Por sobre todas las cosas jerarquizó la milonga, respetó los códigos, fue amigo de sus amigos, y no tuvo pelos en la lengua cuando entendió que debía criticar algunas ideas que se iban mezclando con los valores reales del tango.
Ante la gran avalancha de profesores que surgieron como hongos en la resurrección del tango bailable, por afán de destacar llamando la atención de los potenciales alumnos, se le adosaron infinidad de apellidos de nuevo cuño al tango, que realmente no significaban nada, pura vacuidad.
Gavito le respondía a Luz Valbuena que le preguntaba si estaba cambiando el tango en el mundo:
-No. No. Hay un solo tango. Yo sé que hay ciertos sectores o maestros que titulan su tango de una manera u otra. Para mí, eso no existe. Para mí, existe un solo tango. Ahora, la interpretación, el estilo de cada uno lo puede hacer diferente de los otros, pero no quiere decir que lo que haga sea un tango diferente. Yo siempre digo que aquel que aprendió bien con un buen maestro, va a bailar bien conmigo y viceversa. No quiere decir que debe bailar como yo para bailar bien. Yo nada más soy dueño de mi propio estilo.
Carlos Eduardo Gavito nació en 1943, se crió en Avellaneda, era hincha de Independiente, intentó aprender a tocar el bandoneón, se largó a bailar y no paró más. Yiró por algo más de noventa países, hablaba cuatro idiomas y se hacía entender en otros. Recién alcanzó nombradía internacional en los años noventa con la compañía Forever Tango.
Comenzó bailando rock, que era lo que movilizaba a la juventud en sus años mozos, ganaba concursos, era famoso en ese ambiente. Después llegaría el tango, que lo deslumbró. Forma un conjunto con su pareja, Mirta, y bailan por el mundo, folklore argentino y tango. El tango que lo esperaba y lo golpeaba por dentro. Finalmente ese callo que se le iba formando le señaló el camino.
Con su última musa. María Plazaola |
Cuando Pablo Ojeda y Beatriz Romero lo trajeron a su Festival en Madrid, en un momento nos encontramos en la toilette y nos enredamos en un diálogo fértil y emotivo. Tenía muy claro su rol, se arrepentía de algunas cosas que había hecho en escenarios y no tenía problema alguno en confesarlo.
Podría hablar un largo rato sobre Gavito pero quizás valdría la pena echarle un vistazo de recuerdo a las frases que le confió a Luz Valbuena y que pidió no las publicara hasta después de su muerte, que él veía inminente. La directora de El Tangauta cumplió con el pedido, y a su fallecimiento fue publicando una en cada número hasta que se terminaron. Y entonces las mostró todas en un número.
Y son éstas que acá podemos repasar como un testamento milonguero:
1- ¿Bailaste el tango de tu vida esta noche? No bailes más...
2- El tango está entre paso y paso, allí donde se escuchan los silencios y cantan las musas.
3- El hombre debe saber que baila para ella, y al hacerlo hace que ella se vea como una reina. Solo así será el rey.
4- El hombre en el tango, es la columna, es la fuerza, es la dignidad. La mujer es la belleza, la sensualidad, la sinuosidad.
5- El tango se baila al compás del corazón: tic-tac. Solamente el sentimiento le da comprensión y belleza, que es lo que se da entre lo musical y lo poético, y lo diferencia de los burdo y lo mecánico.
6- Ser tu propio Picasso. Buscar en la simplicidad y belleza como una pintura de Matisse.
7- La música, profunda inspiradora del canto y del movimiento: el bajo es el paso del hombre, el violín es el cuerpo de la mujer, el piano es el paseo de la mano por el parque, y el bandoneón, al que no se lo sigue, es una pompa de jabón y nos introducimos en ella, sin romperla, sin tocarla para no perder su magia y su espíritu.
8- El tango tiene su gramática. Comienza con letra mayúscula. pausa, exclamación, admiración, acento y punto final.
9- Cuando dejás de bailar el tiempo, es cuando empezás a bailar el sentimiento. El sentimiento no tiene tiempo: tiene alma, tiene espíritu.
Lo vemos cerca de su final bailando con María Plazaola. Un groso.
Leer los pensamientos de CARLOS GAVITO .
ResponderEliminarMe llevan al nombre de un tango
UNA EMOCIÓN