sábado, 14 de septiembre de 2013

La cumparsita

¿Qué tanguero de ley no tiene 100 o 400 versiones de este tango inmortal?¿Qué milonguero posta con algunos kilómetros bailados, no lo ha dibujado en la pista 300 o 600 veces? Pues hoy sábado me he puesto a escuchar algunas de esas versiones de orquestas internacionales, y cada tanto las matizo con alguna de las que realizó D'Arienzo, o la de Maffia, Di Sarli o Fresedo, y claro son muy distintas, tienen otro color y las nuestras no recurren a ese latiguillo tipo: El escondite de Hernando, de las europeas que cada tanto le agregan, .
                                               

Pero, sin la menor duda, es el tango más conocido en el mundo, y aunque su melodía sea sencilla, tiene algo que nos toca, que hace que en la milonga, por ejemplo, se conciten los ardientes deseos del baile. Hoy tenemos un sábado soleadito en Madrid, un tiempo hermoso, y no voy a entrar en la historia de este tango. Que si Firpo le agregó cosas, que si la letra que le adosó Contursi enfureció a Matos Rodríguez cuando Canaro se lo contó en París, que si la grabación de Gardel rescató al tango del olvido, que si el relleno y las verduritas que le agregaron tantos músicos les permitió tapar el compás que faltaba, que si los arreglos...

                                      
Nada. La cumparsita es un tango musicalmente sencillo pero consiguió algo tan difícil que es que lo reconozcan de inmediato, incluso aquellos que no saben nada o casi nada del tango. Es el tema más universal de la música rioplatense y a mí particularmente me atacan unas ganas enormes de bailar cuando lo escucho por una orquesta con polenta milonguera.

Alguna vez recordé en este blog, que Piazzolla afirmó públicamente que La cumparsita era el tango peor escrito que se había compuesto. Y lo grabó cuatro veces, y lo tocó muchas más. Y Borges que renegaba públicamente de estos tangos llorones, confesaba que en un acto en Estados Unidos se lo hicieron escuchar y "avergonzado" confesaba que se le cayeron dos gruesos lagrimones.

Cuando en la milonga anunciaban allá por los cincuenta, "Y ahora para cerrar la velada, el último tango de la noche: La cumparsita...", nos aprestábamos nervioso para el cabeceo, como los velocistas de 100 metros que están tensos en los tacos, listos para salir a ganar la prueba en las Olimpíadas. Y quedarse planchando sin poder bailarla dejaba una sensación amarga, aunque se hubiera milongueado toda la noche.

                                  
Todos dejaron su sello en este tango. Se presta para ornatos por ese compás que le falta en la primera parte, en contra de la ortodoxia que la música popular establece. Y hasta el bandoneonista Luis Moresco ganó un concurso organizado por la revista El alma que canta en 1930, para crear unas variaciones de relleno para cubrir ese bache, que desde entonces se han institucionalizado en las orquestas típicas, amén de otro tipo de rellenos que cada una le incorpora.

Y voy a cerrar el blog con dos versiones de orquestas internacionales, de este tango que nació en 1917, fue incrustado en películas de todo el mundo y sigue martillando el cuore de los milongueros.
 La primera es la interpretación de The London Cello Sound. A continuación la de Alfred House Orchestra.

The London Cello Sound - La cumparsita

Alfred House Orchestra - La cumparsita

Y como ya me están haciendo cosquillas los pies, vamos a terminar como terminaban aquellas milongas inolvidables y multitudinarias. Con una de las siete versiones que realizó la orquesta de Juan D'Arienzo. De ellas fueron cinco instrumentales y ésta es la de 1951. ¡Que locura!

03- La cumparsita - Juan D'Arienzo




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