lunes, 1 de abril de 2013

Gabriela Laddaga (Gaby, la musicalizadora)

Es realmente agradable comprobar cómo, en esta etapa de la total liberación de la mujer, uno puede encontrarse con verdaderas sorpresas en las milongas cuya música está manejada por una de ellas.

Es cierto que las hay que no captan el concepto musical, la fragua que alimenta los pies y los corazones de la gente milonguera, el legado de los viejos creadores y su codiceo. Pero ello también ocurre con muchos varones, por lo cual me place destacar a esta disc jockey que me encontré en La Ideal y me provocó gratísimas sensaciones en la pista, con la música que seleccionaba.

Gabriela Laddaga nació en Rosario, pero desde los 3 años se radicó con su familia en el porteño barrio de Flores y ella puede decir como Morán: "Rincón de mis juegos de pibe andarín". Y después de idas y venidas, matrimonio, hijos, cambios de barrio, ha vuelto al rincón de sus sueños.
Pero, dale, contalo vos,Gaby.

Gabriela en La Ideal con el organizador y profe Diego Alvaro
-Sí, en mi infancia estudié música y tomé clases de baile, por lo cual me defiendo amablemente con la guitarra y el piano. En la adolescencia, rodeada de amigos, "proyectos de músicos", muchos de los cuales son hoy profesionales, estuve metida en cuanto recital de rock o sesión de jazz me enterara. Y el teatro, otra pasión bien profunda. Por consecuencia, primer marido músico.
Dejé la carrera de psicología universitaria, para dedicarme de lleno a estudiar y trabajar como coordinadora de grupos de psicodrama durante 12 años. Ya con hijos y divorciada, en mis noches de distracción comencé a bailar salsa, otro ritmo que amo profundamente y que considero muy emparentado en la poética y el sentimiento con el tango, Aunque el despliegue físico es totalmente diferente.

A estas alturas tengo ganas de decirle que ese parentesco es trucho y más propio de alguien que no conoce a fondo el tango y que la primera obligación del tanguero es conectar emocionalmente. Pero, me interesa conocer, cómo, con un corazón en números rojos, buscando un ajuste de cuentas con la vida, se topa con el tango y se enchufa. Ya sé que Pichuco sostenía que el tango te espera...

-Y de pronto...¡llegó el tango!, en el año 2003, con la fuerza que se impone desde el cuerpo que quiere bailarlo. Mis primeros pasos fueron en clases del Viejo Correo, tan mentado en aquellos buenos años.
Y de allí salté a La Viruta, como otros salseros que buscaban ampliar su rumbo, por sentimiento porteño... o porque la edad te acerca a esta música. Y ya no paré. Concurrí a cuanta clase me recomendaron, conocí infinidad de milongas en la capital, buscando mi lugar en el tango. Y a muchas personas, hombres y mujeres con quienes compartir esta pasión tanguera y sentirlo en cada fibra de mi ser. Un día me proponen trabajar como relacionista pública en un baile, idea que me encantó y me lancé. Me gané un sitio rápidamente por mi manera de ser, sin pensar en  hacerlo profesionalmente, pero conocí a otros organizadores que también me llevaron y así me fuí dando a conocer, recorriendo siempre milongas.

Uno piensa que con eso no alcanza para manyar el estofado, y saber cual es el tema que provoca determinadas reacciones en los bailarines. O cómo calibrar la temperatura de la milonga y mantener  bien orientada la latitud espritual de la misma. Es que los viejos de la tribu somos desconfiados...

-Ya te cuento. Un gran amigo, musicalizador de milongas que llevaba tiempo trabajando, estimuló mis conocimientos musicales, me llevó a estudiar la evolución del tango y las orquestas, a escuchar más música de la que hay en una milonga, a analizar la dinámica de un baile, a ir entrando en las cuestiones técnicas del sonido... y me tentó. Una noche, él trabajando y yo contándole mis cuitas amorosas..., se le ocurre bailar con una rubia y me deja al pie de la consola, con algunas indicaciones para que la maneje. ¡Y me gustó! Demasiado, diría, porque a partir de ese día me propuse capacitarme a fondo para trabajar de musicalizadora. Al principio con reemplazos de conocidos que confiaban en mí. Y en poco tiempo me convocaron como residente de una milonga donde estuve muchos años, en el Salón Dandy: Shusheta, de mi adorada Gloria García, en el 2007.

Todavía uno dudaría, si no fuera porque estuve bailando en La Ideal con su selección de temas y orquestas y me sorprendió por su capacidad para tenerme enchufado en la música y con ganas de bailar. Cosa que no siempre pasa, ojo...

                                                       
 -Es importante destacar mis ganas de aprender y comprender. Y numerosos amigos me ayudaron a muerte. El primero y mi amigo más querido: Pablo Romano. Es el mentor de mi trayectoria hasta hoy. Sin su estímulo y acompañamiento  no hubiera llegado a ser lo que soy profesionalmente. Ricardo Salusky, Carlos Rey, Marcelo Salusky, Mario Orlando, Pablo Nieto, me dieron aliento y oportunidades. Y más acá en el tiempo, me vinculo con tantos otros que me enriquecen. La lista se amplía y es larguísima. Temo olvidarme de alguno. Nicolás Ferreira, Charly El príncipe, Jorge Tango Negro González, Javier Guiraldi, Daniel Borelli, Pier Aldo Vignazia, Hernán Álvarez Prieto, Norma Silva, Carlos Moreira, César Fernández... y la lista sigue.

Acá, uno ya empieza a entender el fato. Acostumbrado a ver tanto diletante en la consola, alegra saber que un profesional se ha preparado a full, con todo, de cuore. Trabaja en diferentes milongas y ya la imagino musicalizando Festivales en Europa, Estados Unidos, o Japón.

                                                                                                 
Hablamos de orquestas, de cantores ("voy del arrabal al alma en un tris"), y reconoce que "el tango es tan vasto musical y poéticamente que no puedo entender cuando lo remiten a una mera expresión melancólica y lamentosa...".


Claro, Gaby ama lo que hace y musicaliza con pasión, sintiendo en sus carnes lo que va poniendo en la pista. Además es muy exigente. Yo iba a bailar en ese momento con la profe Zoraida ("Esperá que me pongo los zapatos"), me acerqué a su mesa y le pedí si podía poner una tandita de D'Arienzo (hice un gesto con el pulgar y el índice para minimizar la solicitud). Ella con un mohín de disgusto (claro, es profesional), respondió: "¡Otra vez D'Arienzo! acabo de ponerlo..". Pero con gesto resignado, buscó la tandita y lo largó.

El primer tema que bailé entonces con Zoraida, fue este tango del fueye Carlos Marchisio y Carmelo Santiago: Amarras, que canta Héctor Mauré y fue grabado el 21 de julio de 1944. ¡Gracias Gaby!


228- Amarras - D'Arienzo-Mauré






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