domingo, 22 de julio de 2012

Libertella-Grela

La dupla de bandoneón y guitarra es de larga data en el tango. En prácticamente todos los barrios de Buenos Aires, además de futbolistas y boxeadores, habían guitarreros y fueyeros.

Roberto Grela, fue sin  duda el más importante que ha dado el tango en su género. Nació en el barrio de San Telmo, se baqueteó en el famoso Conventillo de las 14 Provincias y desde muy pequeño se familiarizó con los instrumentos de cuerdas. Primero con el mandolín que tañían dos tíos suyos y a pura intuición, con 7 años comenzó a tocar la guitarra.


Utilizaba una púa de carey para arrancarle más sonoridad al instrumento y ya nunca la dejó. Artista de gran sensibilidad artística y marcación bandoneonística, con el tiempo formaría yunta con fueyes de grueso calibre como Aníbal Troilo o Leopoldo Federico. Pero también acompañó a numerosos cantores famosos.




José Libertella nació en un pueblo del extremo sur de Italia, Calvera, de la provincia de Potenza. Su padre se marchó a Argentina por problemas de subsistencia, trabajó duro y levantó una casita con sus propias manos en Villa Lugano, un suburbio agreste de la capital. Al poco tiempo lo mandó llamar junto con el resto de la familia.

El bandoneón le atrajo como un imán cuando vio a un vecino tocándolo en la vereda y su padre terminaría comprándole uno mediodesvencijado.                                                            

Estudió con Paco Requena y Marcos Madrigal y comenzaría su carrera profesional en la orquesta de Suárez Villanueva, alentado por Humberto Canaro, con 15 años. Después estaría con Maderna; en la Orquesta Símbolo, que lo sucedió al gran pianista fallecido y aterriza en la orquesta de Di Sarli junto a Julián Plaza y Alfredo Marcucci en los atriles.

Tuvo orquesta propia, viajó a Japón con Rivero y en 1973 se reencuentra con su antiguo compañero de la orquesta de Maderna: Luis Stazo.Y formaron el Sexteto Mayor, que daría la vuelta al mundo varias veces y se haría fuerte en París, donde el Tano fallecería con 71 años.

Pepe era muy simpático. Me tocó sentarme a su lado en un restaurante con espectáculo inaugurado en San Telmo y me reí mucho con sus ocurrencias.

Un día se juntaron con Grela y ensayaron para tocar. Pepe lo cuenta con mucha gracia y después podemos escucharlos interpretando el valsecito clásico: Un placer, de Vicente Romeo.

Vale la pena. Un verdadero placer.


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