sábado, 29 de marzo de 2014

Eduardo Del Piano

Bandoneonista de fuste, de estudios y de calle, por su barrio natal de Barracas bebió en las fuentes nutricias y solía pasar por delante de la casa de Eduardo Arolas, a quien admiraba profundamente, aunque no llegó a conocerlo. Familia de inmigrantes italianos arracimados en un conventillo, el padre se las ingenió para mantener a la prole integrada por ocho hijos, entre los cuales el larguirucho Eduardo, segundo del lote, dividía su tiempo juvenil entre el fútbol y el tango.

                                               
El padre tocaba un poco de cada instrumento, como buen tano del sur y siempre se respiró música en la casa, aunque sólo dos de los hijos se dedicarían profesionalmente a ella. Eduardo pensó que llegaría a ser futbolista de primera división en Boca Juniors, donde militó en juveniles y llegó hasta la tercera, como defensa o volante. Cuando los caminos se bifurcaron, enturbiadas sus emociones, siguió siendo fana de Boca, pero ya el bandoneón y el tango lo habían ganado para su causa.

                                             
Del Piano al frente de su orquesta

La carrera de Eduardo Del Piano, en este sentido fue muy extensa pero siempre en un segundo plano, aunque sus méritos pedían cancha y sus conocimientos y estética daban para mucho más que apilarse en la fila de bandoneones de Juan Canaro, Firpo, Fresedo, Lauro, Scorticati, la Típica Víctor, Zerrillo, Berto, Nóbile y otros conjuntos menores, aunque le alcanzaran para vivir dignamente. Seguidor de la escuela de Pedro Maffia, cuando lo veían de jóvenes con Troilo, en la orquesta de De Caro, comentaban: "¿Alguna vez llegaremos a tocar como este monstruo?"

Recién en 1943, a sus 29 años, da un salto grande en el escalafón y muestra sus blasones como primer bandoneón en la orquesta de Ángel D'Agostino, que estaba en la cresta de la ola, pero también lo haría en calidad de arreglador, orquestador y compositor. Allí se reencontrará con su gran amigo Angelito Vargas, con quien compartió las tres grabaciones que éste dejó con la Típica Víctor, en los años 1938 y 1939, y donde forjó su lunga amistad con el Ruiseñor de las calles porteñas.

Confiteía Adlon. Festejo del casamiento de su cantor Mario Bustos. Del Piano está sentado, de blanco.
Del Piano sucedería en el conjunto de D'Agostino a Alfredo Attadía que formó orquesta propia y con su talento marcó el exitoso rumbo de la orquesta de D'Agostino que era requerido por organizadores de milongas, grabadoras y radios. En los arreglos le tocaría reemplazar a dos puntos altos como Attadía y Spitalnik. Estuvo hasta 1947 con D'Agostino y la orquesta la integraban, en bandoneones; Del Piano, Alberto García (luego Jacinto Nieves), Salvador Cascone y Domingo Mattio. (también entraría Mariano Rodas). Violines: Víctor Felice, Alberto Del Bagno, Alberto del Mónaco y Mario Perini. Contrabajo Romeo Molo y piano D'Agostino.


Alguno de sus temas, como Esta noche en Buenos Aires, en colaboración con D'Agostino y letra de Alvis (Erasmo Silva Cabrera), se convertirían en gran éxito. D'Agostino también registraría los temas instrumentales de Del Piano: De corte criollo y Con sabor a tango.  Posteriormente Ángel Vargas al retirarse como solista lo requeriría para dirigir su orquesta y estuvieron tres años juntos entre 1947 y 1950. Pero, por fin,  quiso tener la orquesta que llevara su nombre y sería reconocido por el ambiente como el muy buen músico que fue. Yo lo vi algunas tardes-noches en la Confitería Adlon donde alternaban típicas y conjuntos de jazz.

                                   
Con Alberto Consetino y Quinquela Martín. Del Piano está entre Enrique De Rosas y el hijo de Cosentino
En este último viaje a Buenos Aires que hice a principios de mes, estábamos recordando cosas con mis amigos tangueros Juan y Gabriel en el Café Pugliese del barrio de Boedo y surgió aquella anécdota del tango A pan y agua, de Cobián y Cadícamo que grabara D'Agostino con Vargas. Venían de una actuación Del Piano y un compañero, y el primero lo invitó a su casa a tomar algo. Ya en la casa,  de repente, se acordó de algo que venía masticando en el auto, se sentó en la cama y le comentó: "Esperá que se me acaba de ocurrir esta variación para el final de A pan y agua...". Desenfundó el bandoneón y para no olvidarse, la tocó en el mismo y lo pautó. Y sacó ese final para el tango que Cobián hizo recordando sus días encarcelado en la colimba, por bohemio, aunque la posterior letra de Cadícamo le dio otro enfoque. Hermoso por cierto.

                             

Escuchamos esa grabación de A pan y agua,  del 2 de octubre de 1945 para recordarlo y también el inolvidable: Esta noche en Buenos Aires, del 31 de enero de 1944.

A pan y agua - Ángel Vargas-Ángel D'Agostino

20- Esta noche en Buenos Aires - D'Agostino-Vargas



2 comentarios:

  1. justiciera recordacion y me olvide de contarte la señora de del piano me dijo que una vez a pichuco le preguntaron por eduardo y el gordo alzando ambas manos dijo en mis dedos estan los diez mejores que yo considero y en uno de ellos esta eduardo del piano abrazo

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    1. Cuando Ángel D'Agostino venía a buscar a su sobrino Coco a La Razón, donde trabajábamos ambos, Coco D'Agostino, me decía: "Largá todo Oterito, que viene mi tío y nos tomamos una sidra helada en la esquina y chamuyás de tango". En la conversa salieron varios y cuando le mencioné a Del Piano, Ängel D'Agostino que era parco y sentencioso, con el dedo índice se tocó primero la frente y luego el corazón. (Ergo: sabía y tocaba con el alma). Y como colofón, me dijo, eso sí... y se golpeó la frente con los nudillos (algo cabeza dura), pero "muy bueno tocando y arreglando". Abrazo
      jm

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