lunes, 15 de abril de 2013

Roberto Herrera

Ya  no lo puede discutir nadie. Roberto Herrera ha alcanzado una altura en la danza del tango, a la que sólo pueden llegar los grandes. Por estudios, por vocación, por capacidad personal, sus performances y exhibiciones son de profundo voltaje emotivo y de altos dividendos estéticos.

Ha bailado con distintas parejas, y con todas ha lucido su enorme categoría de bailarín. Si bien nació en Jujuy y procede del folklore, su capacidad artística le permite encarar todo tipo de danzas y en todas ellas, no sólo sale airoso, sino que por momentos emociona y asombra.

Roberto Herrera y Lorena Goldestein
 La historia de sus comienzos es bastante conocida:

Comenzó sus estudios de danza folclórica argentina a la edad de 8 años.En 1986 fue elegido como bailarín solista de la película Tango Bar, que contribuyó al relanzamiento de Tango Argentino en la escena mundial. De 1990 a 1991 fue el primer bailarín del espectáculo Imágenes de Tango y Folklore, con la orquesta de Horacio Salgán. En 1992 fue elegido por Osvaldo Pugliese como bailarín principal de su orquesta y participó en una gira por Europa y en una latinoamericana. Los dos artistas continuuaron  trabajando juntos hasta la muerte de Pugliese en 1995. De 1993 a 1995 Roberto Herrera también fue el bailarín principal del espectáculo Tango Pasión con el Sexteto Mayor, durante sus giras por Europa, Estados Unidos de América y Asia. En 1994 fue elegido para la película biográfica Muchas Gracias, Maestro, sobre la vida de Osvaldo Pugliese. 

Hoy tiene su propia Escuela de danza, donde incluso enseñan a niños a partir de los 5 años de edad, que generalmente suelen ser hijos de colegas bailarines. Tiene como referentes de su profesión a Miguel Ángel Zotto y Juan Carlos Copes. Se considera un trabajador de la danza y recuerda los consejos y enseñanzas de Osvaldo Pugliese.

Sobre su visión sobre los enfoques pedagógicos más modernos, lo tiene totalmente claro.
-Creo que es una suma de los conocimientos que hoy en día debe tener un maestro, que no es sólo enseñar un pasito. Yo para largarme a enseñar, primero aprendí mucho. El 99% de los que enseñan, aprenden enseñando. Toman dos clases y ponen una escuela. O se visten de negro y ahora son milongueros. No estoy en contra de aquel que aprende enseñando porque la mayoría se ha ido a Europa y, gracias a ellos, tenemos trabajo porque difundieron el tango. Después, inevitablemente todos pasan por un tamiz y el que está realmente deseoso de conocimiento, tarde o temprano lo va a obtener.

                                         

En estos momentos baila con Lorena Goldestein, como pareja. Lorena, tiene una gran formación,  ha sido profesora de tango en distintos locales conocidos de Buenos Aires y conforma junto a Roberto una dupla genial. El hondo describir de sus piernas resbala sobre la densidad que la aprisiona y desciende hasta los límites de la música, dislocando la figura suavemente. 

Los han ovacionado en distintos lugares del globo terráqueo y sus shows tienen tal cantidad de ingredientes, de inventiva, de raptos imprevisibles, que sacuden esa expectativa con que asistimos a las exhibiciones. Vale la pena observarlos en acción porque son únicos, distintos, explosivos, energizantes. Los recreamos en estos pasajes de dos temas que bailaron en Sydney o Estambul con todo el sello de sus improntas personales.

                                          

                                


Y más allá del tango, acá los vemos en otra de esas creaciones que provocan el entusiasmo generalizado de la platea. ¡Geniales!

                                                  
 Y para rematarla, el éxito de siempre de Roberto: El llorón, y el intercambio de roles con Lorena.



                      

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