viernes, 28 de febrero de 2014

Carlos Acuña

Del porteño barrio de Constitución al mundo. Tal podría haber sido el lema que marcara la trayectoria de este cantor que esparció tangos por tantos países. Treinta y seis, según figuraban en su ristra de pasaportes, cargados de sellos aduaneros, pero también de anécdotas de todo calibre.

Se llamaba Carlos Di Loreto y desde chico destacó su voz en el coro del Colegio San José, de La Plata  donde estudiaba como pupilo. Su padre, un tano, que se había radicado en el pueblo de General Pinto, sito en la provincia de de Buenos Aires, al noroeste y a 355 kilómetros de la Capital, solía cantar y tocar la guitarra y la concertina  como tantos inmigrantes itálicos.

                                     
Carlos Acuña con las guitarras de Calabró, Pujol y Risso

Él fue quien le transmitió a Carlos la pasión por el canto, y aunque éste arrancó con canciones criollas y otras de moda, el tango se fue adentrando en su alma. Estudió con buenos profesores e incluso con el afamado Eduardo Bonessi. Debutó en el Club Portugués de su barrio y de allí saltaría a Radio París, acompañado por dos guitarristas. Curiosamente su futuro nombre artístico se lo endosó un carnicero gallego que tenía situado el puesto en el Mercado Proveedor del Sur, enfrente de su casa,.

Se apellidaba Acuña y le dio dos lecciones inolvidables, como lo destacara siempre el propio Carlos. -¿Tú crees que un cantor de tango se puede llamar Di Loreto?
Y le llegó tan hondo que adoptó el apellido del carnisa, que además le dijo:
-Cuando cantes un tango y no se te ponga la piel de gallina, es porque no está bien cantado...

                                     


Y Carlos, que había escuchado en vivo a Gardel en el teatro, en 1932, llevado por su padre y su tío, entendió lo que acababa de decir ese hombre, aunque era muy joven y las cosas venían demasiado rápido. Porque enlazando mojones fue cantando en Radio Rivadavia, en Radio Fénix, compartiendo espacio entre otros con Charlo e Ignacio Corsini. Arrastraba también un deje gardeliano que a veces se notaba en su canto, acompañado por Canataro y Pedretti en guitarras por numerosos cafés de la época, donde se fogueó definitivamente.

Un día se le ocurrió ir a ver al Negro Celedonio Flores para que le hiciera de presentador y glosador. Un cheque al portador para el éxito. El Negro se había casado, se había ido a vivir fuera y le dijo que no podía. Entonces Acuña se remangó y le cantó Pan y Sentencia, dos tangos suyos. Y lo emocionó. Cele agarró viaje y luego, al final de las madrugadas tenía que esperar a que saliera el primer tren de la mañana hacia su destino familiar y entretenía a los trasnochadores en la estación, hablando de tango, de boxeo, timba y la interminable noche porteña.

                                   
   

El salto grande lo da Acuña incorporándose a la orquesta de Carlos Di sarli, a la que luego seguirá su inserción en las de Rodolfo Biagi y el Negro Ernesto de la Cruz. Ya le había agarrado el gustito al hacer y deshacer valijas y comenzó a viajar por países vecinos en giras artísticas. El músico y arreglador Martín Darré, lo presentará a Mariano Mores, quien lo contrata y es el trampolín perfecto para su futuro. El escenario del teatro Nacional de la Calle Corrientes en una revista musical con la orquesta de Mores, Tita Merello, Beba Bidart, Tito Lusiardo y otros, le sirve de tarjeta de presentación para  ir a continuación a Venezuela, Puerto Rico, Colombia, Jamaica...

Se enrola en una gira en 1961 a Europa con una compañía que dirigía Emilio Roca y en la que estaban Fernando Ochoa, Argentino Ledesma,  Chola Luna, Miguel Nijensohn con su orquesta, y el Trío Los santos. No llegaron a tiempo para cumplir el contrato previsto y tuvieron que volverse todos...menos Acuña que decidió recalar en Madrid. Y allí permanecería nada menos que 18 años y no sólo le serviría como base de operaciones, sino incluso para despegue de las giras que realizaría por numerosos países europeos.

Además, se hizo muy  amigo del General Perón, que estaba exiliado en Madrid, y de Pilar Franco, hermana del dictador, que fue gran admiradora suya, lo cual le permitió a Carlos ayudar a gente que llegaba a la capital de España con dificultades y sin papeles de radicación. Soy testigo de numerosas gauchadas que hizo en tal sentido. España lo adoptó como gran figura y grabó numerosos elepés además de sus actuaciones en salas, compañías teatrales y televisión. Las hurras finales las dio con 84 años, en 1999, en su Buenos Aires querido, a la que tantas veces le cantó en su estilo gardeliano.

                                 


Hoy lo rescato con el único tema que grabó con Carlos Di sarli. El tango de Alfredo Malerba y Héctor Marcó: Cuando el amor muere, grabado el 2 de agosto de 1941. Y con la orquesta de Rodolfo Biagi- en la cual dejó 12 temas impresos- el tema de Juan Antonio Migliore y Ricardo Duggan (Fermín Carballeda), Tu voz, registrado el 5 de septiembre de 1945.

11- Cuando el amor muere - Di Sarli-Acuña

Tu voz - Carlos Acuña con Rodolfo Biagi


2 comentarios:

  1. cantorazo acuña la ultima vez que lo vi actuar fue poco tiempo antes de morir en el escenario lucia y mostraba los tiradores sujeta pantalon que le habia obsequiado el general peronjuantangos

    ResponderEliminar
  2. Cuando yo tenía unos 10 años (aprox. 1948)lo ví cantar en la pizzería El Fortin de Jonte y Lope de Vega.En la terraza de la misma se ofrecían espectáculos musicales. Me llevaba mi padre quien proveía los equipos amplificadores y Acuña reconociéndome me dió su foto dedicada.

    ResponderEliminar