lunes, 10 de diciembre de 2012

La mariposa y la muerte

Pertenece esta obra a aquel armado de tangos que realizó el infatigable Ben Molar y para lo cual solicitó la colaboración de músicos y poetas. El trabajo se llamó 14 con el Tango y crearon esos temas, algunas duplas como:                                
                                           

Sábato-Troilo; Petit de Murat-D'Arienzo; Mujica Láinez-Demare; Córdova Iturburu-Piana; Benarós-Mores; Fernández Moreno-Piazzolla;  o  Nalé Roxlo-De Angelis.

Sábato, Ben Molar y De Caro
El sello Fermata editó los 14 temas en 1966 y la orquesta de Alberto Di Paulo fue la encargada de darles vida definitiva junto a diversos cantantes.

Había mucha expectativa por conocer los resultados del producto que reunía a tanto talento, aunque lo cierto es que algunos de los temas no tuvieron la temperatura deseada, pese a que William Blake asegurara que "Toda exhuberancia es belleza". 

Pero no podemos ignorar la afilada pureza  de los límites y el tango bien que los tiene, por lo cual estas obras estuvieron muy expuestas a la decepción.

Aunque contaron con un aliciente extra, ya que prestigiosos pintores ilustraron cada uno de los catorce temas y ese plus no defraudó a los coleccionistas.

Hoy elijo uno de esos tangos que constituyen toda una fantasmagoría, sobre todo porque además del verso de Leopoldo Marechal y la música de Armando Pontier, que consiguen un clima inquietante tejiendo el tapiz de una herida emocional, la pintura de Zdravko Ducmelic obra de manera dramática en el receptor.

Ducmelic nació en Croacia, estudió en Roma y en Escuela de San Fernando (España), y radicado se nuestro país, se naturalizó argentino en 1958.

Y éste es el trabajo suyo que acompañó al tango de Pontier y Marechal.

 LA MARIPOSA Y LA MUERTE      


Una vez mi corazón
dijo en son de profecía  
cuando yo empecé a quererte,
que sobre tu mediodía
puede, girar la canción
la mariposa y la muerte.

II

Subía al cielo, subía
la rosa en su elevación,
y sobre aquel mediodía
pudo girar la canción.
Al mediodía, orgullosa,
no se negaba la rosa,
y en su ambición le ponía
su cerco la mariposa.
Ya en su ardiente mediodía,
la rosa tentó la suerte,
y llevársela quería,
en su caballo la muerte.

I Bis

Y no llora el corazón
lo que lloró en profecía
cuando ni soñé perderte,
que sobre tu mediodía
pudo girar la canción,
la mariposa y la muerte.


Lo cantó la entrañable Aída Denis con la citada orquesta de Di Paulo.


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