sábado, 28 de julio de 2012

Jorge Casal

El destino lo hizo nacer en Buenos Aires y convertirse en cantor de tango. De los buenos.

Porque sus padres italianos llegaron con su hermana y él en el vientre de su madre, huyendo de la miseria que azotaba a Europa y muy especialmente al sur de la bota itálica.

Como suele suceder en las telenovelitas, Jorge trabajaba en un taller textil que tenía un tío suyo, cuando en el mismo ingresó otro chico más joven para aprender el oficio. Y entre el rumor de las máquinas los dos chicos se entretenían cantando canciones, sobre todo tangos. Y soñaban con un destino de escenario.

Y el sueño se cumplió largamente: El Tano y El Chocho, serían figuras en el amplio y surtido catastro tanguero. El Tano era Salvador Carmelo Pappalardo y El Chocho: Roberto Ángel Florio, que  lucirían sus nuevos nombres artísticos: Jorge Casal y Roberto Florio.

                                       


Casal tenía una voz recia y sentimental a la vez. Un brillante tono vocal con reminiscencias de su ídolo: Carlos Gardel. Le costaría un poco al comienzo, anduvo cantando en clubes de barrio, en un concurso, pero la esposa de Florindo Sassone que había estudiado canto, lo escuchó en la prueba a que lo sometió este director y le aconsejó que lo contratara. Corría el año 1946.

Pegó fuerte de entrada. Con un repertorio sabiamente escogido, su voz de barítono se abrió pasó rápidamente, en una época poblada de grandes cantores.

A mí me encantan sus versiones de La última cita, Volver, Mi noche triste (con una letra debilitada por la censura al lunfardo) o Por donde andará. Incluso en Volver está el fantasma de Gardel rondando en el disco.

Codiciado por varias orquestas, se lo lleva Troilo para reemplazar nada menos que a Edmundo Rivero en 1950. Hay una gran expectación en el ambiente y el muchacho no defrauda. Radio, cabaret, bailes. La gente concurre a escucharlo y a aplaudirlo.

Pero tiene una serie de problemas en la garganta, por lo cual debe sufrir varias intervenciones quirúrgicas que producen un vacío en sus actuaciones. Y los consiguientes períodos de recuperación.

                                   

                                        

De todos modos deja 20 grabaciones impecables con la orquesta de Troilo, de la que se desvincula en 1950 para dedicarse a su papel de solista, acompañado por guitarras.

Araca corazón,  Carmín o Flor campera, grabados con Aníbal Troilo,  son una muestra de su talento y buen gusto interpretativo.

Yo extraigo este tango de Pichuco y Cátulo Castillo que le viene como anillo al dedo. Lo grabó con Troilo en 1954 y las peripecias de esos inmigrantes italianos y los aromas de aquellas cantinas inolvidables, están bordadas por aquel muchacho que nació argentino y cantor de tango por las causalidades del azar.

La cantina

                                     




6 comentarios:

  1. Un tango con mil recuerdos, el de Jorge Casal, Aníbal Troilo, sus músicos.
    Solamente los que tenemos años podemos entender el significado de esta interpretación. Me duele que las generaciones que me sigan no comprendan
    esta etapa tan especial de nuestras vidas. Gracias Jose Maria Otero.

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  2. unico e irrepetible ! un grande de verdad , no se parecio a ninguno,
    en la actualidad no existen cantores de esta talla ! GRANDE TANO PAPPALARDO

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  3. "LA CANTINA" es casal y casal es la "CANTINA; inseparables.
    puro talento !!

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    1. es verdad ,ese tema es de el, lo mismo que vieja viola !

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