sábado, 16 de junio de 2012

Eduardo Arolas

A mi juicio, junto a Agustín Bardi, son las dos figuras más grandes en la constelación mágica  del tango. Sobre todo si consideramos la época en que desarrolló toda su obra, las limitaciones con las que debió luchar y la obra impresionante que dejó.

Arolas (Lorenzo Arola) fue el gran precursor de las grandes escuelas de bandoneonistas que le sucedieron y bebieron en sus fuentes. Y su mayor riqueza artística la volcó en la composición, aún cuando en las primeras etapas no conociese la notación y debiera recurrir a otros compañeros. Su asombrosa fecundidad da pie a  Rodolfo Mederos para afirmar: "Ahora, cuando pienso que Arolas compuso La cachila allá por los años 18 o 19 me parece de un vanguardismo atrevido para la época".

La retahila creadora de su obra es algo impresionante. Un legado maestro que sigue enriqueciendo los atriles de los músicos actuales. Y que es juzgado así por sus pares que lo conocieron:

Julio De Caro: "Fue creador del rezongo y del fraseo. Sus composiciones encierran una estructura definida y una línea melódica de verdadera inspiración. El bandoneón que pulsaba hablaba siempre, musicalmente, el idioma porteño, sin cosas raras".

José Pécora: "Cuando estrenábamos un tango me decía: -Mirá pibe, hacé esta armonía-. Y era una armonía fraseando, desconocida para la época".

Pedro Maffia: "La ejecución de Arolas era brillante, enérgica. Tocaba el tanto muy sencillo, sin variaciones, muy matizado y colorido".

Pedro Laurenz: "Vivía adelantado a su época. Él ha sido el creador del fraseo que se utiliza ahora (1954). El rezongo era creación personal suya. Ha sido tan creador que lo que hacemos hoy, él ya lo hacía en 1920".

Gabriel Clausi: "Los fraseos octavados son inventos de él. Fue el más grande de su época y, sin darse cuenta, el que transformó el tango del 2x4 al 4x8".

Enrique Delfino: "Tocaba de alma, ponía el corazón en los pliegues del  fueye y no porqué tuviera la digitación de un Marcucci. Ante Arolas yo tenía siempre la sospecha de que era poco instrumento para un corazón tan grande."


Cosas como éstas las dijeron aquello que lo conocieron, y que a su vez fueron grandes ellos mismos. Pero si repasamos su obra realmente alcanzamos a comprobar su estatura: Derecho viejo, La cachila, Rawson, Retintín, Fuegos artificiales, La guitarrita, Maipo, Suipacha, La cabrera, Adiós Buenos Aires, Papas calientes, Comme il faut, El Marne, La trilla, Place Pigall, Lágrimas...y una ristra más. ¡Y murió a los 32 años!

Mi profunda admiración por su obra y su lucha la reflejé en el poema que compuse en su homenaje 
   





AROLAS
                                                                                  “El bandoneón, hebra por hebra /
                                                                                   desenrosca la madeja larga”
                                                                                                    Raúl González Tuñón

Desfila una densa procesión extravagaria
de musicantes gatillando la cosmética
invención de tu atril, mágicas  arias,

en la liturgia devota. De esa herética
danzaria parda que inventó tu ferramenta,
corcoveando el reptil en tus gambusas

y regurgitando calandrias y farfalas en tormenta.
A tu tapín shushetón, guapeando en zona intrusa,
cafiolando franchutas choreadas, lupanardas,

en un mar falopardo y pernotario, commilfó
la agarró en yanta una journée  la que no emparda
y el sabó te mandó al mazo con rojo el treinta y dos.

Me dicen, sabés, que manoplas mandingueras
acunan por las noches tu oruga palorrosa
salmodiando tangamente esa orgía barraquera,
taumaturgia fundante, de furcas sarmientosas,
tejida bardamente …
                                            … ¡y sale cada cosa!.

                                                                  jmo

                                                                                                                                                                   

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