". Era inflexible en todo cuanto se relacionase con la fidelidad a la imagen que había creado en cada poema".

                                     

Convertido en solista y acompañado por guitarristas como José Canet y otros destacados músicos, se convirtió en artista de la radio y comenzó su periplo viajero por Uruguay que se iría extendiendo por Chile, Brasil, Colombia, Venezuela, Cuba, México, República Dominicana, Puerto Rico, lugares, donde alcanzaría un prestigio impresionante y sería requerido constantemente. También grabaría con las Típica Víctor y la de Adolfo Carabelli, varios temas con su nombre artístico o el de Nico. Y con Los Provincianos, el conjunto que dirigía Ciriaco Ortiz. Lo hizo incluso con Edgardo Donato con quien dejó una bella interpretación de Madame Ivonne. También grabó boleros en Centroamérica, donde estrenaría con enorme éxito la zamba de Enrique Santos Discépolo: Noche de abril.

                                             


La década del cuarenta la vivió casi fuera del país por sus permanentes contratos y las grabaciones en otros lugares. Pero filmaría en Argentina como actor principal Juan Moreira o Donde comienzan los pantanos, además de otras donde tendría una actuación menor. Ya entrados en los cincuenta lo encontraría numerosas veces en los hipódromos de Palermo o San Isidro. Y generalmente en la calle Corrientes donde me lo presentaría un amigo común y hasta tomamos una copa en el Bar Suárez de Lavalle y Esmeralda. En la charleta destacaría su predilección por Fiorentino, Floreal Ruiz, Rufino y Ángel Vargas. Y también destacó a los fresedianos Ray y Ricardo Ruiz.

                             
Corsini, Scianmarella, Gómez y Alberto Cosentino

Salía de su casa sobre las 20/21 horas y me lo crucé en numerosas ocasiones, por la calle Corrientes, siempre con su sombrero tapando la despoblada cabeza. El jocundo Ciriaco Ortiz en uno de sus miles de chistes tan festejados decía que cuando Alberto Gómez se despertaba por la mañana, su mujer le llevaba a la cama el mate y el sombrero...

                                       
Tuvo un gran arrastre en su mejor momento, lucía una melodiosa voz de tenor que se fue  haciendo más aplomada con el tiempo y dejó una gran cantidad de temas grabados en diversos países. Hoy lo traigo del recuerdo con el tango de Pedro Maffia y Homero Manzi: Abandono, grabado el 26 de noviembre de 1937 con la Orquesta Típica Víctor. Y en el vals Samaritana, de Alberto Cosentino por la Orquesta Los Provincianos registrado el 27 de febrero de 1932.

Abandono - Típica Víctor-Alberto Gómez

16- Samaritana - Los Provincianos-Alberto Gómez



2 comentarios:

  1. otro fenomeno que puntal para el gotan canto bien pero bien hasta de veterano sus versiones con maffia en los finales de la decada del 50 lo certifican en sus extraordinaris registros, un cantorazo mayusculo yo me deleito cuando escucho alma y cansancio entre sus grandes creaciones abrazo juan

    ResponderEliminar
  2. Alberto Gómez.Extraordinario Cantante. Y eso que no fue cantor de orquesta.La Versión de la casita de mis viejos de Cobián-Cadícamo me parece fenomenal.También el motivo Mexicano la Casita.

    ResponderEliminar