En agosto de 1972, lo tuve a Julio De Caro en mi programa de Radio titulado:
Dialogando con swing, que iba por Radio Argentina, los domingos desde las 8.30 hasta las 12 del mediodía. Por ese micrófono también pasaron otros personajes importantes y tangueros de primera línea, así como artistas y deportistas de prestigio. Pero, en esa oportunidad, De Caro -que tenía 73 años, hacía tiempo que estaba retirado, vivía en Mar del Plata y tenía muchos problemas para expresarse porque el violín corneta, con su apoyatura, le había dañado las cuerdas vocales y le costaba expresarse-, me hizo además un hermoso regalo: su libro "
El Tango en mis recuerdos", que además tuvo el detalle de dedicármelo.
Hoy vuelvo a abrir las páginas de dicho ejemplar y me encuentro con esta hermosa historia de su estadía en Niza, Francia, en el año 1931 y su reencuentro con Gardel, además de detallar cómo lo había conocido personalmente tiempo antes en Buenos Aires.
MI ENCUENTRO CON CARLOS GARDEL EN FRANCIA
En varias oportunidades había podido escuchar a Carlos Gardel en Buenos Aires, cuando su aquel famoso dúo con José Razzano, y rendido admirador del "Zorzal criollo", por su personalísimo estilo, firme lo seguía en sus actuaciones desde el anonimato de la platea.
Sabiéndolo en el Teatro Esmeralda (hoy Maipo), me fui un domingo por la tarde; terminada la función, sin ser yo un cazador de autógrafos, aún bajo el influjo de esa voz, golpeé en su camarín para pedirle una fotografía.
Tratando de ubicarme, cual si me conociese de alguna parte, preguntó:
-Decime criatura...¿vos...tocás con Arolas?
-El mismo, señor.
Bueno, ...te daré mi mejor foto (que me entregó con un abrazo)
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La mesa del Palais de la Mediterrranée con Gardel y Chaplin juntos |
NUESTRO DEBUT EN NIZA
Instalada la orquesta en el escenario, medio descorrido el telón, y yo a punto de hacer mi primera presentación en el "Palais de la Mediterranée", impresionado por la dimensión de aquel salón colmado de público, sentí vacilar mis piernas... , y no era para menos poderse a duras penas, mantener en pie ... por sobrehumano esfuerzo. En ese crucial instante, abierto el cortinado, se dejó oír una voz en francés, partiendo de la multitud, requiriendo un miuto de silencio:
-Señoras y señoes, he viajado ex profeso desde París a esta maravillosa Costa Azul, no esta vez para admirar su paisaje, sino para acompañar en su noche de debut a este compatriota mío, gran intérprete del tango argentino en su patria que, al igual que yo, les brindará lo mejor de su espíritu en la música, y ya que ustedes me dispensaran el aplauso del éxito, pido otro para Julio De Caro sabiéndolo de antemano merecedor de él, por ser su orquesta típica, bajo su conducción, en la actualidad una de las mejores (textuales palabras). A vuestro criterio dejo el consagrarlo también, en esta noble y grande Francia, después que valoren su actuación y composiciones suyas.
Terminado el discurso, ya acostumbrado a la luz de los reflectores, pude localizar a Carlos Gardel, parado al lado de su kilométrica mesa, cuyos invitados serían unas cien personas, entre damas y caballeros, destacándose elegantísimo dentro de su impecable frac; y, aparte de su voz, hasta hoy jamás igualada, diré en su honor que también su persona fue milagro de evolución, quedando muy atrás y en el olvido, aquel "Morocho del Abasto" de los primeros tiempos.
Su perfecta dicción, queriendo hablar con propiedad, sin esfuerzo ni afectación alguna, como también en el saber llevar la prendas del vestir, y aseguro sin temor de equivocarme que, de haber tenido el cultivo necesario en sus años infantiles, habría sido grande en cualquier otro renglón profesional, si la vida le hubiese tendido una mano; pero mejor dejarlo como Dios quiso, porque así tuvimos al cantor de todos los tiempos, y este regalo no nos lo quita nadie.
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El sexteto De Caro, con los cantores Luis Díaz y Marambio Catán |
-Tras sus palabras de enorme aliento, renació mi calma, cambiando de inmediato la primera pieza programada, "
El entrerriano", por "
Tierra negra" (de Noli y Graciano de Leone) la que, atacada en su comienzo por Laurenz con una llamada de bandoneón, fue tal el impacto en el auditorio que aún resuena en mis oídos aquella ovación.
Nuestra labor debía durar media hora, y prolongada a la fuerza, otra media más, cerrando con un pedido de Charlie Chaplin (Carlitos), ahí presente, empeñadísimo en bailar "
El monito", tango que tuvo que ser bisado infinitas veces.
Referente al tango "
El monito", a éste debería clasificarlo como una jugarreta del destino, pues solicitado ya por Francisco Canaro, artista entonces del sello "Max Glücksman", para enviar un tango al concurso que dicha marca organizase, decidí hacerlo con el mencionado, aún inédito. Sólo diré que no fuí clasificado entre los primeros, pero a poco y por sí solo, uno de los predilectos del público, máximo juez siempre, aún hoy, dentro del corazón del pueblo y, a juzgar por el monto de los derechos de autor y tiraje de sus ediciones, agregando que debí incluirlo como broche final de mis actuaciones, dado el insistente pedido, no pudiendo jamás bajar del palco sin haberlo interpretado.
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Chaplin, Gardel y Carlyle Robinson (Antiquehistory-net) |
---Aunque la finalidad de nuestra orquesta, al contratarnos, fue exclusivamente para ser escuchada (como concierto), este empeño del astro inglés me hizo quebrantar lo propuesto y, en menos "de lo que canta un gallo", tras cartón, retirando las mesas los mismos ocupantes, enloquecidos con la brillante idea del astro, lo siguieron y con ello, a partir de esa apoteótica velada, por doquier fuéramos acompañándonos del éxito, precedidos por la prensa con los más halagadores comentarios.
Como "nobleza obliga" creo no equivocarme al decir que, en parte, tanto laurel ofrendado se debe a la espontánea y generosa presentación de Carlos Gardel; sin ella, quién sabe si lo habríamos logrado.... Entre otras personalidades estelares que conocí personalmente ahí, mencionaré a Jack Hilton, grande del jazz como director de orquesta, dejándole varios discos míos en recuerdo de aquel saludo amistoso que me enviase a la Argentina, con el director técnico del sello "Victor" y con Francisco Canaro, cuando fuera a EE.UU.
Por su entusiasmo "decareano" fue un "hincha" fiel, siguiéndome en mi trayectoria, al ligarnos más esta amistad tan inusitadamente comenzada. El resto de nuestra gira por la Costa Azul puede conocerse en el libro de Luis Rey.
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Chaplin se hace el monito y Gardel y César Romero (parado) se descostillan de risa. |
Creo que sería bueno escuchar
El Monito por el Sexteto de Julio De Caro para revivir aquella escena con los vahos del recuerdo que nos traen las palabras de su creador. Lo grabó en esa oportunidad, el 6 de julio de 1925.
El monito- Sexteto de Julio De Caro