lunes, 26 de noviembre de 2012

Miguel Nijensohn: Talento y bohemia

Fue un bohemio a tutiplén, pero también un músico muy respetado por sus cofrades, que lo requirieron constantemente y siempre le dejaron sentir su aprecio.

A los 15 años ya andaba entreverado en un trío junto a con otros dos mocosos, Aníbal Troilo y el violinista Domingo Zapia, en un café del barrio de Caballito. La paga consistía en pasar el platito entre los parroquianos.  También compartiría con Pichuco el palco del Palace Medrano (Medrano y Corrientes), reeemplazando al futuro astro del jazz,  Héctor Lagnafietta, cuando éste tenía otros trabajos. Pero un año después se iba de gira con Roberto Firpo por distintos puntos del continente.

Su hija. la Doctora Alicia Nijensohn decía al respecto: "La única explicación plausible que justifique la participación de mi padre en el mundo del tango, radica, a mi entender, en su personalidad rebelde y bohemia. No le encuentro otra". 

Porque el mundo del pequeño Miguel estaba pergeñado para otra cosa. Su madre, Clara Simuni, oriunda de Odessa (Rusia), amaba la música y había comprado un piano. El padre, Kalman, del mismo origen falleció cuando Miguel era un niño, y viendo el interés de éste por la música, la madre lo mandó a estudiar con los mejores maestros que pudo: Isaac Tenensoff, Vicente Scaramuzza, Gilardo Gilardi y Anatole Pietri, pensando en su futuro de músico clásico. 

Dos hermanos de Miguel estudiaron medicina y se destacaron notoriamente en la materia. Se llamaban Antonio y Matías. Y Wolf Nijensohn, hermano del padre, mantuvo históricas reuniones con Winston Charchill durante la Segunda guerra mundial, con el fin de conseguir un hogar para los judíos perseguidos por los nazis. Incluso un hijo de Miguel se radicaría en Estados Unidos donde desarrollaría su carrera de médico e incluso cantaría tangos en numerosas ocasiones.

A Miguel Nijensohn era común encontrarlo en un café de Corrientes y Montevideo, con su café, su copita de wisky y el infaltable cigarrillo. Allí lo iban a buscar sus compañeros de profesión para contratarlo, algún cantor o cantante para que lo acompañase, otros para que le traspasase a la partitura una música que habían imaginado y no sabían escribirla y también empresas en procura de una orquesta bajo su mando para actuar en radio, teatro o baile. Y allí también componía.

En 1929 tocaba el piano en el conjunto de Roberto Dimas, donde formaban los bandoneonistas José Verdi y Niolás Peppe. En 1936 estaba en el Quinteto "Los poetas del tango" con Héctor Artola, Antonio Bonano, José Nieso -su gran amigo-,  Antonio Rodio y Francisco Fiorentino. En 1936, Nieso inauguró su lujoso Club, el Lucerna, donde Nijensohn dirigía la orquesta que acompañaba a Antonio Rodríguez Lesende. Y ese mismo año  Miguel ingresó a la Orquesta de Miguel Caló, en carácter de pianista y arreglador, hasta 1939, aunque volvería en varias oportunidades. Entre tanto acompañaría a Tania, Alba Solís, Jorge Casal, Rosana Falasca.
                                                                                     Como compositor dejó una recua de 275 titulos que entraron en los atriles de numerosas orquestas y cantores. Algunos de ellos, en el rubro tango, fueron: Decime qué pasó, Yo quiero cantar un tango y Viento malo, con Nieso y Suñe, Sueños, con Bahr; Tango compadrón con Rodolfo Toscano, Un desolado corazón con Roberto Miró, Sobre un mar de azoteas con Alberto Podestá y Cátulo Castillo, Medias blancas con Yiso o Me llamo Anselmo Contreras con Cátulo Castillo.

Después de andares azarosos y separaciones transitorias de su esposa, ambos morirían por un escape de gas en su departamento de Mar del Plata.
Nijensohn en el centro, con sus cantores Mario Bonet y Carlos Budini
Hoy lo evoco en A puro tango, un tema suyo y del bandoneonista Juan Carlos Bera. Y Medias de seda, de José Bohr y Juan Andrés Caruso, con la recia voz de Carlos Budini. Ambos registrados en 1957, con su Cuarteto A puro tango.  

A puro tango  

Medias de seda 






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