lunes, 6 de mayo de 2013

Dante Puricelli

En aquella época en que Buenos Aires respiraba tango por todos sus poros, surgían orquestas todas las semanas, con músicos desemembrados de otras formaciones, directores nuevos, cantores que saltaban a la palestra. Y lo mejor, todos tenían trabajo.

La radio era el medio más idóneo para presentar nuevos rostros, nuevos sonidos y llenar con tango muchas horas de emisión. Como actuaban en vivo, tenían incluso mucho público en la sala, y ello derivaba en aplausos que salían al aire premiando las actuaciones.

                                                       

A la hora del almuerzo, en los shows importantes de la noche, tocaban orquestas y salían vocalistas con guitarras. Y después vinieron los números vivos en los cines, otra fuente importante de trabajo, que llenaba los espacios en blanco previos al filme de turno.

Los clubes de barrio, las confiterías centricas, las boites, requerían constantemente orquestas típicas, de  jazz y tropicales. Y los fines de semana había milongas con orquesta en la Capital, en el Gran Buenos Aires, y en provincias requerían a estas formaciones de menor proyección popular.

En el interior del país había muchas orquestas del lugar que tocaban al estilo D'Arienzo, incluso con el mismo repertorio  el Rey del compás. He visto de chico, en Mendoza, por ejemplo a ese tipo de conjuntos de la provincia cuyana que cumplían con su papel y lograban reunir mucho público en sus veladas bailables.

En Capital hubo orquestas, que como Color Tango ahora, tocando las partituras de Osvaldo Pugliese, e imitando al maestro, eran un símil algo aproximado de las grandes de la época. La del pianista Dante Puricelli, los sábados a la tarde solía presentarse en Radio Belgrano o Splendid, retratando  estilos diversos, pero especialmente el de Carlos Di Sarli, como haría también Ricardo Pedevilla cuando el maestro de Bahía Blanca, se retiraba por un tiempo de la música.

Curiosamente, eran orquestas que sonaban muy bien, y tocaban en un ritmo muy bailable. Tanto, que hoy día serían atracción en las milongas, cuando en aquella época ocupaban un rol secundario y hasta simpático por el acierto en sus imitaciones. Algo así como hacía el cantor Guillermo Rico (Guillermo Coral cuando estaba con Canaro), parodiando a diversos cantores.

A Dante Puricelli alcancé a verlo en el Confitería La Armonía de la calle Corrientes, en los años cincuenta. Alfredo De La Colina era su cantor. Hoy lo traigo al Blog para darle su sitio a esos conjuntos que tuvieron su cuarto de hora en una época que era muy difícil sobresalir en el tango.

Lo escuchamos en su estilo disarliano, en el tango del oriental Luis Alberto Fernández: El Pollo Ricardo. Y en el vals que lleva música suya y letra de su hermano Domingo Puricelli: Lamentos del alma, cantado por Alfredo De la Colina.

05- El Pollo Ricardo - Dante Puricelli

07- Lamentos del alma - Dante Puricelli

5 comentarios:

  1. Una pena como termino la obra de Puricelli, tirada a la calle como si fuera basura, muchas de las partituras las rescataron los vecinos del barrio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No lo sabía, pero, lamentablemente, la historia del tango está llena de esas tremendas injusticias y olvidos.

      Eliminar
    2. sr OTERO ME GUSTARIA
      QUE VECINO ENCONTRÓ
      COSAS TIRADAS Y DONDE DE DANTE
      PURICELLI gcias la flia

      Eliminar
    3. mi nombre es Piscicelli marta!!

      Eliminar
  2. Pienso que el "cliché" musical no es una manifestación a la pereza y/o falta de creatividad. Es el efecto residual y válido del guso transmitido de generación a generación por los grandes maestros del tango, especialmente bailable. Estos tangueros que eligen a Osvaldo Pugliese u otro maestro como Juan D´Arienzo, son artistas. No cualquiera puede treparse un fueye ni maniobrar un violín. El Tango vive.

    ResponderEliminar