lunes, 10 de septiembre de 2012

Angelito Vargas

Es otra de mis debilidades tangueras. Este cantorazo de Parque Patricios, nacido en la calle Pepirí, juntito al parque, como la piba mimada del tango de Armando Tagini.

De pibe ya lucía su gola tanguera en los intervalos del Cine-Teatro Rivas de la calle Rioja, donde pasé tantas tardes-noches viendo aquellas sesiones de tres películas tres.

Fue un afamado locutor: Raúl Ástor, que luego triunfaría y se radicaría en México quien lo motejó como El ruiseñor de las calles porteñas. En esa época se daba mucho este tipo de apodos que más allá de la distinción señalaban la llegada a la fama de los personajes.

Los dos Ángeles: D´'Agostino y Vargas-
Angelito nunca tuvo una gran voz, pero la usaba maravillosamente y tenía ese barniz barrial que le permitía consustanciarse con el poema cantado, y sus interpretaciones siguen teniendo la misma aceptación que en 1932, cuando pasa a formar parte de la orquesta de Ángel D'Agostino en el cine Florida y el Teatro Cómico.             
                                                                            

Como decía D'Agostino: "Vargas tenía una afinación natural"

Recuerdo la noche que reaparecía en la boite Casanova, ya como solista, acompañado por la orquesta que dirigía Pepe Libertella. Nos mandamos con la barra para escucharlo y aplaudirlo. Esa manera única de acariciar las palabras, la entonación romántica, el fraseo acompasado. Un fenómeno.

Hoy que sigue manteniendo intacta la popularidad de sus grandes años artísticos, en las milongas de todo el mundo, la dupla D'Agostino-Vargas es recibida con gran aceptación.

Yo le dediqué este soneto.





ANGEL VARGAS
                                                                                           “jilguero criollo que pulsó
                                                                                             la humilde musa de percal…”
                                                                                                       Enrique Cadícamo
                                                                          

Lo tuyo no fue el canto desgarrado,
era un fraseo cordial de claro acento,
un medio tono cercano, chamuyado,
compadre y familiar, sin espamento.

Dos ángeles de acento milonguero:
La cadencia de ritmo acompasado
y el trino posta de pájaro jaulero,
relucen en cualquier embaldosado.

El disco surca tu grata voz que invita
y me devuelve aquel perfume añejo
del yotivenco y alguna antigua cita.

La sintonía me acerca desde lejos
a corralones, malvón, la Santa Rita
y el cuore vuela a mi rioba de pendejo



Y mi amigo Anyulín Yonadi lo dice así.

Ángel Vargas 

Les dejo esta milonga de Leo Lipesker y Reinaldo Yiso: La Porteñita que grabó acompañado por su orquesta dirigida por Libertella.

La porteñita 

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