sábado, 28 de diciembre de 2013

Recordando a Fiore

Fue el cantor de orquesta por antonomasia. Después de sus sesenta grabaciones con la orquesta inicial de Aníbal Troilo, no volvió a ser el mismo que ovacionaban los fans en Marabú, Germinal o Tibidabo. Curiosamente tampoco lo fue antes de Pichuco. Y de Goñi que le marcaba las entradas y salidas.

No alcanzó a ser bandoneonista aunque era su destino de arranque y anduvo intentándolo con Canaro. Su voz pasó sin pena ni gloria por las orquestas de Cobián, Firpo, Maffia, Zerrillo, D'Arienzo, Minotto... Hasta que ancló, un poco por casualidad, en ese conjunto que debutó en el Marabú el 1 de julio de 1937, empujado por Goñi, dado que Pichuco no estaba muy convencido de la elección.


Pero algo tenía que tener Troilo porque por su orquesta pasaron cantores de todo tipo, desde voces chiquitas como la de Fiore, fuertes como Rufino, tenorinas como la de Marino, melodiosas como la de Berón, fraseadoras como la de Floreal, aguardentosas como la del Polaco Goyeneche, criollas (Cárdenas, Elba Berón), graves como la de Rivero, poderosas como la de Casal. Y todas ellas encajaron como si estuvieran hechas para cantar con Pichuco que las fue ahormando con mucho mimo.

Pero Fiore fue el primero y las sesenta joyitas que dejó grabadas en el disco con el Gordo, siguen sonando en las milongas de todo el mundo, reverdeciendo ese swing magistral del piano de Goñi y el fueye milonguero de Pichuco. Y a mí que me he bailado infinidad de veces todo ese repertorio del 37 al 44, me sigue pareciendo maravilloso y llamador para salir corriendo a la pista en cuanto suena el primer compás.
                                     
                                     

Me parece que Fiore tiene el tono murmurador del fueye del Gordo y el ritmo del Pulpo Goñi. Leopoldo Federico recuerda con emoción esa etapa: "A mí Fiorentino me llega al alma y si tuviera dos almas me llegaría a las dos almas”.

Yo le dediqué hace unos años este soneto que hoy traigo al Blog.



FIORE


                                                                    Yo soy un murmullo de barrio”
                                                                                  Francisco Loiácono

El fueye lo portabas en la gola
por eso lo amuraste en un rincón;
el dogor se mandó la carambola
y fuiste el eco, cantando, de su son.

Te graduaste con él en un santuario,
engriyando al porteñaje en Marabú;
caía en procesión el nocturnario
y tus tangos rebotaban por Maipú.

El nopia bohemio picaba cadenero,
vos bien jaileife, ponías la emoción,
con estribillo trinado de jilguero,

en cada verso refilando el corazón.
Te juro que te escucho y me reitero:
Tu gola es puro arrullo de bandoneón.



Pero lo quiero acompañar en este recuerdo con la milonga que le dedicó Cátulo Castillo y cuyos 
versos los podemos escuchar, recitados por el propio Cátulo. Lo empalma con la versión de su tango (con Piana) Tinta roja, por Troilo-Fiore, grabado el 23 de octubre de 1941.







 

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