jueves, 11 de julio de 2013

Pichuqueando

Hoy hacen exactamente 99 años que Aníbal Troilo naciera en la calle Cabrera número 2937, entre Anchorena y Laprida. O sea, el barrio porteño del Abasto lo acunó en su seno, como si fuera a alumbrar un nuevo Gardel.

Y justamente Pichuco, como lo llamaba su padre, siempre tuvo el espejo de Gardel en su carrera dentro del tango, como si portara un mensaje del gran cantor en su equipaje y en su fueye. El mismo que le compró su padre, el carnisa, cuando el pequeño Aníbal tenía 10 años, y ambos: músico e instrumento se identificaron de tal manera que uno no puede imaginarse a Aníbal Troilo sin el bandoneón sobre sus piernas.
                                                   


En este día quiero homenajearlo con un hermoso poema que le dedicara Humberto Costantini, escritor y poeta porteño del barrio de Villa Pueyrredón, donde hay una Plaza que lleva su nombre, y que debió exiliarse varios años en México, amenazado por la dictadura militar.




Pichuco                                                                      

¿A usted le asombraría
verlo tomar la posición del loto?
¿asumir la nirvana?
¿curar en sol mayor a los enfermos?

¿Usted diría que no
si tuviera un tachito con incienso?

Porque
¿quién lo va a discutir?
Si es ley antigua.
Si hay que zalameriarlo.
Protegerlo.

Porque
¿y si se disgusta?
¿Y si dice por ahí:
no le hago más variaciones a Recuerdo?

¿Y si en eso se va?
¿Y si agarra y se lleva
a Sur, a Barrio de tango y a María?

¿Usted se lo imagina?
¡Qué silencio!

Porque, está bien.                                                                     
El dice que creció en Palermo.
Pero ¿y si no?
¿si vino del Olimpo?
¿Y si llegó muy pancho del infierno?

¿Y si un día lo viera
al abrir el estuche
en vez del bandoneón sacar la lira
y resultaba que era nomás Orfeo?

Por eso hay que cuidarlo.
Por las dudas.
Saberle los gruñidos.
Tocarle la papada.
Contemplarlo.
Quererlo.

Mire si se disgusta.
Si se embronca y se va.
Uh, ni pensar lo que sería el silencio.

Humberto Costantini,1973




Y después de esta belleza de verso, lo recuerdo también en el poema lunfa que le dediqué.






 DOGOR

(Una pintura de Pichuco)

                                                                              No ves que está de olvido el corazón
                                                                                                            Homero Manzi

Se amasija de luna la piojosa
Pa’embroyarse en un raje batemusa.

Desenfunda la jaula calzándola a babucha
Franeleándola con mimo y en chancleta
La mano zurda jotrabando de barreta,
el espiro relojeándose en su trucha,
un blondo escabio que empuja y que lo scrucha
aunque el hombre sobrado de carpeta
las dibuja de prima a las aletas
del  fueye roncador que desestucha.

Porque nació con destino de fueyero
y al lado un ángel ñericompa y porteñero
custodio de sus manos gardelianas.

El insomnio lo inunda de quimeras
La nostalgia entre grillos se entrevera
Y un espiche p’adentro, de sotana
la conversa con el cuore batilana.
Ensiya el alma, en puro sentimiento
como si fuera deschavando un testamento,
refalando en  el teclado sus macanas:
De los orsay que acusa el manyamiento,
de falopas y faso, de timbas pecoranas…
Su fueye bate el justo a ese lamento
blanqueando al alba confesora su nirvana.

Y entonces Pichuco le refila melodías
a la ferramenta que lofió de guacho
por Fiore, por Floreal, por los muchachos
por las Milonguitas que cantó en María,
Dando changüís, gatiyando entre güiscachos,   
y cincela, ensoñado, gloriosas troilerías.
La piedad está tayada en ese escracho
que enfarola la fetén tangomanía..
                                                    




Y Ángel Yonadi, el cantor de Mataderos, lo recita de esta guisa, haciendo de su cuore un bandoneón.   


                                  
                          



                                                                                     






1 comentario:

  1. juantangos@hotmail.com11 de julio de 2013, 16:22

    pichuco inmortal mira si diste changui gordo que ya a los 50 pirulos te acostaste porque ya no dabas mas y con lo que hiciste hasta ahi fuiste lo maximo el resto fue sobrante yapa si se quiere con lo que hiciste en tus primeros veinte años del cuaranta al sesenta listo el olimpo y el eterno recuerdo

    ResponderEliminar