viernes, 18 de octubre de 2013

Carlos García

Hace siete años publiqué en el Diario El País, de España, su obituario. Tenía 92 años y había dejado un reguero de talento esparcido en el piano de orquestas de diversos géneros, siempre aplaudido y respetado por sus colegas. Detrás de su largo periplo quedaban ochenta años de actuación, dado que a los 12 años de edad, en la época del cine mudo, ya tocaba en un cine de Mataderos.

Su padre, nacido en un pueblo de la sierra de Albacete, como me lo refirió el mismo Carlos, y su madre de apellido Etcheverry, proveniente del Euzkadi, residían en Capilla del Señor, una localidad de la provincia de Buenos Aires, donde nacería el futuro músico. Cuando su padre descubrió que el niño hacía música golpeando sus dedos, tamborileando en la mesa, lo mandaron a estudiar piano en una Academia.

                 

Ya instalados en Buenos Aires, se zambulló en armonía, composición e instrumentación con el afamado maestro Pedro Rubbione. Y así alcanzo la banqueta de la orquesta más popular del tango, la de Roberto Firpo cuando apenas cumplía los 18 años, manteniéndose en la misma seis años, hasta 1938, en que comenzó su periplo como acompañante del destacado dúo folklórico Martínez-Ledesma o  incursionando en el jazz y música tropical con los Hawaian Serenaders, con los que estuvo incluso en Brasil durante 5 meses.

Acompañó a figuras de leyenda como Antonio Tormo o Mercedes Simone. Pero también a Oscar Alonso, Alberto Marino, Rubén Juárez, Alfredo Zitarrosa, Claudio Bergé, Ramona Galarza, Héctor Pacheco y varios otros. Fue un destacado arreglador y orquestador, al que consultaban muchos directores de prestigio como Troilo, Di Sarli o D'Arienzo. Y contaba que cuando uno se concertaba con algunos de esos músicos, "había que entregarles el alma. Porque había gran competencia entre ellos, pero muy sana". 
                                     
Cuando militaba en la orquesta de Roberto Firpo
Con su gran amigo Horacio Salgán hablaban muchas veces y no dejaban de asombrarse de los talentos tan extraordinarrios que afloraron en  los albores del tango: Arolas, Bardi, Delfino, Martínez, Aieta, Cobián. Y por eso machacaba García en que "hay tangos que tienen 80 años y mantienen un valor increíble. Entonces, ¿porqué los voy a modificar? Es cierto que cuando uno es joven lo hace, pero cuando asentamos la cabeza y comprendemos lo que representan esas piezas,  no podemos desvirtuarlas en un arreglo que desnaturaliza el pensamiento del autor".

Cuando recordaba a las orquestas más populares de sus comienzos, siempre saltaban las de Firpo y Canaro. "Firpo tenía una fineza natural, era un auténtico creador y eso se revela en la gran obra que escribió. Canaro, en cambio, era más denso y rítmico, más complaciente, en general, con el bailarín".Y en la conversación sobre sus colegas pianistas, elogiaba a muchos de ellos como Ricardi, Salgán, Francisco De Caro, Fulvio Salamanca y finalmente analizaba: "Para mí, Di Sarli fue el más tanguero de todos. A mi juicio, el número uno indiscutible. Tenía potencia y delicadeza al mismo tiempo y eso es muy difícil de conseguir".
                                           
De Caro, García, Rossi (Odeón), Varela y De Angelis
Carlitos García, como se le conocía en el ambiente, donde fue muy querido, hizo tres viajes a Japón con su orquesta Tango All Stars y los nipones que son muy respetuosos y entendidos, lo tenían como a un ídolo. Fue uno de los fundadores del mítico El viejo almacén con Edmundo Rivero, donde dirigía un afiatado Sexteto desde el piano, con Alfredo Ahumada en fueye, Hugo Baralis, Emilio González y Carlos Arnáiz en violines y Kicho Díaz al contrabajo.  Y también el primer Director y fundador de la Orquesta del Tango de Buenos Aires, patrocinada por la Municipalidad.

                                   
Fue asesor del Sello Odeón y de Radio Municipal. Precisamente en Odeón realizó un LP con destino al mercado europeo, con una orquesta que dirigió y en la cual se alinearon: Leopoldo Federico en bandoneón, Elvino Vardaro en violín, Panchito Cao en clarinete, Horacio Malvicino guitarra eléctrica, Aldo Nicolini en bajo y Domingo Rulio en flauta, con magníficos tintes melódicos.

                                        
Hoy recuerdo al gran maestro Carlitos García con su orquesta,  en dos temas: la milonga-candombe Azabache, en forma instrumental, de Francini y Stamponi, y La yumba, el himno de Pugliese, con su orquesta en vivo en Japón, del 26 de octubre de 1980 y un especial arreglo suyo, también. Dos bellezas Dos.

12- Azabache - Carlos García

05- Carlos García - La yumba




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