domingo, 3 de febrero de 2013

Maruja Pacheco Huergo

Con decir que es la compositora del bellísimo tango El adiós, ya alcanza para presentar a una figura de prestigio en las filas del tango. Sobre todo teniendo en cuenta que lo realizó en 1937, una época en que no era frecuente la presencia de damas en la creación de tangos.

Realmente Maruja no fue una tanguera clásica. Era pianista de buen pedigrí y  firmó más de 600 páginas de todo tipo, fue profesora de música y canto, adaptó musicalmente varios pasajes de la Biblia destinados a los niños, compuso la música de piezas teatrales y varias películas, y además destacó como poeta.

Maruja Pacheco Huergo cantando en radio Belgrano
Escribió tres libros de versos y  guiones de comedias para la televisión. Trabajadora incansable, hizo para los niños, dos álbumes de Juguetes musicales, como le llamó.

Pero ha pasado a la historia por su tango El Adiós -al que le pondría versos Virgilio San Clemente-, dada la hermosura del mismo, que vendió un millón y medio de ejemplares en papel, como señalara mi compañero de tareas en la Editorial Abril, el querido Pepe Barcia. Además, le explicó precisamente al bueno de Pepe, la forma en que le surgió el tema:

-Serían aproximadamente las 2 de la mañana de un día de primavera en el tiempo y en mis verdeantes años. En la amplia casa en que vivía, mi madre y yo. Siempre mi madre, que me sigue guiando desde el cielo. Ella tejía y yo improvisaba sobre el teclado del piano algo que nacía...
-Me gusta, terminala..-dijo mi madre.
-Su voz tenía el mismo acento de la melodía. Yo dejaba que mis dedos retozaran libremente. Tenía la sensación de que cada nota era algo así como una gota de lluvia que se deslizaba desde mi corazón hasta el hueco de mis manos. Sin darme cuenta, la obra quedó concluida. Mi madre volvió a hablar.
-Es muy sentida. Y agregó: Qué bien si Ignacio Corsini pudiera escucharla...
-Cuando Corsini la escuchó por tercera vez consecutiva, empezó a entonarla con admirable precisión. Me propuso inmediatamente presentarme a un poeta amigo suyo para que escribiese los versos. Fue de ese modo como conocí a San Clemente. Ambos vinieron un día a mi casa y San Clemente, al oír los primeros compases de mi composición, sobre la misma página donde estaba la melodía, dejó estampada la emoción de una estrofa improvisada: "En la tarde que en sombras se moría, / buenamente nos dimos el adiós...".

Y cuando Corsini lo estrenó fue un impacto tremendo. Lo grabó el 2 de febrero de 1938. De inmediato se puso en la órbita popular. Y comenzó a girar en el repertorio de orquestas y cantantes de todo el mundo hasta el día de hoy.  Raquel Meller, Alfonso Ortiz Tirado,  Pedro Vargas, Juan Arvizu, La Sonora Matancera entre otros, lo registraron.


Y Ángel Vargas con su orquesta dirigida por Armando Lacava, Pugliese con Maciel,  Donato con Horacio Lagos, Hugo del Carril con Tito Ribero y su orquesta, Francisco Canaro con Maida, etc.
                                                                                         
                                                                                      
Maruja (María Esther, se llamaba), también menudeó trabajos de actriz y sobre todo como cancionista, trabajo que desempeñó en varias emisoras durante muchos años. Estaba casada con el periodista Manolo Ferradás Campos con quien tuve oportunidad de tomar un par de cafés. Una vez en compañía de Coco D'Agostino y otra con el periodista y comentarista de fútbol: Enzo Ardigó. Compuso con Maruja  el tango Gardenias que grabó D'Arienzo con la voz de Osvaldo Ramos y Tango para una madre. Pero además es el autor de la popularísima canción Nieve, que Magaldi convirtió en triunfal caballito de batalla.         
                                                                                  
Por su parte  Maruja pese a su escasa trayectoria dentro de la composición tanguera, hizo con Manzi: Canción de ausencia. Y Edgardo Donato le grabó Sinfonía de Arrabal, un tema enteramente suyo que sigue dando vueltas en las pistas milongueras, con las voces de Lita Morales, Romeo Gavio (Gavioli) y Horacio Lagos. Con música de Edgardo Donato, que grabó éste con la voz de Horacio Lagos, realizó los tangos: Alas rotas, Lágrimas y Para qué.

En su extensa producción, incluso, logró sucesos como El sombrero de Jipi Japa, que cantó con su donaire habitual Miguel de Molina.

Los invito a recordar, El adiós, este bellezón de tango en la versión grabada por Francisco Canaro, cantando Roberto Maida, grabado el 3 de marzo de 1939. Y por Edgardo Donato con Lagos: Lágrimas, del 6 de marzo de 1939.

432- El adiós -Canaro-Maida

Lágrimas - Donato-Lagos








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