domingo, 26 de enero de 2014

Gelman y el tango

Lo recuerdo a este gran poeta nuestro fallecido hace poco, en una charla que tuvimos en 2007, cuando vino a España a recoger el Premio Cervantes. Hubo una recepción en la Embajada Argentina en Madrid y allí estuvimos unos cuantos admiradores de su obra y me di el gusto de conversar un rato con él, mano a mano y con una copa de vino en la diestra.

Como yo sabía de su joven afición milonguera, le saqué el tema y hablamos un rato de su barra de Villa Crespo, de cómo aprendieron a bailar entre ellos y de la pasión que sentía por Pugliese, especialmente. Incluso me contó un par de anécdotas que le sucedieron en la milonga y que se me fueron, como se fue él y se van tantos recuerdos.

Hilando cosas, leí unas notas muy lindas que le hicieron en revistas como Lea o La maga, donde también hablaba de ello y contaba cosas de su infancia en el barrio porteño de Villa Crespo.

                     




- Mi casa natal era un semiconventillo. Una de esas casas chorizo, largas. Vivíamos nosotros en la parte de abajo, con mi hermano mayor, mi hermana y mis viejos, desde luego. Empecé en Villa Crespo, Atlanta, la milonga... me gusta decir que empecé a los nueve años.Yo siempre fui milonguero, a los 15 años salíamos a bailar con toda la barra. En Atlanta lo escuché a Pugliese por primera vez". En ese mismo reportaje, en referencia a la posibilidad de recibir el Premio Nobel, Gelman comentó con humor: "No se hagan cargo, no jodan. Yo soy de Atlanta. ¿Cómo me van a dar el Premio Nobel?".

                             

  -A los 15, 16 años, iba a la milonga con los muchachos. Traje azul, tres o cuatro botones abrochando el último, camisa blanca, corbata azul. Ahí no se iba sólo a bailar: había otras inquietudes juveniles. El diálogo era de los cuerpos. Era un diálogo que podía llegar a ser muy sutil y muy intencionado. El tango tiene atrevimientos en la manera de bailar, y la muchacha los deja pasar o no. Si los deja pasar, vale la pena seguir conversando. Con los años comprendí que algunos letristas de tango eran verdaderos místicos. En el abandono del hombre por la mujer lo que se condensaba era la presencia ausente de lo amado. Eso se puede aplicar a Dios o a la patria cuando estás en el exilio.

                                   

- En otro reportaje recuerda a su padre, un obrero revolucionario ruso, y a su madre, hija de un rabino; su casa en Canning y Vera; las actividades a favor de los republicanos españoles que se hacían en el barrio y a su primera novia. "Crecí con una vida repartida: la del colegio, donde me rozaba con gente de otras clases, y la vida del barrio en el que, de paso, hice el escalafón completo: billar, mujeres, organillos, fútbol, milonga y esas cosas. Yo fui milonguero desde los 15 años. En aquel mundo de entonces el baile me interesaba mucho. Borges dice que el tango es una manera de caminar. Yo no lo voy a corregir, pero me parece que es una manera de conversar. Frente a una muchacha que no conocés es la mejor manera de iniciar una buena conversación. Luego la conversación pasará a otras regiones distintas, al baile, las inevitables preguntas sobre el otro. Por eso creo que la milonga es una forma de conversar, un diálogo bailable.

- A fines del 2003 la web Sentimiento bohemio, del Club Atlético Atlanta, donde iba a milonguear y club del que fue hincha le hizo otro mini-reportaje y le preguntaron si tenía algún poema dedicado al mismo: 

                                   




-Lamentablemente, no tengo un texto dedicado a Atlanta, sólo menciono al club en un poema, titulado 'Se dice', en relación con la milonga a la que yo iba con los muchachos. Todavía recuerdo a Pugliese tocando y la gente que no bailaba para escucharlo. Don Osvaldo era, él solo, un movimiento de masas". 

En su primera parte escribe así.

                                       

Se dice
así como hombres y mujeres/en su infinita bondad/
creen en Dios/es posible que Dios/
en su infinita bondad/crea en hombres y mujeres/
crea en mí/ahora mismo/que tengo el corazón violeta de tristeza/
siempre me pareció que Dios bailaba el tango como los dioses/
(en el club atlanta de mi querida ciudad)/
en el salón argentina encantaba a las viejitas
que iban allí las noches de semana

a ver si conseguían un poquito de amor/
aunque fuera de segunda mano
y no tuviera caricias flamantes/
era de ver a Dios alucinándolas con su cariño/

esas mujeres flotaban en el aire/
daban vueltas alrededor del mundo como pajaritos al sol
se les caían sábanas blanquísimas
como Dios mesmo/pobrecito/


                                            

   Y aunque vivió muchos años exiliado de su barrio y de su país, lo recordaba con este hermoso poema:

Mi Buenos Aires querido

Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos, también aquí nacieron dulces hijos míos
que entre tanto castigo te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.
Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.

  
  Y nada mejor para culminar estos recuerdos de Gelman con Nostálgico, el tangazo de Julián Plaza por la orquesta de Don Osvaldo Pugliese 




 

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